2020
La Primera Visión: Un modelo para recibir revelación personal
Febrero de 2020


La Primera Visión: Un modelo para recibir revelación personal

Como resultado de su experiencia en la Arboleda Sagrada, el profeta José Smith enseñó la forma en la que podemos recibir revelación personal como parte de nuestra vida cotidiana.

painting of First Vision

La Primera Visión, por Walter Rane.

El 200.º aniversario de lo que llamamos “la primera visión de José Smith” es una gran oportunidad para que aumentemos nuestra fe en su misión profética y aprendamos de su ejemplo la forma de aumentar nuestra propia capacidad para recibir revelación personal de Dios.

Cuando José Smith, un joven de catorce años, salió de la arboleda ubicada en Palmyra, Nueva York, EE. UU., sabía por sí mismo que Dios se comunica con Sus hijos en la tierra. Él creía las palabras que había leído en la Biblia:

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

“Pero pida con fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la ola del mar, que es movida por el viento y echada de una parte a otra” (Santiago 1:5–6).

José Smith actuó sin temor con respecto a esa promesa, al igual que todos lo podemos hacer. El presidente Russell M. Nelson ha dicho lo siguiente en cuanto a nuestra oportunidad: “Si algo nos enseña la experiencia trascendental que tuvo José Smith en la Arboleda Sagrada, es que los cielos están abiertos y que Dios habla a Sus hijos”1.

Dios cumple Su promesa de comunicarse con Sus hijos en la tierra si se lo piden y si reúnen los requisitos para recibir esa comunicación. Como resultado de su experiencia en la Primera Visión, y por la gran afluencia de revelación que recibió a lo largo de la Restauración, el profeta José Smith enseñó la forma en la que podemos recibir revelación personal como parte de nuestra vida cotidiana.

José enseñó: “Cuando estemos dispuestos a venir a Él, también Él estará dispuesto a venir a nosotros”2.

Los cielos están abiertos

Nuestro desafío consiste en actuar de tal manera que podamos recibir los mensajes de verdad que nuestro Padre Celestial está listo para enviarnos como revelación y reconocer lo que Él ya ha enviado. La experiencia que tuvo José Smith proporciona un ejemplo al respecto. Es probable que José hubiese leído el libro de Santiago y otros libros bíblicos varias veces, como nosotros lo hemos hecho; pero un día, por medio de la influencia del Espíritu Santo, reconoció el mensaje que lo condujo a la Arboleda Sagrada. Este es su relato al descubrir un mensaje de Dios enviado mucho tiempo antes:

“Agobiado bajo el peso de las graves dificultades que provocaban las contiendas de estos grupos religiosos, un día estaba leyendo la Epístola de Santiago, primer capítulo y quinto versículo, que dice: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada.

“Ningún pasaje de las Escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que este en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo; porque no sabía qué hacer, y a menos que obtuviera mayor conocimiento del que hasta entonces tenía, jamás llegaría a saber; porque los maestros religiosos de las diferentes sectas entendían los mismos pasajes de las Escrituras de un modo tan distinto, que destruían toda esperanza de resolver el problema recurriendo a la Biblia” (José Smith—Historia 1:11–12).

La experiencia que tuvo José Smith es un modelo que podemos seguir para reconocer los mensajes personales de Dios. ¿Por qué un pasaje de las Escrituras se introdujo con inmenso poder y penetró con enorme fuerza en cada fibra de su corazón? ¿Y por qué reflexionó sobre él una y otra vez?

Tal vez haya muchas razones por las que Dios pudo hablar de manera tan potente al joven José, pero una razón primordial fue que el corazón de José estaba preparado.

Un corazón quebrantado es un corazón preparado

José tenía el corazón quebrantado al menos por dos razones. Quería el perdón de sus pecados y debilidades, y sabía que ese perdón solo podía llegar mediante Jesucristo. Además, estaba ansioso por saber cuál de las iglesias rivales estaba en lo correcto y a cuál debía unirse.

José había sido preparado al tener fe en que Jesús es el Cristo, su Salvador. Con esa fe y con un corazón humilde, estaba listo. De los sentimientos que tuvo en ese momento, dijo: “Clamé al Señor pidiendo misericordia, porque no existía nadie más a quien dirigirme para obtenerla”3.

Él estaba preparado —como nosotros podemos estarlo— para reclamar la promesa de Santiago. El flujo de revelación que se recibió permitió al Señor cambiar la vida de José y bendecir la vida de todos los hijos de nuestro Padre Celestial, y de sus familias, que han venido a la vida terrenal o que vendrán a ella.

Una bendición trascendental para ustedes y para mí es que podemos aprender del ejemplo de José la forma de recibir luz y conocimiento de Dios. Al seguir el ejemplo de José, podemos brindar alegría duradera a quienes amamos y servimos en nombre del Señor. Luego, el ejemplo de ellos puede transmitir la bendición de la revelación personal a lo largo de una cadena cuyo final no podemos ver, pero que el Padre Celestial sí puede ver.

painting of young Joseph Smith

Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, por Walter Rane.

Prepararnos para recibir revelación

El modelo de preparación de José para recibir revelación personal era simple y fácil de emular, pero no es necesariamente un conjunto único de pasos, donde uno conduce a otro. Cada uno de ustedes es un hijo singular de Dios, por lo que tiene diferente capacidad para aprender y diferentes formas de aprender la verdad. Sin embargo, en el ejemplo de José, se puede ver cómo algunas revelaciones de luz y verdad son esenciales para prepararse para recibir revelación personal continua. El Señor conocía ese hecho cuando nos dio las oraciones sacramentales a cada uno de nosotros como un patrón para prepararnos para recibir revelación personal mediante el Espíritu Santo.

Tal vez para ustedes sea diferente, pero cuando yo oigo las palabras: “Oh Dios, Padre Eterno” (Doctrina y Convenios 20:77, 79), me embarga un cálido sentimiento de amor. Las palabras de las oraciones sacramentales traen a mi memoria el recuerdo de lo que sentí al salir de una pila bautismal en Filadelfia, Pensilvania, EE. UU., cuando tenía ocho años. En ese momento supe que Jesús era mi Salvador y sentí el gozo de estar limpio. A veces recuerdo una pintura de Él en la cruz y saliendo de Su tumba. Sobre todo, lo que me sobreviene es un sentimiento de gratitud y amor por Él.

Cuando escucho las palabras de que debo testificar que estoy dispuesto a “recordarle siempre, y a guardar sus mandamientos”, siento una humilde necesidad de arrepentimiento y perdón. Después, cuando escucho la promesa de que puedo tener Su Espíritu conmigo (véase Doctrina y Convenios 20:77), siento que es verdad; y, en cada ocasión, siento luz, paz y la certeza de que puedo oír mensajes revelados de Dios.

José Smith, a los catorce años, no tenía las oraciones sacramentales cuando se lo estaba preparando para las revelaciones personales que recibió en la Arboleda Sagrada y durante el resto de su vida. Sin embargo, siguió un modelo que todos podemos seguir para hacernos merecedores de recibir revelación personal continua:

  • Estudió las palabras que Dios ya había revelado en las Escrituras.

  • Reflexionó sobre lo que había leído y sentido.

  • Acudió a las Escrituras a menudo y con detenimiento.

  • Debido a la fe que obtuvo al estudiar y reflexionar, decidió orar.

  • Cuando llegó la revelación, recibió verdad y luz, vivió la verdad que se le había concedido y buscó más verdad.

  • Acudió de nuevo a las Escrituras y recibió más revelaciones de Dios, las cuales escribió.

  • Continuó orando y obedeciendo, y así recibió más luz e instrucciones.

El presidente Nelson ha descrito la maravillosa oportunidad que se recibe al seguir el ejemplo de José Smith: “Del mismo modo, ¿a qué dará comienzo la búsqueda de ustedes? ¿De qué sabiduría carecen? ¿Qué sienten que necesitan saber o comprender con urgencia? Sigan el ejemplo del profeta José; encuentren un lugar tranquilo a donde puedan ir con regularidad; humíllense ante Dios; derramen su corazón a su Padre Celestial; acudan a Él para recibir respuestas y consuelo”4.

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Satanás se opone a la revelación

Al seguir el ejemplo de José Smith, ustedes estudiarán cuidadosamente su ejemplo de valor y perseverancia. Es posible que al orar no encuentren la resistencia que él enfrentó en la Arboleda Sagrada, pero sería prudente que la recordaran. José describió esa resistencia de esta manera:

“Después de apartarme al lugar que previamente había designado, mirando a mi derredor y encontrándome solo, me arrodillé y empecé a elevar a Dios el deseo de mi corazón. Apenas lo hube hecho, cuando súbitamente se apoderó de mí una fuerza que me dominó por completo, y surtió tan asombrosa influencia en mí, que se me trabó la lengua, de modo que no pude hablar. Una densa obscuridad se formó alrededor de mí, y por un momento me pareció que estaba destinado a una destrucción repentina.

“Mas esforzándome con todo mi aliento por pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se había apoderado de mí, y en el momento en que estaba para hundirme en la desesperación y entregarme a la destrucción —no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo invisible que ejercía una fuerza tan asombrosa como yo nunca había sentido en ningún otro ser— precisamente en este momento de tan grande alarma vi una columna de luz, más brillante que el sol, directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendió hasta descansar sobre mí” (José Smith—Historia 1:15–16).

Esa terrible oposición, que continuó durante toda la vida de José, se produjo porque Lucifer quería poner un alto a la revelación que conduciría a la restauración del evangelio de Jesucristo. Las oraciones de ustedes pidiendo recibir revelación de Dios enfrentarán menos oposición, pero deben seguir el ejemplo de valentía y perseverancia de José.

Es probable que Satanás utilice medios más sutiles para oponerse a sus esfuerzos por recibir y retener la revelación personal. Una forma de hacerlo será su intención de enviarles mentiras, su método de revelación falsa. Tratará de enviarles mensajes cuyo fin es hacerles creer que no hay Dios, ni Jesucristo resucitado, ni profetas vivientes ni revelación; que José Smith fue engañado, y que lo que ustedes sienten y los susurros del Espíritu Santo son el delirio de “una mente desvariada” (Alma 30:16).

Lanzará esas mentiras hacia ustedes, del mismo modo que atacó a José, en el preciso momento en el que estén a punto de orar y, de nuevo, después de que hayan recibido revelación. He encontrado dos formas de escapar de esos ataques.

En primer lugar, nunca se debe demorar una impresión de orar, no hay que dar lugar a que surjan dudas. El presidente Brigham Young (1801–1877) dijo que la persona que espera hasta sentir ganas de orar tiene menos probabilidades de orar5.

Segundo, escribir rápidamente los mensajes que se reciben de Dios. He descubierto que la impresión espiritual que estaba clara hace un minuto se puede empañar o desaparecer unos minutos más tarde. Incluso en medio de la noche, he aprendido a levantarme y anotar las impresiones. De lo contrario, se pueden perder.

En esto, José nos da otra lección. Él escribió la experiencia de la Primera Visión varias veces y la describió a varias personas a lo largo de los años. Al igual que otros profetas, incluso el profeta José aprendió la importancia y la dificultad de captar en palabras la verdad revelada.

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La revelación bendice a nuestra posteridad

Al igual que José Smith, podemos bendecir a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos con palabras de revelación que recibimos de Dios. Debido a que somos personas con necesidades singulares, tal vez solo una parte de la revelación que recibamos para nosotros se aplique a aquellos de quienes somos responsables ante Dios. Pero la evidencia escrita de que Dios nos ha hablado puede ser para ellos la misma bendición que la que el profeta José nos dio a nosotros.

La Primera Visión nos demuestra que los cielos están abiertos; Dios escucha nuestras oraciones; Él se revela a Sí mismo y a Su Hijo a nosotros. El Espíritu Santo habla al corazón de aquellos que están preparados para escuchar y sentir la voz suave y apacible. Podemos transmitir esas lecciones y ese mensaje a aquellos a quienes amamos y que vendrán después de nosotros.

Gracias sean dadas a nuestro benévolo Padre Celestial, que nos ama, que escucha nuestras oraciones y que dijo del Salvador en nuestros días: “Este es mi Hijo Amado: ¡Escúchalo!” (José Smith—Historia 1:17). Gracias sean dadas al Señor Jesucristo, quien restauró Su Iglesia mediante el profeta José Smith. Y gracias sean dadas al Espíritu Santo, que anhela ser nuestro compañero constante.

Testifico que la respuesta a esta oración de un niño es “Sí”:

Padre Celestial, dime, ¿estás ahí?

¿Y escuchas siempre cada oración?6.

Ruego que, al igual que lo hizo el profeta José Smith y lo hace nuestro actual profeta viviente, aceptemos la invitación de nuestro amoroso Padre Celestial, de nuestro Salvador y del Espíritu Santo para recibir la luz y la verdad de la revelación personal todos los días de nuestra vida.

Notas

  1. Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, Liahona, mayo de 2018, pág. 95.

  2. Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007 pág. 43.

  3. José Smith, en “Relatos de la Primera Visión”, Relato de 1832, Ensayos sobre Temas del Evangelio, ChurchofJesusChrist.org/topics/essays; se actualizó la puntuación.

  4. Véase Russell M. Nelson, “Revelación para la Iglesia, revelación para nuestras vidas”, pág. 95.

  5. Véase Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: Brigham Young, 1997, págs. 49–50.

  6. “Oración de un niño”, Canciones para los niños, págs. 6–7.

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