Capítulo 11
Zacarías habla del Mesías — El Mesías será entregado por treinta piezas de plata — El dinero será entregado al alfarero en la casa de Jehová.
1 ¡Oh Líbano, abre tus puertas, y consuma el fuego tus cedros!
2 Aúlla, oh ciprés, porque el cedro cayó, porque los árboles magníficos son derribados. Aullad, oh encinas de Basán, porque el bosque impenetrable es derribado.
3 Voz de aullido de pastores, porque su magnificencia es asolada; estruendo de rugidos de cachorros de leones, porque la soberbia del Jordán es destruida.
4 Así ha dicho Jehová mi Dios: Apacienta las ovejas de la matanza,
5 a las cuales matan sus compradores y no se tienen por culpables; y el que las vende dice: Bendito sea Jehová, porque me he enriquecido; ni aun sus pastores tienen piedad de ellas.
6 Por tanto, no tendré ya más piedad de los moradores de la tierra, dice Jehová, sino que he aquí, yo entregaré a los hombres, a cada cual en manos de su compañero y en manos de su rey; y asolarán la tierra, y yo no los libraré de sus manos.
7 Apacenté, pues, las ovejas de la matanza, esto es, a los pobres del rebaño. Y tomé para mí dos cayados: a uno le puse por nombre Gracia, y al otro, Ataduras; y apacenté las ovejas.
8 Y destruí a tres pastores en un mes; y mi alma se impacientó con ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí.
9 Y dije: No os apacentaré; la que ha de morir, que muera; y la que ha de ser destruida, que sea destruida; y las que queden, que cada una coma la carne de su compañera.
10 Tomé luego mi cayado Gracia y lo quebré, para romper mi convenio que había concertado con todos los pueblos.
11 Y fue roto en ese día, y así supieron los pobres del rebaño, que me observaban, que era la palabra de Jehová.
12 Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron como mi salario treinta piezas de plata.
13 Y me dijo Jehová: Échalas al alfarero; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata y las eché en la casa de Jehová, al alfarero.
14 Quebré luego mi otro cayado, Ataduras, para romper la hermandad entre Judá e Israel.
15 Y me dijo Jehová: Toma de nuevo los aperos de un pastor insensato;
16 porque he aquí, yo levanto a un pastor en la tierra que no visitará a las que van a ser destruidas, ni buscará a la pequeña, ni curará a la perniquebrada ni sustentará a la sana, sino que comerá la carne de la engordada y romperá sus pezuñas.
17 ¡Ay del pastor inútil que abandona el rebaño! Hiera la espada su brazo y su ojo derecho; del todo se secará su brazo, y su ojo derecho será enteramente oscurecido.