Capítulo 16
La revelación y el profeta viviente
“La gran ley que rige en los cielos es que nada se hará jamás en la tierra sin que [el Señor] revele Su secreto a Sus siervos los profetas”.
De la vida de José Smith
En Kirtland, Ohio, el profeta José Smith recibió un diluvio de revelaciones, que hicieron de ése un importante período en el establecimiento de la doctrina y el gobierno de la Iglesia. Cuando el Profeta recibía revelaciones, muchas veces se encontraba en presencia de otros líderes de la Iglesia y alguien anotaba sus palabras mientras él las recibía del Señor. Con frecuencia recibía las revelaciones como respuesta a una oración. Parley P. Pratt, que después fue miembro de los Doce, estaba presente cuando el Profeta recibió la revelación que se encuentra ahora en la sección 50 de Doctrina y Convenios, y recordó lo siguiente:
“Después de unirnos en oración, en el cuarto donde él traducía, dictó en nuestra presencia la siguiente revelación. Cada frase era pronunciada lentamente y con mucha claridad, y con pausas entre ellas, lo suficientemente largas para que las registrara en un manuscrito un escribiente común… Nunca hubo ninguna vacilación, revisión ni necesidad de que se le leyera de nuevo para que mantuviera la uniformidad al continuar el tema”1.
Aunque algunas revelaciones se habían copiado a mano para uso personal, los miembros de la Iglesia en general no las tenían. José Smith sabía que las revelaciones de Dios eran tan importantes que debían preservarse cuidadosamente y ponerse a disposición del mundo. En noviembre de 1831, en una conferencia especial que se realizó en Hiram, Ohio, el Profeta y otros líderes de la Iglesia decidieron publicar una selección de las revelaciones que él había recibido hasta ese momento. Después de tomar esa decisión, el Profeta recibió una comunicación divina a la que el Señor llamó “mi prefacio para el libro de mis mandamientos” (D. y C. 1:6). Esa revelación, que ahora es la sección 1 de Doctrina y Convenios, indicó la aprobación del Señor en cuanto a la publicación de las revelaciones y explicó Sus propósitos para darlas: “Escudriñad estos mandamientos”, declaró el Señor, “porque son verdaderos y fidedignos, y las profecías y promesas que contienen se cumplirán todas” (D. y C. 1:37). Después de escuchar la lectura de la revelación en el segundo día de la conferencia, el Profeta “se levantó y expresó sus sentimientos y su gratitud”por esa manifestación de la aprobación del Señor2.
Después de la conferencia, el Profeta recordó que “durante casi dos semanas pasé la mayor parte del tiempo repasando los mandamientos y asistiendo a conferencias, porque desde el primero hasta el doce de noviembre celebramos cuatro conferencias especiales. En la última… la congregación votó expresando que consideraba el valor de las revelaciones… como el de las riquezas de toda la tierra”. También declaró que las revelaciones son “el cimiento de la Iglesia en estos últimos días y un beneficio al mundo, pues muestran que las llaves de los misterios del reino de nuestro Salvador nuevamente se han conferido al hombre, y que las riquezas de la eternidad [están] al alcance de aquellos que están dispuestos a vivir de acuerdo con toda palabra que procede de la boca de Dios…”3.
Se llevaron copias manuscritas de las revelaciones a William W. Phelps, que estaba en Misuri, a fin de que las publicara como el Libro de Mandamientos. El hermano Phelps, a quien el Señor había mandado trasladarse a Misuri y establecerse como impresor de la Iglesia (véase D. y C. 57:11), se puso enseguida a preparar los tipos para el libro; sin embargo, el 20 de julio de 1833, un populacho destruyó la imprenta y la mayoría de las páginas ya impresas. Algunos miembros de la Iglesia rescataron algunas de las hojas sueltas y las encuadernaron individualmente; no obstante, el libro nunca se publicó oficialmente. En 1835, las revelaciones que iban a formar el Libro de Mandamientos, junto con muchas otras que se habían recibido, se publicaron en Kirtland con el título de Doctrina y Convenios. Con las revelaciones que se le han agregado desde 1835, este libro se presenta como un testimonio de que Dios habla en la actualidad por medio de Su profeta viviente, el Presidente de la Iglesia, para bendición y guía de Su Iglesia.
Las enseñanzas de José Smith
Dios ha guiado siempre a Su pueblo y a Su Iglesia por medio de la revelación.
Los Artículos de Fe 1:9: “Creemos todo lo que Dios ha revelado, todo lo que actualmente revela, y creemos que aún revelará muchos grandes e importantes asuntos pertenecientes al reino de Dios”4.
“Jamás podremos entender las cosas de Dios y de los cielos, si no es por medio de la revelación. Podremos espiritualizar y expresar opiniones hasta el fin de la eternidad; pero eso ninguna autoridad nos da”5.
“La doctrina de la revelación sobrepuja en gran manera la doctrina de que no hay revelación; porque una verdad revelada de los cielos vale mucho más que todas las ideas sectarias que existen”6.
“La salvación no puede venir sin revelación; es en vano que persona alguna ejerza su ministerio sin ella… Ningún hombre puede ser ministro de Jesucristo si no tiene el testimonio de Jesús, y éste es el espíritu de la profecía [véase Apocalipsis 19:10]. Cada vez que se ha administrado la salvación, ha sido por testimonio. Los hombres de la época actual testifican del cielo y del infierno, y jamás han visto ni el uno ni el otro; y yo diré que ninguno sabe de estas cosas sin esto”7.
“En Sus enseñanzas Jesús dice: ‘Sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella’ [Mateo 16:18]. ¿Qué roca? La revelación”8.
“La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días fue fundada sobre la revelación directa, tal como lo ha sido siempre la verdadera Iglesia de Dios, de acuerdo con las Escrituras (Amós 3:7; Hechos 1:2); y mediante la voluntad y las bendiciones de Dios, he sido un instrumento en Sus manos, hasta ahora, para llevar adelante la causa de Sión”9.
El Profeta habló en una conferencia de la Iglesia que se realizó en abril de 1834: “El presidente José Smith leyó el segundo capítulo de la profecía de Joel, oró y dirigió la palabra a la conferencia, diciendo: ‘…nos encontramos en una situación completamente diferente de la de cualquier otro pueblo que haya existido sobre esta tierra. Por consiguiente, esas revelaciones anteriores no se adaptan a nuestras condiciones, pues fueron dadas a otro pueblo que existió antes que nosotros; pero Dios, en los últimos días, iba a llamar a un remanente, en el cual habría liberación, tanto en Jerusalén como en Sión [véase Joel 2:32]. Pero si Dios no diera más revelaciones, ¿dónde hallaríamos a Sión y a este remanente?…’.
“A continuación, el Presidente hizo un relato de la forma en que obtuvo y tradujo el Libro de Mormón, de la revelación del Sacerdocio de Aarón, de la organización de la Iglesia en 1830, de la revelación del Sumo Sacerdocio y del don del Espíritu Santo manifestado a la Iglesia, y dijo: ‘Si quitamos el Libro de Mormón y las revelaciones, ¿dónde queda nuestra religión? No tenemos ninguna’ ”10.
El Presidente de la Iglesia es el señalado para recibir revelación de Dios para la Iglesia; las personas pueden recibir individualmente revelación para sus propias responsabilidades.
“Jesús… puso en la Iglesia primeramente apóstoles, luego profetas, para la obra del ministerio, para la perfección de los santos, etc…. la gran ley que rige en los cielos [es] que nada se hará jamás en la tierra sin que Él revele Su secreto a Sus siervos los profetas, según Amós 3:7”11.
En septiembre de 1830, José y Emma Smith se mudaron de Harmony, Pensilvania, a Fayette, Nueva York. Cuando llegaron, se encontraron con que algunos santos eran engañados por afirmaciones de revelaciones falsas: “Para nuestro gran pesar… encontramos muy pronto que Satanás había estado acechando para engañar y buscando a quién devorar. El hermano Hiram Page tenía en su posesión cierta piedra, por la cual había obtenido unas ‘revelaciones’ concernientes a la edificación de Sión, el orden de la Iglesia, etc., todas las cuales estaban en total discrepancia con el orden de la casa de Dios, según se establece en el Nuevo Testamento, así como en nuestras últimas revelaciones. Debido a que se había fijado la fecha del día 26 de septiembre para reunirnos en conferencia, pensé que era prudente no hacer mucho más que conversar con los hermanos acerca del tema, hasta que nos reuniéramos. No obstante, al enterarme de que muchos, especialmente la familia Whitmer y Oliver Cowdery, creían bastante en las manifestaciones de esa piedra, consideramos que sería mejor preguntarle al Señor sobre ese asunto tan importante; y antes de que tuviera lugar [la] conferencia, recibimos lo siguiente:
“Revelación dada… a Oliver Cowdery en Fayette, Nueva York, en septiembre de 1830.
“ ‘…he aquí, de cierto, de cierto te digo, que nadie será nombrado para recibir mandamientos y revelaciones en esta Iglesia sino mi siervo José Smith, hijo, porque los recibe así como Moisés. Y tú has de ser obediente a las cosas que le dé…
“ ‘y no has de mandar al que te es por cabeza, y por cabeza de la iglesia; porque yo le he dado las llaves de los misterios, y de las revelaciones selladas, hasta que les nombre a otro en su lugar…
“ ‘Y además, irás a tu hermano, Hiram Page, entre tú y él a solas, y le dirás que las cosas que él ha escrito mediante esa piedra no son mías, y que Satanás lo engaña; porque he aquí, no se le han señalado estas cosas, ni a ninguno de los de esta Iglesia le será designada cosa alguna que sea contraria a los convenios de ella.
“ ‘Porque es preciso que todas las cosas se hagan con orden y de común acuerdo en la iglesia, por la oración de fe’ [D. y C. 28:2–3, 6–7, 11–13]…
“Finalmente, se efectuó nuestra conferencia. Se trajo a discusión el tema de la piedra previamente mencionada, y después de una prolongada investigación, el hermano Page, así como toda la Iglesia presente, renunciaron a dicha piedra y a todo lo que estuviera relacionado con ella, lo cual fue motivo de mutua satisfacción y felicidad”12.
“Los Presidentes o la [Primera] Presidencia están sobre la Iglesia, y las revelaciones de la disposición y voluntad de Dios para la Iglesia deben venir por medio de la Presidencia. Tal es el orden celestial, así como el poder y privilegio del sacerdocio [de Melquisedec]. Cualquiera de los oficiales de esta Iglesia también tiene el privilegio de recibir revelaciones, en lo que respecta a su particular llamamiento y deber en la Iglesia…”13.
“No nos consideramos obligados a recibir revelación alguna de ningún hombre o mujer, si no ha sido legalmente constituido y ordenado con tal autoridad, y ha dado amplia prueba de ello.
“…Es contrario a la economía de Dios que un miembro de la Iglesia, o cualquier otro, reciba instrucciones para los que poseen una autoridad mayor que la de ellos; por consiguiente, verá usted lo impropio de hacerles caso; mas si una persona tiene una visión o recibe la visita de un mensajero celestial, debe ser para su propio beneficio e instrucción, porque los principios, gobierno y doctrina fundamentales de la Iglesia son investidos con las llaves del reino”14.
El Presidente de la Iglesia nos comunica la palabra de Dios para nuestros días y nuestra generación.
Heber C. Kimball, cuando era consejero del presidente Brigham Young, informó: “Muchas veces el hermano José Smith nos dijo al hermano Brigham y a mí, y también a otros, que él era para nosotros un representante de Dios, a fin de enseñarnos y dirigirnos, y reprender a los que obraran mal”15.
Wilford Woodruff, cuarto Presidente de la Iglesia, informó: “Hablaré de cierta reunión a la que asistí en el pueblo de Kirtland en mis primeros años [en la Iglesia]. En esa reunión se hicieron algunos comentarios… sobre los oráculos vivientes y con respecto a la palabra escrita de Dios… Un hombre importante en la Iglesia se levantó y habló del tema, diciendo: ‘Tienen la palabra de Dios ante ustedes aquí, en la Biblia, en el Libro de Mormón y en Doctrina y Convenios; tienen la palabra de Dios escrita, y ustedes que dan revelaciones deben darlas de acuerdo con esos libros, puesto que lo que está escrito en ellos es la palabra de Dios. Debemos limitarnos a esos libros’.
“Una vez que él terminó de hablar, el hermano José se volvió al hermano Brigham Young y le dijo: ‘Hermano Brigham, quiero que usted se ponga de pie y nos diga cuáles son sus puntos de vista con respecto a los oráculos vivientes y a la palabra escrita de Dios’. El hermano Brigham se puso de pie, tomó la Biblia y la puso a un lado; tomó el Libro de Mormón y lo puso a un lado; y tomó Doctrina y Convenios y lo puso a un lado, y luego dijo: ‘Ahí está la palabra escrita de Dios a nosotros, concerniente a la obra de Dios desde el principio del mundo casi hasta nuestros días. Y ahora’, agregó, ‘cuando se comparan con los oráculos [vivientes], esos libros son nada para mí; esos libros no nos comunican directamente la palabra de Dios a nosotros, como lo hacen las palabras de un Profeta o un hombre que posee el santo sacerdocio en la época y generación actual. Prefiero tener a los oráculos vivientes que a todos los escritos de los libros’. Sobre eso nos habló. Cuando él terminó, el hermano José dijo a la congregación: ‘El hermano Brigham les ha hablado la palabra del Señor, y les ha dicho la verdad’ ”16.
Brigham Young, segundo Presidente de la Iglesia, recordó esto: “Hace muchos años, el profeta José observó que si la gente hubiera recibido las revelaciones que él tenía y hubiera tenido la sabiduría de actuar conforme a ellas, como lo dictaría el Señor, habrían estado mucho más avanzados de lo que estaban en su capacidad de proceder y de entender”17.
Sostenemos al Presidente de la Iglesia y a otros de sus líderes al orar por ellos y al prestar atención a sus consejos.
José Smith registró que lo siguiente ocurrió durante la dedicación del Templo de Kirtland, el 27 de marzo de 1836: “Luego pronuncié un breve discurso y pedí a los varios quórumes y a toda la congregación de los santos que reconocieran a la [Primera] Presidencia como profetas y videntes, y los sostuvieran con sus oraciones. Todos convinieron en hacerlo, levantándose.
“Entonces pedí a los quórumes y a la congregación de los santos que aceptaran a los Doce Apóstoles, que se hallaban presentes, como profetas, videntes, reveladores y testigos especiales a todas las naciones de la tierra, ya que tenían las llaves del reino, para abrirlo o mandar que tal se hiciera entre ellos; y que los sostuviesen por medio de sus oraciones, a lo cual accedieron poniéndose de pie.
“A continuación pedí a los quórumes y a la congregación de los santos que reconocieran a los presidentes de los Setenta… y los sostuvieran con sus oraciones, a lo que accedieron levantándose…
“El voto fue unánime en todos los casos, y les profeticé a todos que mientras sostuvieran a esos hombres en sus diversas posiciones… el Señor los bendeciría; sí, en el nombre de Cristo, las bendiciones de los cielos serían suyas”18.
“Como aquellos que sostuvieron las manos de Moisés [véase Éxodo 17:8–13], así también sostengamos nosotros las manos de los que han sido nombrados para dirigir los asuntos del reino, a fin de que sean fortalecidos y capacitados para llevar a cabo sus grandes responsabilidades, y sean instrumentos al efectuar la grandiosa obra de los últimos días”19.
“Ahora bien, el que las personas hagan algo sólo porque se les ha pedido hacerlo, y estén murmurando todo el tiempo mientras lo hacen, no sirve de nada; sería mejor que no lo hicieran. Entre los que profesan ser santos, hay quienes son demasiado propensos a murmurar, a criticar, cuando se les da un consejo que está en oposición a lo que ellos quieren, aun cuando ellos mismos lo hayan pedido; y mucho más cuando se les da un consejo que no hayan pedido y que no esté de acuerdo con la noción que tienen de las cosas; pero, hermanos, esperamos algo mejor de ustedes; confiamos en que de vez en cuando deseen recibir consejo y que se ciñan a él de buen grado, siempre que lo reciban de la debida fuente”20.
Eliza R. Snow registró lo siguiente: “[José Smith] dijo que si Dios lo ha nombrado y escogido como instrumento para dirigir la Iglesia, ¿por qué no se ha de permitir que lo haga? ¿Por qué estorbarle el paso cuando le ha sido designado llevar a cabo cierta cosa? ¿Quién conoce la mente de Dios? ¿Acaso no revela las cosas de una manera distinta de lo que nosotros esperamos? [El Profeta] comentó que continuamente estaba sobreponiéndose, aunque todas las cosas pesaban sobre él, le estorbaban el camino y lo combatían; pero que no obstante toda aquella oposición, al final, siempre está en lo correcto…
“Reprendió a aquellos que tenían la inclinación de criticar el manejo de los asuntos de la Iglesia, y declaró que Dios lo había llamado para dirigirla, y que él lo haría debidamente; que aquellos que tratasen de inmiscuirse serán avergonzados cuando se manifieste su insensatez”21.
Los que rechacen a los profetas vivientes no progresarán y traerán sobre sí los juicios de Dios.
“Aunque, hablando literalmente, todo conocimiento proviene de Dios, aun así, cuando se ha revelado, no todos los hombres han creído en él como revelación…
“Noé era un hombre perfecto, y su conocimiento o revelación de lo que iba a tener lugar sobre la tierra lo habilitó para prepararse y salvarse a sí mismo y a su familia de la destrucción causada por el diluvio. Ese conocimiento o revelación… no lo creyeron los habitantes de la tierra. Ellos sabían que Adán fue el primer hombre, hecho a la imagen de Dios, y que era un buen hombre; sabían que Enoc había caminado con Dios trescientos sesenta y cinco años y que fue trasladado al cielo sin gustar de la muerte. Pero no podían aceptar la nueva revelación: creemos en la antigua revelación porque nuestros padres creyeron, pero ¡fuera con las nuevas revelaciones!. Y el diluvio barrió con ellos…
“El mismo principio… se manifestó claramente entre los judíos cuando el Salvador vino en la carne; se jactaban de las viejas revelaciones, adornaban los sepulcros de los muertos, diezmaban la menta y el eneldo, ofrecían largas oraciones para hacerse ver y atravesaban mar y tierra para hacer prosélitos; pero cuando la nueva revelación procedió directamente de la boca del mismo gran Yo soy, no pudieron aceptarla; era demasiado para ellos. Mostraba las corrupciones de esa generación, como las de otras anteriores; y exclamaron, ‘¡fuera, crucifícale!’…
“Una vez más, el mismo procedimiento y lenguaje se usaron cuando el Libro de Mormón apareció a esta generación. La antigua revelación, los viejos patriarcas, peregrinos y apóstoles eran benditos. Creemos en ellos, pero a los nuevos no podemos aceptarlos”22.
“El mundo siempre ha tomado equivocadamente a los profetas falsos por verdaderos, y los que eran enviados de Dios fueron tenidos por profetas falsos. De manera que mataron, apedrearon, castigaron y encarcelaron a los profetas verdaderos, y éstos tuvieron que esconderse en ‘los desiertos, las cuevas y las cavernas de la tierra’ [véase Hebreos 11:38]; y aunque eran los hombres más honorables de la tierra, los expulsaron de su sociedad como vagabundos, mientras que estimaron, honraron y apoyaron a bribones, vagabundos, hipócritas, impostores y a los hombres más viles”23.
“No considero improbable, si Cristo viniera a la tierra y enseñara los mismos principios severos que predicó a los judíos, que esta generación lo rechazaría por ser demasiado severo… Muchos hombres dirán: ‘Jamás lo abandonaré, antes lo apoyaré en todo momento’. Pero en cuanto uno les enseña algunos de los misterios del reino de Dios, que se han retenido en los cielos y que han de ser revelados a los hijos de los hombres cuando estén preparados para recibirlos, ellos mismos son los primeros en apedrearte y matarte. Fue este mismo principio lo que causó la crucifixión del Señor Jesucristo, y lo que provocará al pueblo a matar a los profetas en esta generación.
“Muchas cosas son [inexplicables] para los hijos de los hombres en los últimos días; por ejemplo, que Dios levante a los muertos; [olvidan] que se han escondido cosas desde antes de la fundación del mundo, las cuales serán reveladas a los niños en los últimos días.
“Hay entre nosotros muchísimos hombres y mujeres eruditos que son demasiado sabios para que se les pueda enseñar; por tanto, tendrán que morir en su ignorancia, y en la resurrección descubrirán su error. Muchos sellan la puerta de los cielos contra sí mismos al decir: Hasta aquí puede Dios revelar, y lo creeré…
“Cada vez que un hombre ha sido enviado de Dios, con el sacerdocio, y ha empezado a predicar la plenitud del Evangelio, siempre ha sido echado fuera por sus amigos, que están listos para asesinarlo si enseña cosas que suponen ser erróneas; y Jesús fue crucificado en base a este principio”24.
“¡Ay, ay de aquel hombre o grupo de hombres que levanten sus manos contra Dios y Su testigo en estos últimos días; porque casi engañarán a los mismos escogidos!
“…Cuando un hombre sale a profetizar, y manda a los hombres que obedezcan sus enseñanzas, o es un profeta verdadero o uno falso. Siempre se levantarán los falsos profetas para oponerse a los verdaderos, y profetizarán cosas tan parecidas a la verdad, que casi engañarán aun a los mismos escogidos”25.
“Como consecuencia de haber rechazado el evangelio de Jesucristo y a los profetas que Dios ha enviado, los juicios de Dios han caído sobre pueblos, ciudades y naciones en varias épocas del mundo, como fue el caso de las ciudades de Sodoma y Gomorra, que fueron destruidas por haber rechazado a los profetas”26.
William P. McIntire refirió lo siguiente: “[José Smith] profetizó que todos los que tomaran livianamente las revelaciones que se habían dado, y se burlaran de él o de sus palabras, muy pronto llorarían y se lamentarían… diciendo: ¡Oh, si hubiéramos escuchado las palabras de Dios y las revelaciones dadas por Él!”27.
Sugerencias para el estudio y la enseñanza
Considere estas ideas al estudiar el capítulo o al prepararse para enseñarlo. Si necesita más ayuda, consulte las páginas VII–XIII.
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Repase el relato de las páginas 203–205, fijándose en lo que pensaban los primeros miembros de la Iglesia sobre las revelaciones que recibían por medio de José Smith. ¿Qué opina usted de Doctrina y Convenios?
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Lea el quinto párrafo completo de la página 205. ¿Por qué será que “la salvación no puede venir sin revelación”?
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Repase las páginas 206–208. ¿Por qué a veces la gente se deja engañar, como en el caso de lo que pasó con Hiram Page? ¿Qué podemos hacer para evitar que nos dejemos engañar por falsos profetas o enseñanzas falsas?
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Repase los primeros tres párrafos de la página 208. ¿Qué beneficio es para nosotros el hecho de que haya sólo un hombre que pueda recibir revelación para toda la Iglesia? ¿Qué experiencias puede contar en las que el Señor le haya guiado en sus determinadas responsabilidades?
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En las páginas 208–209, leemos lo que respondieron José Smith y Brigham Young cuando un hombre dijo que debíamos limitarnos a las revelaciones que ya están en las Escrituras. ¿Qué le faltaría a usted si sólo tuviera los libros canónicos y no oyera las palabras del profeta viviente? ¿Qué podemos hacer para seguir la esencia del consejo de Brigham Young?
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¿Qué podemos hacer para sostener al Presidente de la Iglesia y a otros líderes de la Iglesia? (Véanse las páginas 209–211 donde hay algunos ejemplos.) ¿Qué consejo nos dio el Presidente de la Iglesia en la última conferencia general? ¿Qué bendiciones ha recibido usted por seguir al Profeta y a otros líderes de la Iglesia?
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¿Cuáles son algunas de las maneras en que la gente rechaza a los profetas de Dios? (Véanse las páginas 211–214 donde hay algunos ejemplos.) Cuando se decide no seguir el consejo de aquellos a quienes el Señor ha elegido para dirigir Su Iglesia, ¿qué consecuencias pueden sobrevenir?
Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema: Proverbios 29:18; Jacob 4:8; 3 Nefi 28:34; Mormón 9:7–9; D. y C. 21:1–6