Yo había luchado para vencer la pornografía. ¿Por qué él no?
Cuando me enteré de que mi novio tenía problemas con la pornografía, me esforcé todo lo que pude por ayudarlo a acudir al Salvador para recibir ayuda.
La autora vive en Guatemala.
Había estado saliendo durante aproximadamente un año con un joven de quien estaba profundamente enamorada, ¡y realmente pensaba que me iba a casar con él! Sin embargo, nunca pensé que salir con él causaría que tuviera que afrontar un problema que yo misma había luchado por vencer con todas mis fuerzas.
Cuando me estaba preparando para ir a la misión, tuve que ir a hablar con el obispo y confesar que había tenido problemas con la pornografía en el pasado. Una vez que me arrepentí y eliminé de mi espíritu esa carga, nunca pensé que la pornografía afectaría mi vida de nuevo; pero estaba equivocada.
Cuando me enteré de que el hombre con el que planeaba casarme veía pornografía, estaba deseosa de ayudarlo y apoyarlo para que venciera su problema. Yo había pasado anteriormente por el proceso de arrepentimiento y hecho el esfuerzo por superar la pornografía, y sabía lo que el Señor podía hacer por él. Sin embargo, parecía que, cada vez que trataba de guiarlo hacia la ayuda que necesitaba para superar su problema, las cosas siempre salían mal. No parecía querer ayuda. Después de un tiempo, me di cuenta de que no pensábamos lo mismo en cuanto a la pornografía. Es cierto que los dos éramos miembros de la Iglesia, pero las enseñanzas del Evangelio no parecían significar lo mismo para los dos.
Me sentía frustrada. Lo amaba y creía que, con ayuda, él podía vencer su problema. También me sentía vulnerable porque tenía que afrontar el mismo problema que me había esforzado tanto por vencer en el pasado. Una noche decidí orar al Padre Celestial y pedirle sabiduría sobre cómo seguir adelante, porque necesitaba el poder para resistir la tentación y también quería saber cómo apoyar a la persona con la que planeaba compartir mi vida.
Cuando finalmente recibí la respuesta, sentí paz y supe que tenía que hablar con mi novio con un propósito en mente. Quería que supiera lo que yo esperaba de una relación de noviazgo, que era casarme en el templo y tener hijos. Necesitaba saber si deseábamos el mismo futuro y si él se estaba acercando al Salvador; precisaba saber si debíamos continuar la relación. Tenía grandes esperanzas y creía que, después de que habláramos, todo estaría bien.
Era una tarde soleada cuando compartí con él mis sueños y metas sobre mi futura familia y la crianza de mis hijos en el Evangelio. Para mi sorpresa, después de escucharme, se molestó conmigo. Me di cuenta de que teníamos ideas muy diferentes sobre el futuro. Quedé destrozada; pero lo sorprendente fue que sentí paz y supe que mi respuesta era dar fin a la relación. Él no estaba en una posición en la que deseara esforzarse por superar su problema con la pornografía ni volverse al Salvador para pedir Su ayuda, y yo no podía ayudarlo si él no quería ayuda.
Por un tiempo me pregunté por qué aun después de hacer lo correcto y de hacer todo lo que pude por ayudarle mi corazón igual quedó hecho pedazos. Sin embargo, con el tiempo, lloré las últimas lágrimas por él y me concentré en esa paz que había sentido cuando di fin a la relación. Sabía que la respuesta había venido del cielo.
Han pasado algunos años desde que mi relación con ese hombre terminó, y todavía lo veo como la buena persona que siempre fue. Sin embargo, sé que es él quien debe acudir al Salvador para recibir ayuda; yo no puedo forzarlo. Él tiene su albedrío y yo el mío. Desde que tuve esa experiencia, he tratado de seguir la voz del Espíritu Santo sin vacilar. Sé que el Padre Celestial tiene un plan para todos nosotros y que podemos confiar, a medida que tomamos decisiones basadas en los susurros del Espíritu, en que Él nunca nos llevará por mal camino. Él siempre nos está preparando para lo bueno que está por venir.