2020
La aventura de la vida terrenal
Noviembre de 2020


La aventura de la vida terrenal

De un devocional mundial para jóvenes adultos titulado “La aventura de la vida terrenal”, pronunciado por el élder Dieter F. Uchtdorf y la hermana Harriet Uchtdorf en el Centro de Conferencias el 14 de enero de 2018.

Crean, y Dios estará con ustedes. Inclinen su corazón hacia Él, y Él los guiará en su trayecto.

Elder and Sister Uchtdorf with young adults at the Conference Center

Es tan bueno estar con ustedes hoy y sentir su espíritu, su fortaleza, su energía. Estoy muy feliz de que hayan tenido la oportunidad de escuchar a la hermana Uchtdorf. Harriet de verdad es la luz de mi vida. Todo el que la conoce, la ama. Es la clase de persona que hace que los que la rodean sean mejores y más felices, y ciertamente ha surtido esa influencia en mí.

Acabamos de celebrar nuestro 55 aniversario de bodas. Cuando vemos a nuestros dos hijos y sus cónyuges, a nuestros seis nietos con sus familias y a nuestros cuatro bisnietos, nos sorprende la grandiosa aventura que ha sido nuestra vida.

La era de respuestas instantáneas

Se me ocurrió algo interesante mientras me preparaba para este evento. Sí, es verdad, apenas recuerdo la época en que tenía entre 18 y 30 años, pero a pesar de mi edad actual, todavía me siento joven por dentro. De hecho, la mayoría de nosotros, las personas mayores, nos consideramos jóvenes que simplemente han estado viviendo mucho tiempo.

Cuando nos ven a nosotros, la “generación mayor”, podría sorprenderles que tenemos mucho más en común con su generación de lo que se imaginan. Creo que las diferencias entre los hijos del Padre Celestial, cualquiera sea su edad, son pequeñas comparadas con las similitudes. Por ejemplo, muchos de ustedes tienen preguntas sobre Dios y sobre ustedes mismos, preguntas profundas y fundamentales que son similares a aquellas que formularon personas mucho mayores que ustedes:

“¿Realmente existe Dios? ¿Se preocupa por nosotros?”

“¿Estoy en el camino correcto?”

“¿Por qué a veces me siento vacío, abrumado, ignorado o solo?”

“¿Por qué no ha intervenido Dios en mi vida?”

“¿Por qué no contestó Él una oración?”

“¿Por qué permitió Él que yo experimentara esta tristeza, enfermedad o tragedia?”

Esas pueden ser preguntas difíciles de responder.

En esta era de respuestas instantáneas, donde el conocimiento aparentemente absoluto e irrefutable se halla con apenas una búsqueda de Google, a veces nos frustramos cuando las respuestas a nuestras preguntas más personales, importantes y urgentes se demoran. Elevamos el corazón al cielo y todo lo que parecemos obtener es un “cursor de espera” frustrante y giratorio.

No nos gusta esperar.

Cuando tenemos que esperar más de unos segundos para que un buscador responda, suponemos que la conexión se cortó o falló. En nuestra frustración, hasta podríamos abandonar la búsqueda. Sin embargo, cuando se trata de preguntas eternas —asuntos del alma— debemos tener más paciencia.

No todas las respuestas tienen el mismo valor. Las respuestas que provienen de la sabiduría del mundo o de la opinión popular son fáciles de conseguir, pero pierden su valor rápidamente cuando emergen nuevas teorías o tendencias. Las respuestas celestiales —las respuestas eternas— son invaluables. El recibir esas respuestas a menudo requiere sacrificio, trabajo y paciencia.

Vale la pena esperar a que lleguen esas respuestas.

Mi propósito es dar mi testimonio innegable de que el Padre Celestial los conoce, los escucha y nunca los abandonará. Al inclinar sus corazones hacia Él y esforzarse por seguir Su senda, Él intervendrá en sus vidas y dirigirá sus pasos en la travesía de esta grandiosa y emocionante aventura de la vida terrenal.

Unir los puntos

Uno de los grandes innovadores de nuestra época, Steve Jobs, de Apple, compartió esta reflexión: “No se pueden unir los puntos mirando hacia delante; solo se pueden unir mirando hacia atrás. Así que deben confiar en que los puntos se unirán de algún modo en su futuro”1.

¿Qué quiso decir con eso? A finales del siglo XIX, artistas como Georges Seurat y Paul Signac comenzaron a pintar con un nuevo estilo que se conocería como el neoimpresionismo. Su técnica consistía en llenar el lienzo con pequeñas manchas de color. De cerca, esos puntos parecen desconectados y al azar, pero cuando se contempla la pintura entera, se puede apreciar cómo los puntos se combinan en colores y cómo los colores toman formas que revelan un diseño hermoso. Lo que alguna vez parecía arbitrario e incluso confuso comienza a tener sentido.

Paul Signac painting

El palacio papal en Aviñón, por Paul Signac, de Getty Images.

A veces, nuestra vida es como el arte neoimpresionista. En ocasiones, los puntos de colores que componen los momentos y acontecimientos de nuestros días pueden parecer desconectados y caóticos; no podemos ver ningún orden en ellos; no podemos imaginar que tengan algún propósito.

Sin embargo, cuando damos un paso atrás y adquirimos una perspectiva eterna, cuando miramos nuestra vida en el marco del evangelio de Jesucristo, podemos comenzar a ver cómo los distintos puntos de nuestra vida están interconectados. Puede que aún no podamos ver toda la imagen, pero con paciencia podemos ver lo suficiente como para confiar en que hay un diseño hermoso y grandioso. Y al esforzarnos por confiar en Dios y seguir a Su Hijo Jesucristo, un día veremos el producto terminado y sabremos que la mano misma de Dios estaba guiando y dirigiendo nuestros pasos.

Sabremos que todo el tiempo el Artista Maestro tuvo un plan para aquellos puntos fortuitos. Veremos que Él amplió nuestros talentos, preparó oportunidades y nos dio posibilidades mucho más gloriosas de lo que podríamos haber imaginado o logrado por nosotros mismos. Ciertamente he visto eso en mi propia vida.

Mi aventura de la vida terrenal

Cuando era muy pequeño, mi familia se vio obligada a huir dos veces de nuestro hogar y dejar todo atrás. En ambas ocasiones, era evidente que en los lugares nuevos las personas nos consideraban “inferiores” a ellas. Entre los niños de mi edad, mi acento me marcaba como extranjero, y era un gran motivo para que me ridiculizaran y se rieran.

El trauma y estrés de nuestras mudanzas provocaron que me atrasara en mis estudios y perdiera un año escolar completo. En Alemania Oriental, había estudiado ruso como segundo idioma; fue difícil, pero me las arreglé. Ahora bien, en Alemania Occidental, se requería que aprendiera inglés.

¡Me parecía imposible! Pensaba que mi boca simplemente no estaba hecha para el idioma inglés.

En mi adolescencia, me enamoré de una joven increíble que tenía unos grandes y hermosos ojos marrones. Lamentablemente, ella no parecía tener el menor interés en mí.

De modo que allí estaba yo, un joven insignificante y en aprietos que vivía en la Alemania de la posguerra y que no parecía tener muchas posibilidades de éxito en la vida.

No obstante, tenía un par de cosas buenas a mi favor. Sabía que mi familia me amaba. En la escuela y en la Iglesia, los maestros me alentaban a establecer siempre metas elevadas. Aún recuerdo cuando un joven misionero estadounidense enseñó este principio de las Escrituras: “Si Dios es por [ti], ¿quién contra [ti]?”2.

Había algo en ello que me impactó con gran poder. “Si ese era el caso”, pensé, “entonces ¿por qué había de temer?”.

Así que creí; y confié en Dios.

Por un tiempo, estuve en un programa de formación. Uno de mis maestros me desafió a que apuntara más alto y asistiera a la escuela nocturna para estudiar ingeniería mecánica. Requirió mucho trabajo extra, ¡pero me ayudó a descubrir mi gran pasión por la aviación! Fue una gran sorpresa cuando me enteré de que para ser piloto tenía que saber inglés. Sin embargo, quería ser piloto, y de alguna manera milagrosa mi boca pareció cambiar y el inglés ya no era un idioma imposible.

Con una nueva motivación, con un compromiso renovado de trabajar arduamente y con confianza en el Padre Celestial, di pequeños pasos que me ayudaron a desarrollar la confianza de que podía hacerlo. Por supuesto, eso no significa que las cosas siempre fueron fáciles.

Cuando tenía 19 años, viajé a San Antonio, Texas, EE. UU., para comenzar mi entrenamiento de piloto de la Fuerza Aérea. En el avión, me senté junto a un hombre que tenía un acento texano. ¡Me di cuenta, con horror, de que el inglés que tan desesperadamente me había esforzado por aprender no era el mismo inglés que él hablaba!

Elder Uchtdorf in pilot school

En la escuela de entrenamiento para pilotos, las cosas también fueron difíciles. Era un programa extremadamente competitivo, en el que todos se disputaban el primer lugar en la graduación. Supe de inmediato que estaba en desventaja porque la mayoría de mis compañeros de clase hablaban inglés como primer idioma.

Mis instructores de vuelo me advirtieron sobre otra potencial desventaja: yo pasaba mucho tiempo en la Iglesia. Los miembros locales me dieron la bienvenida a su rama y a sus hogares, e incluso construimos juntos una capilla en Big Spring, Texas. A mis instructores les preocupaba que tales actividades estuvieran afectando mi oportunidad de obtener notas altas. Yo no pensaba lo mismo. Así que confié en Dios e hice las cosas lo mejor que pude.

Finalmente, aprendí inglés, aunque todavía estoy trabajando en ello. Finalicé mi entrenamiento de piloto, y terminé primero en mi clase. Llegué a ser piloto de combate y más tarde capitán de vuelos comerciales. Y aquella hermosa chica de mis sueños de grandes ojos marrones se convirtió en mi esposa.

Hagan las cosas pequeñas de manera perfecta

¿Hay una lección en eso? ¡Creo que hay muchas!

Una podría ser esta: No se dejen abrumar por las muchas tareas grandes y difíciles de la vida. Si se comprometen a hacer las cosas “fáciles” —las cosas “pequeñas” que Dios les pide que hagan— y las hacen tan perfectamente como puedan, llegarán las cosas grandes.

Algunas de esas cosas pequeñas y sencillas que podrían hacer perfectamente son estudiar las Escrituras, vivir la Palabra de Sabiduría, asistir a la Iglesia, orar con verdadera intención y pagar diezmos y ofrendas.

Hagan esas cosas incluso cuando no deseen hacerlas. Esos “sacrificios” pueden parecer pequeños, pero son importantes, porque “por sacrificios se dan bendiciones”3.

En cierta manera, sus sacrificios pequeños y simples son los puntos del diario vivir que forman la obra maestra de su vida. Puede que ahora no vean cómo se conectan los puntos, y todavía no necesitan verlo. Simplemente tengan la fe suficiente para el momento que están viviendo ahora; confíen en Dios, y “de las cosas pequeñas [procederán] las grandes”4.

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Confíen en Dios

Ahora bien, tal vez piensen: “Sí, élder Uchtdorf, todo eso está muy bien para usted; pero usted es un apóstol. Yo solo soy un miembro común de la Iglesia. Mis oraciones no reciben respuesta; mi vida no está siendo guiada. Si es que hay un plan para mí, es una versión barata, un plan de segunda mano, un plan cualquiera que debo aceptar y con el que debo conformarme”.

Mis queridos amigos, ustedes son hijos del Dios viviente, el Dios del universo. Él les ama, desea que tengan éxito y ha preparado un plan para que lo logren. Recuerden lo que dijo Steve Jobs: “No se pueden unir los puntos mirando hacia adelante; solo se pueden unir mirando hacia atrás”.

Cuando tenía la edad de ustedes, no tenía idea de a dónde me llevaría la vida. Definitivamente, no veía ningún punto conectándose frente a mí.

Pero confié en Dios; escuché el consejo de familiares amorosos y amigos sabios, y di pequeños pasos de fe, creyendo que si en ese momento hacía las cosas lo mejor que podía, Dios se encargaría del resto.

Lo hizo.

Él conocía el fin desde el principio, mientras que yo no.

Yo no podía ver el futuro, pero Él sí.

Incluso durante esos momentos difíciles en los que pensé que estaba abandonado, Él estuvo conmigo; ahora lo comprendo.

En Proverbios encontramos esta gran promesa: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”5.

Creo que al final de ese versículo no hay un signo de interrogación; no, ¡creo que debería haber un signo de exclamación!

Así que deben preguntarse lo siguiente: “¿Puedo reunir suficiente fe para creer a Dios? ¿Estoy dispuesto a confiar en que Él me ama y desea guiar mis pasos?”.

De hecho, en muchas cosas quizás les vaya muy bien solos, pero les insto a creer que su vida será infinitamente mejor si procuran que Dios guíe sus pasos. Él conoce cosas que ustedes no pueden saber y tiene preparado un futuro para ustedes que no se imaginan. El gran apóstol Pablo testificó: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para aquellos que le aman”6.

¿Quieren que su Padre Celestial los guíe, los bendiga y los sostenga?

Entonces crean.

Ámenlo.

Búsquenlo con todo el corazón.

Caminen por Sus senderos, lo cual significa guardar los mandamientos, honrar sus convenios, seguir las enseñanzas de los profetas y dar oído a las impresiones del Espíritu.

Hagan esas cosas y Dios les hará “mil veces más de lo que [son] y [los bendecirá], como [les] ha prometido!”7.

Entiendo que para algunos eso puede parecer fácil de decir y difícil de hacer. No tienen que ir muy lejos en la cultura actual para escuchar voces contradictorias que desaniman o incluso ridiculizan la creencia en Dios en general, y en nuestra religión específicamente.

Tales voces se intensifican en nuestros días por los inigualables avances de la comunicación. Ese es su desafío, pero también es su privilegio.

¡Confío en que encontrarán los medios para sobrellevarlo a la manera del Señor! Es parte de su aventura terrenal. Cómo lo hagan influirá grandemente en su futuro y en la función que cumplan en la obra de Dios aquí en la tierra.

Sin embargo, lo que están experimentando en la vida no es tan poco común. La suya no es la única generación cuya fe en Dios ha sido desafiada y ridiculizada. De hecho, eso parece ser parte de la prueba terrenal para todos los hijos de Dios.

“Si fuerais del mundo”, dijo Jesús a Sus apóstoles, “el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, sino que yo os elegí del mundo, por eso os aborrece el mundo”8.

Más les vale aceptar la probabilidad de que una vez que asuman el compromiso de seguir al Salvador, los residentes del edificio grande y espacioso se opondrán, a veces muy abiertamente9. Incluso tal vez intenten intimidarlos y avergonzarlos.

Sin embargo, recuerden que ustedes no responden a ellos; responden a Dios. Un día estarán frente a Él para rendir cuentas de su vida.

Él les preguntará qué hicieron para vencer las tentaciones del mundo y seguir la senda de la rectitud; les preguntará si siguieron al Salvador, si amaron a su prójimo, si sinceramente intentaron permanecer en la senda del discipulado.

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Recuerden que no podemos tener las dos cosas; no podemos recibir las bendiciones incomprensibles del discipulado y al mismo tiempo mantener nuestra cédula de miembro en el Barrio Babilonia 1. Queridos amigos, ahora es el momento de comprometerse con Cristo y seguir Su senda.

Un día, todos los hijos de Dios sabrán qué es lo correcto, incluso aquellos que ahora se burlan de la verdad. Doblarán la rodilla y confesarán que Jesús es el Cristo, el Redentor, el Salvador del mundo10. Sabrán que Él murió por ellos.

Ese día, será claro que la Suya es la única voz que realmente tenía importancia.

Ustedes sabrán con certeza cuán bendecidos son porque guardaron la fe, observaron los mandamientos de Dios, sirvieron a sus semejantes y edificaron el reino de Dios aquí en la tierra. Mis amados amigos, crean, y Dios estará con ustedes. Inclinen su corazón hacia Él, y Él los guiará en su trayecto a lo largo de esta grandiosa y emocionante aventura de la vida terrenal.

“A mí me es igual”

Cuando hablamos de dejar que Dios guíe nuestra vida, me gustaría aclarar algo. Puede que no les guste lo que les voy a decir. Cuando le pregunten a Dios qué hacer con respecto a decisiones en su vida —incluso algunas decisiones importantes— Él quizás no les dé una respuesta clara de inmediato. La verdad es que a veces simplemente no importa lo que decidan, siempre y cuando se mantengan dentro de los convenios y los principios fundamentales del Evangelio.

En muchos casos, las decisiones que tomen tal vez no sean tan importantes como lo que hagan después de tomarlas.

Por ejemplo, una pareja podría decidir casarse incluso cuando algunos de sus familiares no los consideren la pareja perfecta. No obstante, tengo mucha esperanza por tal pareja si, después de tomar la decisión, se mantienen totalmente comprometidos el uno con el otro y con el Señor, con todo su corazón y mente. Al tratarse mutuamente con amor y bondad y al centrarse en las necesidades emocionales, espirituales y temporales el uno del otro —al hacer las cosas “pequeñas” de forma constante— llegan a ser la pareja perfecta.

Por otro lado, está la pareja que piensa que eligió a la persona “perfecta” y luego supone que todo el trabajo pesado terminó. Si dejan de cortejarse y de comunicarse en persona, y caen en el egocentrismo y en una vida egoísta, esa pareja se encuentra en un camino que conduce al dolor y al remordimiento.

El mismo principio se aplica a las decisiones vocacionales. Tengo gran esperanza por aquellos que eligen una ocupación menos prestigiosa, pero que hacen lo mejor que pueden y encuentran la manera de que su trabajo sea interesante y estimulante.

Tengo menos esperanza por aquellos que eligen ocupaciones que suenan impresionantes, pero que en el camino pierden ese fuego interno necesario para hacerlos exitosos en su trabajo. De hecho, el adaptarse con éxito a los cambios en el puesto de trabajo será uno de los principales atributos que su generación tendrá que desarrollar para afrontar el futuro.

Entonces, ¿cómo quiere el Señor que aborden las decisiones clave?

Sus instrucciones a Oliver Cowdery y a José Smith me han ayudado. El Señor les dijo: “… debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien”11.

El Padre Celestial les ha dado un cerebro y un corazón. Si confían en Él, los ayudará a utilizar ambos correctamente al tomar decisiones.

En muchas decisiones, hay más de una buena opción para elegir. Cuando eso le ocurrió a José y a sus compañeros, el Señor usó una frase interesante después de que procuraran Su guía: “a mí me es igual”12.

Sin embargo, el Señor inmediatamente agregó: “solamente sed fieles”13.

Su tarea es tomar las mejores decisiones que puedan según la información que tengan disponible, basándose en los valores y principios del Evangelio. Luego esfuércense al máximo para tener éxito en las cosas que emprendan, y sean fieles.

Hagan eso y los puntos se unirán.

Quizás sea decepcionante escuchar que Dios no necesariamente les dará un itinerario detallado del trayecto de su vida. Pero, ¿de verdad quieren orientación en cada detalle de su vida? ¿Realmente desean que alguien les dé la receta secreta de la vida antes de que tengan la oportunidad de descubrir las cosas por ustedes mismos? ¿Qué clase de aventura sería esa?

Mis queridos amigos, experimentamos la aventura de la vida terrenal solo una vez. ¿Acaso un recorrido personalizado que incluyese información sobre lo que pasará en el futuro y respuestas a todos los grandes interrogantes de la vida no les privaría de un gran sentimiento de logro y del aumento de su confianza en el Señor y en ustedes mismos?14

Debido a que Dios les ha dado el albedrío, hay muchas direcciones que pueden elegir y aun así tener una vida plena. La vida terrenal es una historia abierta en la que ustedes eligen su propia aventura. Tienen mandamientos, tienen convenios, tienen consejos proféticos inspirados y tienen el don del Espíritu Santo. Eso es más que suficiente para guiarlos a la felicidad terrenal y al gozo eterno. Más allá de eso, no se desesperen si toman algunas decisiones que no son perfectas. Así es como se aprende. ¡Eso es parte de la aventura!

No, las aventuras nunca son fáciles de principio a fin, pero si son fieles, pueden estar seguros de que habrá un final feliz. Consideren el ejemplo de José de Egipto. En muchos sentidos, su vida fue desastrosa. Sus hermanos lo vendieron como esclavo. Lo encerraron en prisión por un crimen que no cometió. A pesar de todas las terribles circunstancias impuestas sobre él, mantuvo su fe. Confió en Dios. Sacó el mayor provecho de la situación. Año tras año, incluso cuando parecía que había sido ignorado y abandonado, él creyó. José siempre inclinó su corazón hacia Dios. Y Dios demostró que Él puede convertir lo negativo en positivo15.

Hoy, 4000 años después, aún hallamos inspiración en la historia de José.

Puede ser que la aventura de ustedes no sea tan dramática, pero tendrá sus altibajos, así que recuerden el ejemplo de José. Permanezcan fieles, crean, sean honrados, no se vuelvan amargados, no intimiden, amen a Dios, amen a sus semejantes. Confíen en el Señor, incluso cuando las cosas parezcan desoladoras.

Tal vez no lo vean hasta mucho más tarde, pero mirarán hacia atrás y sabrán que el Señor en verdad dirigió y guio sus pasos.

Los puntos sí se unieron.

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Cinco cosas para recordar

Hasta entonces, ¿puedo pedirles que recuerden cinco cosas?

Primero, sepan que las respuestas de Dios a sus preguntas más profundas pueden tomar un poco de tiempo y llegar de maneras que no esperan. Las respuestas de Dios son de valor eterno; vale la pena esperarlas.

Segundo, tengan un poco de fe. Inclinen su corazón hacia Dios. Crean que son importantes para Dios y confíen en que Él los ayudará a lograr más de lo que posiblemente puedan lograr solos. Aprendan de Él; ámenlo; créanle; hablen con Él a menudo, intensamente; escuchen Su voz.

Tercero, esfuércense lo más posible por andar en el camino del discipulado. No se abrumen; solo hagan las cosas pequeñas tan perfectamente como puedan y las cosas grandes se acomodarán.

Cuarto, no permitan que las voces desalentadoras los disuadan de su travesía de fe. Recuerden que ustedes no responden a los críticos; responden a su Padre Celestial. Lo que cuenta son Sus valores.

Quinto, tomen las mejores decisiones que puedan siguiendo las impresiones que vengan a su corazón y a su mente. Den su mejor esfuerzo para seguir hasta el final. Tengan fe y Dios consagrará sus esfuerzos sinceros para su bien eterno16.

Háganlo, y al final, todo saldrá bien.

Conforme procuren seguir a su Salvador, su confianza crecerá17, y a medida que sean fieles y abran su corazón a la Luz de Cristo, su amor por Dios madurará y su capacidad de amar a su prójimo se refinará.

Y todo esto les dará felicidad y gozo.

Les dará paz.

Un día, les dará gloria eterna.

En ese día futuro, contemplarán esta querida y emocionante aventura de la vida terrenal y comprenderán. Verán que los puntos realmente sí se conectan para formar un hermoso diseño, más sublime de lo que jamás podrían haber imaginado.

Con indecible gratitud, verán que Dios mismo, en Su abundante amor, gracia y compasión, siempre estuvo allí cuidándolos, bendiciéndolos y guiando sus pasos mientras caminaban hacia Él.