¿Cuál es mi propósito en la vida?
La creación y la Caída
La tierra fue creada para ser un lugar en donde los hijos de nuestro Padre Celestial pudieran vivir y obtener experiencia. Adán y Eva fueron los primeros hijos de Dios en venir a la tierra; vivieron en un lugar llamado el Jardín de Edén, en donde aún se encontraban en la presencia de Dios.
Nuestro Padre Celestial dio a Adán y a Eva el albedrío, o sea, la libertad de escoger. Les mandó que no comiesen del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. El obedecer ese mandamiento significaba que podrían permanecer en el jardín, pero que no podrían progresar al aprender por medio de las experiencias y los desafíos. Satanás tentó a Adán y a Eva para que comiesen del fruto prohibido, y ellos eligieron hacerlo; era parte del plan de Dios. Debido a su decisión, fueron separados de la presencia de Dios, tanto física como espiritualmente; se volvieron mortales, o sea, estaban sujetos al pecado y a la muerte; y no podrían volver a Él sin Su ayuda. A su separación de Dios, tanto física como espiritual, se le llama la Caída.
“Si Adán no hubiese transgredido, no habría caído, sino que habría permanecido en el jardín de Edén…
“Y [Adán y Eva] no hubieran tenido hijos; por consiguiente, habrían permanecido en un estado de inocencia, sin sentir gozo, porque no conocían la miseria; sin hacer lo bueno, porque no conocían el pecado.
“Pero he aquí, todas las cosas han sido hechas según la sabiduría de aquel que todo lo sabe.
“Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres para que tengan gozo”.
2 Nefi 2:22-25
Nuestro Padre Celestial envió ángeles y al Espíritu Santo para que enseñaran a Adán y a Eva el Plan de Salvación. La expiación de Jesucristo es la parte central de este plan, la cual permite que los hijos de Dios superen los efectos ocasionados por la Caída y tengan gozo en esta vida y en la eternidad.
Su vida en la tierra
Debido a la Caída, usted está separado de Dios, tanto física como espiritualmente. Esa separación es parte del plan de Dios para Sus hijos. El propósito de que usted dejara Su presencia para venir a la tierra incluye el adquirir un cuerpo, obtener experiencia y aprender a tomar las decisiones correctas.
Muchos aspectos de la vida brindan felicidad, mientras que otros traen pesar. Esas experiencias le ayudan a aprender a distinguir entre el bien y el mal, y a tomar decisiones correctas. Dios influye en usted para hacer el bien y para que le siga, mientras que Satanás lo tienta para que no le haga caso a Dios y cometa pecados. (El pecar es optar deliberadamente por hacer lo malo o no hacer lo correcto.) Si usted elige seguir a Dios y guardar Sus mandamientos, progresa en sabiduría y fortaleza de carácter; puede experimentar gozo aun en momentos de tribulación, y puede afrontar los desafíos de la vida con un espíritu de paz.
Usted ha tomado muchas buenas decisiones en su vida, pero también ha tomado algunas malas. Cuando toma malas decisiones y peca, en cierta forma se aleja de Dios. En las Escrituras, a esta separación se le llama muerte espiritual. Además de alejarse de Dios, el pecado también hace que se sienta culpable y avergonzado. Usted solo no puede vencer el pecado ni sus consecuencias.
La expiación de Jesucristo
Debido a que nuestro Padre Celestial lo ama, envió a Su Hijo Jesucristo a pagar por los pecados de usted. Ese pago es parte de la expiación de Jesucristo. Él sufrió voluntariamente por los pecados, los dolores, las enfermedades y las penas de usted. Por medio de Su gracia y de Su misericordia, Él puede ayudarlo con sus pruebas y aliviarlo de la culpa y de la pena que son el resultado de sus pecados.
Al pagar por sus pecados, Jesús no lo privó de su albedrío ni de su responsabilidad personal; Él no lo purificará en contra de su voluntad. Para recibir Su ayuda y Su fortaleza, usted debe ejercer fe en Él, arrepentirse, ser bautizado, recibir el Espíritu Santo y optar por seguir Sus enseñanzas el resto de su vida. Al confiar en la Expiación, usted sentirá el amor de Dios y Él lo ayudará a soportar sus pruebas; y usted sentirá gozo, paz y consuelo. Todo lo que parece ser injusto en la vida se rectificará a través de la expiación de Jesucristo y de la misericordia y del amor de nuestro Padre Celestial. La Expiación es el núcleo del Plan de Salvación.