Cómo seguí adelante después de enterarme de que mi prometido veía pornografía
Mi prometido finalmente admitió que tenía problemas con la pornografía. ¿Podía casarme con él todavía?
La autora vive en Polinesia Francesa.
Conocí a mi esposo cuando los dos éramos consejeros de EFY. Me impresionó su fuerte testimonio y la manera en la que enseñaba a los jóvenes y se relacionaba con ellos.
Cuando empezamos a salir, sentimos que el Señor esperaba algo de nuestra relación. Sin embargo, a medida que la relación iba progresando, él llegó a ser más insistente en la forma en la que demostraba afecto. Comencé a sospechar que tenía dificultades con la pornografía, pero cuando hablamos al respecto, él negó tener problemas con ello.
Fijamos reglas más estrictas para protegernos. Cuando me propuso matrimonio, yo acepté y las cosas mejoraron, hasta que un día, nuevamente, comenzó a insistir en demostrar que me amaba de maneras que me hacían sentir incómoda.
Yo seguía sospechando que veía pornografía, de modo que, un día, le conté sobre una de mis compañeras de la misión que había tenido problemas con la pornografía antes de ser misionera. Me esforcé lo más posible por sonar comprensiva y amorosa, y por no tener una actitud de crítica, porque ella realmente es una buena persona. Entonces le volví a preguntar si era adicto a la pornografía y finalmente me dijo que sí.
Dolor y sanación
Al principio me resultó difícil hablar con él y mirarlo a los ojos. Mis sentimientos eran casi intolerables porque sentía que el Señor me había dicho que ese hombre podía ser mi compañero eterno. Sin embargo, aun cuando me sentía herida, sabía que tenía que esforzarme por perdonarlo y sentí la impresión de no renunciar a nuestro noviazgo.
Oré mucho y estudié discursos sobre el perdón y el uso de la pornografía; leí muchos artículos y testimonios de personas casadas cuyo cónyuge tenía dificultades con ese veneno. Al leer, sentí el amor del Salvador por mí y por mi prometido, y recibí otra confirmación de que ese hombre era realmente mi compañero eterno. También entendí un aspecto diferente de la expiación del Salvador: cómo Él puede sanar un alma arrepentida (la de mi prometido) y un corazón herido (el mío).
Un factor importante de nuestra jornada fue hablar con el obispo de mi prometido. Su guía nos ayudó a sanar y a tener una relación más estrecha como pareja. Fue muy paciente cuando mi esposo reincidió, y su ejemplo cristiano y amoroso me inspiró y me ayudó a perdonar y a esforzarme por superar ese problema con mi prometido.
Por un tiempo, fue tan difícil para mi prometido verme sufrir a causa de sus decisiones que casi renunció a casarse conmigo; pero después de trabajar juntos durante meses para que llegara a ser limpio, finalmente sintió que tanto el Señor como yo lo habíamos perdonado sinceramente.
Con el tiempo, nos casamos, y nuestra relación es más fuerte que nunca. Esa experiencia nos ha ayudado a no tener vergüenza de hablar el uno con el otro de nuestros problemas; y aun cuando ya no tiene problemas con la pornografía, seguimos estando muy atentos y nos rendimos cuentas el uno al otro.
Su relación puede funcionar
Si su relación está siendo envenenada por los efectos de la pornografía, sepan que es posible perdonar; es posible seguirse amando y trabajando juntos para encontrar soluciones y superarla. Todos tenemos derecho a recibir la sanación que la expiación del Salvador ofrece. Tenemos que aceptar que estamos heridos y que solo con la ayuda del Salvador podremos ser sanados completamente.
La historia de cada persona es única, al igual que cada relación. Para algunas personas, dar fin a la relación podría ser la decisión correcta, pero espero que nuestra historia pueda ayudar a otras personas que se encuentren en circunstancias similares a la nuestra. Puesto que recibí esa confirmación del Espíritu Santo, con la ayuda del Salvador y mediante Su expiación, pude perdonar a mi prometido y continuar nuestra relación. Sé que fue la decisión correcta para mí.
Si se encuentran ante una situación similar, consideren en oración su situación actual y lo que el futuro podría deparar. Si reciben la confirmación del Espíritu de que continuar la relación es lo que deben hacer y se sienten seguros, sepan que, con el esfuerzo de ambos y al confiar en el Padre Celestial, su relación puede funcionar.
Mi esposo es un hombre maravilloso, ¡y lo amo más que nunca! No puedo agradecerle al Señor lo suficiente que nos ayudara a sanar y e hiciera posible que nos casáramos. El Señor nos ayudó a crecer juntos como una pareja que está lista para afrontar lo que sea que Él haya planeado para nuestra vida juntos.