*Capítulo 17
El gran plan de salvación
“El gran plan de salvación es un tema que debería ocupar nuestra atención estrictamente y estimarse como uno de los mejores dones que del cielo ha venido al género humano”.
De la vida de José Smith
En septiembre de 1831, el profeta José Smith y su familia se mudaron a Hiram, Ohio, a unos 48 kilómetros al sudeste de Kirtland; vivieron allí alrededor de un año, en casa de John y Alice (también conocida como Elsa) Johnson, donde el Profeta hizo gran parte de su obra de traducción de la Biblia.
Esa importante obra, a la que él llamaba “una rama de mi llamamiento”1, contribuye en gran forma a nuestra comprensión del plan de salvación. El Profeta comenzó su trabajo en junio de 1830, cuando el Señor le mandó empezar a hacer una revisión inspirada de la versión del rey Santiago de la Biblia [en inglés]. Desde hacía tiempo sabía que dicho libro no era siempre claro en cuanto a materias importantes; había notado que Moroni le había citado algunos pasajes bíblicos “variando un poco de la forma en que se [hallan] en nuestra Biblia (José Smith—Historia 1:36). Mientras traducía 1 Nefi 13:23–29, se enteró de que “muchas partes que son claras y sumamente preciosas” se habían quitado de la Biblia, incluso “muchos de los convenios del Señor” (1 Nefi 13:26).
Más adelante, el Profeta dijo: “Creo en la Biblia tal como se hallaba cuando salió de la pluma de sus escritores originales. Los traductores ignorantes, los escribientes descuidados y los sacerdotes intrigantes y corruptos han cometido muchos errores… Noten estas contradicciones en [Hebreos 6:1]: ‘Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección’. Si un hombre deja los rudimentos o principios de la doctrina de Cristo, ¿cómo puede salvarse en los principios? Esto es una contradicción. No la acepto. Lo repetiré como debería decir: ‘Por tanto, no dejando los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección’ ”2.
De acuerdo con la guía del Espíritu, José Smith pasó unos tres años revisando la Biblia, haciendo miles de correcciones en el texto y restaurando información que se había perdido, la cual aclara maravillosamente muchas doctrinas que no están claramente presentadas en la Biblia actual. Esas revisiones inspiradas del texto de la Biblia se conocen como la Traducción de José Smith de la Biblia. Cientos de pasajes de dicha traducción ahora forman parte de la edición Santo de los Últimos Días de la Versión del Rey Santiago de la Biblia en inglés.
La traducción de la Biblia que hizo el Profeta fue una parte importante de su propia educación espiritual y de la restauración en desarrollo de la verdad del Evangelio. Al revisar el Antiguo y el Nuevo Testamento, a menudo recibió revelaciones aclarando o ampliando los pasajes bíblicos. De ese modo, el Profeta recibió muchas doctrinas del Señor, incluso las que ahora se encuentran en las secciones 74, 76, 77, 86 y 91 de Doctrina y Convenios, así como partes de otras secciones de ese libro.
Cuando el Profeta comenzó su traducción de la Biblia, en junio de 1830, el Señor le reveló un largo pasaje de los escritos de Moisés. Dicho pasaje llegó a ser el capítulo 1 de Moisés en la Perla de Gran Precio, y en él se halla registrada una visión en la cual Moisés vio a Dios y conversó con Él, una visión tan extraordinaria que José Smith la llamó “un bocado exquisito” y “una provisión de fortaleza”3. En ella Dios enseñó a Moisés el propósito fundamental del gran plan de salvación:
“Y Dios el Señor habló a Moisés, diciendo:… Porque he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:37, 39).
Las doctrinas, ordenanzas y promesas que constituyen el plan de salvación se revelaron a la tierra en estos últimos días por medio del profeta José Smith. Siendo alguien que entendía claramente la importancia de este plan, el Profeta dijo: “El gran plan de salvación es un tema que debería ocupar nuestra atención estrictamente y estimarse como uno de los mejores dones que del cielo ha venido al género humano”4.
Las enseñanzas de José Smith
En el mundo preterrenal, Jesucristo fue escogido para ser el Salvador, y nosotros tomamos la decisión de aceptar el plan de salvación.
“Al efectuarse la primera organización en los cielos, todos estuvimos presentes, y presenciamos la elección y nombramiento del Salvador, y la formación del plan de salvación, y nosotros lo aprobamos”5.
“El Señor [es] sacerdote para siempre, según el orden de Melquisedec, y el Hijo ungido de Dios, desde antes de la fundación del mundo [véase Salmos 110:4]”6.
“Se llevó a cabo la salvación de Jesucristo para todos los hombres, a fin de lograr el triunfo sobre el diablo… Todos sufrirán hasta que obedezcan a Cristo mismo.
“La contienda en los cielos fue provocada porque Jesús dijo que ciertas almas no podrían ser salvas, y el diablo dijo que salvaría a todos; y presentó sus planes ante el gran concilio, el cual votó a favor de Jesucristo. El diablo entonces se levantó en rebeldía contra Dios, y fue expulsado con todos aquellos que lo apoyaron”7.
Somos seres eternos; al obedecer las leyes de Dios, podemos avanzar hacia la exaltación.
En mayo de 1833, el profeta José Smith recibió del Señor la siguiente revelación que después quedó registrada en Doctrina y Convenios 93:29: “También el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o sea, la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser”. En abril de 1844, el Profeta enseñó esto: “Tengo otro asunto que tratar, que tiene por objeto exaltar al hombre… Se relaciona con el tema de la resurrección de los muertos, a saber, el alma, la mente del hombre, el espíritu inmortal. ¿De dónde vino? Todos los sabios y los doctores de teología dicen que Dios lo creó en el principio; pero no es así. Según mi concepto, la sola idea rebaja al hombre. No creo en esa doctrina; tengo mejor criterio. Óiganlo, todos los confines del mundo, porque Dios me lo ha dicho; y si no me creen, no por eso invalidan el efecto de la verdad…
“Estoy hablando de la inmortalidad del espíritu del hombre. ¿Es lógico decir que la inteligencia de los espíritus es inmortal y, sin embargo, que tuvo un principio? La inteligencia de los espíritus no tuvo principio, ni tendrá fin. Esa es una buena lógica. Lo que tiene principio puede tener fin. Nunca hubo tiempo en que no hubo espíritus…
“…Me quito el anillo del dedo y lo comparo a la mente del hombre: a la parte inmortal, porque no tuvo principio. Supongamos que lo partimos en dos; ahora tiene un principio y un fin, pero si lo volvemos a unir sigue siendo un círculo eterno. Así es con el espíritu del hombre; y, vive el Señor que si tuvo un principio, tendrá un fin. Todos los necios, y todos los hombres instruidos y sabios que han existido desde el principio de la creación, que dicen que el espíritu del hombre tuvo un principio, afirman que debe tener un fin; y si esa doctrina es verdadera, entonces sería verdadera la doctrina de la aniquilación. Pero si tengo razón, puedo proclamar con intrepidez, desde los tejados de las casas, que Dios nunca tuvo el poder para crear el espíritu del hombre en absoluto. Dios mismo no pudo haberse creado a Sí mismo.
“La inteligencia es eterna y existe sobre un principio de autoexistencia. Es un espíritu que va de edad en edad y no hay creación en cuanto a ella. Todas las mentes y todos los espíritus que Dios ha enviado al mundo son susceptibles al crecimiento.
“Los primeros principios del hombre existen por sí mismos con Dios. Dios, hallándose en medio de espíritus y gloria, porque era más inteligente, consideró propio instituir leyes por medio de las cuales los demás podrían tener el privilegio de avanzar como Él lo había hecho. La relación que entre Dios y nosotros existe nos coloca en una situación tal, que podemos ampliar nuestro conocimiento. Él tiene el poder de instituir leyes para instruir a las inteligencias más débiles, a fin de que puedan ser exaltadas con Él y recibir una gloria tras otra, así como todo conocimiento, poder, gloria e inteligencia que se requiere para salvarlos en el mundo de los espíritus”8.
“Consideramos que Dios ha creado al hombre con una mente capaz de recibir instrucción, y una facultad que puede ser ampliada en proporción al cuidado y diligencia que se dé a la luz que se comunica del cielo al intelecto; y que cuanto más se acerca el hombre a la perfección, tanto más claros son sus pensamientos y tanto mayor su gozo, hasta que llega a vencer lo malo de su vida y pierde todo deseo de pecar; y al igual que los antiguos, llega a ese punto de la fe en que se halla envuelto en el poder y gloria de su Hacedor, y es arrebatado para morar con Él. Pero consideramos que éste es un estado al que ningún hombre alcanzó jamás en un momento”9.
Vinimos a la tierra para obtener un cuerpo, para adquirir conocimiento y para vencer por medio de la fe.
“Todos los hombres saben que tienen que morir. Y es importante que entendamos las razones y causas del porqué estamos expuestos a las vicisitudes de la vida y de la muerte, y cuál es el designio y propósito de Dios en que vengamos al mundo, suframos aquí y luego salgamos de este lugar. ¿Qué objeto tiene que alcancemos la existencia, para entonces morir y perecer y no estar más aquí? No es sino razonable suponer que Dios nos revelaría algo relacionado con el asunto, y es un tema que deberíamos estudiar más que cualquier otro. Deberíamos estudiarlo de día y de noche, porque el mundo nada sabe respecto de su verdadera condición y relación [con Dios]”10.
“El designio de Dios antes de la fundación del mundo era que debíamos tomar tabernáculos [cuerpos], para que por nuestra fidelidad pudiéramos vencer y, en consecuencia, recibir la resurrección de los muertos y así lograr gloria, honor, potestad y dominio”11.
“Vinimos a esta tierra para tener un cuerpo y presentarlo puro ante Dios en el reino celestial. El gran principio de la felicidad consiste en tener cuerpo. El diablo no lo tiene y ése es su castigo; él está contento cuando puede obtener el tabernáculo del hombre; y cuando fue expulsado por el Salvador, le pidió que lo dejara ir a una manada de cerdos, demostrando que prefería ocupar el cuerpo de un cerdo que no tener ninguno. Todos los seres que tienen cuerpo poseen potestad sobre los que no lo tienen”12.
“La salvación es que el hombre sea salvo de todos sus enemigos; porque hasta que un hombre pueda triunfar sobre la muerte, no es salvo…
“Los espíritus del mundo eterno son como los espíritus que hay en este mundo. Cuando aquéllos hayan venido a este mundo para recibir sus tabernáculos, y entonces mueran, y se levanten de nuevo, y reciban cuerpos glorificados, tendrán dominio sobre los espíritus que no recibieron cuerpos o que no guardaron su primer estado, como el diablo. El castigo del diablo fue que no habría de tener una morada como los hombres”13.
“El principio del conocimiento es el principio de la salvación. Los fieles y diligentes pueden comprender este principio; y todo aquel que no logre conocimiento suficiente para salvarse será condenado. El principio de salvación nos es dado mediante el conocimiento de Jesucristo.
“La salvación no es ni más ni menos que triunfar sobre todos nuestros enemigos y ponerlos debajo de nuestros pies. Y cuando tengamos el poder para poner a todos nuestros enemigos debajo de nuestros pies en este mundo, así como el conocimiento para triunfar sobre todos los espíritus malos en el mundo venidero, entonces seremos salvos, como en el caso de Jesús, quien había de reinar hasta poner a todos Sus enemigos debajo de Sus pies, y el postrer enemigo fue la muerte [véase 1 Corintios 15:25–26].
“Tal vez haya aquí algunos principios que pocos hombres han considerado. Ninguna persona puede lograr esta salvación, sino mediante un tabernáculo.
“En este mundo los hombres son egoístas por naturaleza, son ambiciosos y se afanan por aventajar a los demás; sin embargo, algunos están dispuestos a edificar a otras personas así como a sí mismos. En igual manera, hay una diversidad de espíritus en el otro mundo. Algunos tratan de aventajar; y así fue con Lucifer cuando cayó, él ambicionaba cosas que eran ilícitas. Por consiguiente, fue echado fuera, y se dice que llevó a muchos tras de sí; y la severidad de su castigo es que no puede tener un tabernáculo. Ése es su castigo”14.
Dios nos ha dado albedrío moral y la potestad de escoger
“Si los hombres desean obtener la salvación, tienen que sujetarse, antes de salir de este mundo, a ciertas reglas y principios que se establecieron por decreto inalterable antes que el mundo fuese… La organización de los mundos espirituales y celestiales, y de los seres espirituales y celestiales, concordaba con el más perfecto orden y armonía: sus límites y términos fueron fijados irrevocablemente, y estos mismos seres los aceptaron voluntariamente en su estado celestial y nuestros primeros padres los aceptaron sobre la tierra. De ahí la importancia de aceptar y obedecer los principios de verdad eterna, por parte de todo hombre en la tierra que espere ganar la vida eterna”15.
“Todas las personas tienen derecho a gozar de su albedrío, porque Dios lo ha ordenado así. Él ha hecho a los seres humanos agentes morales, y les ha dado potestad para escoger el bien o el mal, para procurar aquello que sea bueno siguiendo el camino de santidad en esta vida, el cual brinda paz mental y gozo en el Espíritu Santo aquí y una plenitud de gozo y felicidad a Su diestra en el más allá; o para seguir un camino de maldad, andando en el pecado y la rebelión contra Dios y, de ese modo, provocar la condenación de su alma en este mundo y una privación eterna en el mundo por venir”16.
“Satanás no puede seducirnos con sus señuelos a menos que lo consintamos en nuestro corazón y nos dejemos vencer. Nuestra organización es tal que podemos resistir al diablo; si no estuviéramos organizados de esa manera, no seríamos agentes libres”17.
“El diablo sólo tiene poder sobre nosotros cuando se lo permitimos; en el momento en que nos rebelamos contra algo que proviene de Dios, el diablo obtiene potestad”18.
El 16 de mayo de 1841, el Profeta dirigió la palabra a los santos: “El presidente José Smith… observó que generalmente se culpaba a Satanás de las cosas malas que cometíamos, pero que si él fuera el causante de toda nuestra iniquidad, los hombres no podrían ser condenados. El diablo no podía obligar al género humano a cometer lo malo; todo se hacía voluntariamente. Los que resistían al Espíritu de Dios corrían peligro de ser conducidos a la tentación, y todos aquellos que se negaran a participar en tan grande gloria entonces serían privados de la asociación celestial. Dios no ejercería ninguna compulsión, y el diablo no podría hacerlo; y eran absurdas esas ideas que muchos tenían [sobre estos temas]”19.
Eliza R. Snow registró lo siguiente: “[José Smith] afirmó que no le importaba con cuánta velocidad avanzáramos por el sendero de la virtud; si resistimos el mal, no habrá peligro. Ni Dios, ni los hombres, ni los ángeles condenan a aquellos que resisten todo lo que es malo, y los demonios no pueden hacerlo, porque así como el diablo no puede destronar a Jehová, tampoco puede vencer a un alma inocente que resista todo lo que es malo”20.
Sugerencias para el estudio y la enseñanza
Considere estas ideas al estudiar el capítulo o al prepararse para enseñarlo. Si necesita más ayuda, consulte las páginas VII–XIII.
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¿Cuáles son algunas de las verdades específicas sobre el plan de salvación y el propósito de la vida que conocemos por las revelaciones del profeta José Smith? ¿Cómo le han ayudado a usted esas verdades?
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José Smith enseñó que el plan de salvación es “un tema que deberíamos estudiar más que cualquier otro” (pág. 222) y “un tema que debería ocupar nuestra atención estrictamente” (págs. 219–220). ¿Cómo podemos estudiar el plan de salvación? En nuestras actividades diarias, ¿qué debemos hacer para dar a ese plan la debida atención? ¿Cuáles son algunas maneras en que podemos enseñarlo a otras personas?
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Repase las enseñanzas de José Smith sobre el concilio de los cielos y nuestra naturaleza eterna (págs. 220–222). El hecho de conocer esas doctrinas, ¿cómo puede ser una bendición en su vida terrenal?
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El profeta José testificó que “todas las mentes y todos los espíritus que Dios ha enviado al mundo son susceptibles al crecimiento” (pág. 221). ¿Qué significan esas palabras? Esa verdad, ¿qué influencia puede tener en la forma en que usted enfrenta las dificultades? ¿Y en lo que piensa de su propio valor y aptitudes? ¿Y en la forma en que trata a otras personas?
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Lea el primer párrafo de la página 222 y reflexione sobre las bendiciones que recibimos si prestamos “cuidado y diligencia… a la luz que se comunica del cielo”.
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Repase las enseñanzas de José Smith sobre la importancia de tener un cuerpo físico (págs. 222–224). ¿Cómo puede influir ese conocimiento en la forma en que cuidamos nuestro cuerpo?
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Lea el último párrafo de la página 224 y el primero de la página 225. Piense en lo que significan para usted esas enseñanzas al poner en práctica su albedrío. ¿Cuáles son algunas de las cosas específicas que debemos hacer para resistir la influencia de Satanás?
Pasajes de las Escrituras relacionados con el tema: 2 Nefi 2:25; 9:6–12; Alma 34:31–33; D. y C. 76:25–32; 101:78; Abraham 3:22–25