Relatos de las Escrituras
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Salvados del fuego
Sadrac, Mesac y Abed-nego eran buenos amigos. Se ayudaban mutuamente para hacer lo justo.
Un día, el rey dijo a todos que oraran a una estatua de oro; si no lo hacían, los arrojaría al fuego.
Todos los demás oraron a la estatua, pero los tres amigos oraron solo a Dios.
El rey se enojó y arrojó a Sadrac, Mesac y Abed-nego al fuego.
¡Pero el fuego no los quemó! Un ser celestial estuvo con ellos y los mantuvo a salvo.
Puedo hacer lo justo aun cuando sea difícil. ¡Jesús me ayudará y estará conmigo!