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5 lecciones de vida que aprendí del Templo de Salt Lake
De un discurso dado a los alumnos de BYU–Pathway Worldwide el 20 de octubre de 2020. Lee el texto completo en byupathway.org.
“Santidad al Señor”: Estas palabras grabadas en este templo y en todos los templos son palabras que quiero grabar en mi corazón.
Se están realizando extensas renovaciones en el Templo de Salt Lake para apuntalar los cimientos. Lleva mucho tiempo, es caro ¡y es caótico!
¿Alguna vez han sentido que su vida es un poco similar a esto? Quieren ser la mejor versión posible de ustedes mismos, y ese proceso de renovación también puede ser caótico.
Casi todos los días veo la Manzana del Templo, y he pensado mucho en este proceso de reconstrucción y en las lecciones que aprendí. Me gustaría compartir con ustedes algunas de esas lecciones.
Lección 1: Gran parte de la revelación no tiene que ver con el “qué”, sino con el “cuándo”.
Escuché al élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñar esta verdad al hablar de este proyecto masivo.
Dijo que los líderes de la Iglesia conocían desde hacía algún tiempo el trabajo necesario para adaptar el templo a la normativa de construcción moderna, pero que no era el momento adecuado. La tecnología, el equipamiento y el equipo adecuado no estaban disponibles. Ahora lo están, ¡y miren lo que está sucediendo!
A veces sabemos que algo tiene que ocurrir en nuestras vidas. Puede que oremos para recibir una respuesta y sintamos que no la estamos recibiendo. Confíen en el Señor y en Su tiempo, Él conoce el fin desde el principio. Él sabe qué y a quién necesitamos ahora y qué y a quién necesitaremos mañana. Si confiamos en Él, Él hará que cumplamos la normativa para durar por las eternidades.
Lección 2: Los esfuerzos que valen la pena toman tiempo y esfuerzo.
¡La construcción del Templo de Salt Lake tomó 40 años!
Los pioneros experimentaron muchos contratiempos, y el proceso fue lento y agotador. ¿Y si esos pioneros se hubieran rendido? ¿Y si hubieran dicho “esto es demasiado difícil” y lo hubieran dejado?
La renovación de este templo tomará años, no 40, ¡pero el proceso no será rápido!
Algunos de los sueños y las metas de nuestras vidas que valen la pena no se van a alcanzar en un día, un mes, ni siquiera en un año, y alcanzarlos no siempre será fácil. Piensen en lo que están logrando ahora mismo mientras continúan con su educación. No renuncien a esas cosas que se sientan inspirados a hacer. Piensen en este templo y sigan trabajando hacia sus metas y deseos justos. Vale la pena.
Lección 3: El arrepentimiento nos hace más fuertes y es un proceso que dura toda la vida.
El templo se ha reparado y renovado casi constantemente desde que se dedicó. Se han movido paredes, se ha añadido aire acondicionado, se han cambiado los sistemas eléctricos y muchas otras cosas.
Nuestra vida también está en constante necesidad de reparación y actualización. El proceso de arrepentimiento, mejora personal y desarrollo de testimonios es un esfuerzo de toda la vida.
Los cimientos del templo se están reforzando mediante el bombeo de un hormigón especial para rellenar las grietas que puedan haber quedado durante la construcción inicial o que se hayan producido a lo largo de los años. Este templo está construido con granito y pesa tanto como un portaviones. Era necesario arreglar las grietas de los cimientos, aunque nadie pudiera verlas.
Hay grietas en toda nuestra vida, desafíos que tal vez nadie puede ver. Estas grietas se pueden rellenar cuando nos arrepentimos; se pueden rellenar porque Jesucristo expió cada uno de nuestros pecados y defectos, porque Su gracia nos puede sanar. En realidad, el arrepentimiento no solo consiste en arreglar las grietas, sino en hacernos más fuertes y mejores de lo que éramos antes, igual que el templo.
Lección 4: Podemos reflejar la Luz de Cristo.
Uno de mis lugares favoritos de la Manzana del Templo es un sitio donde se puede ver el Templo de Salt Lake reflejado en un hermoso y tranquilo estanque.
El profeta Alma en el Libro de Mormón hace algunas preguntas importantes a los miembros de la Iglesia. Una de ellas es: “¿Podéis mirar a Dios […] con un corazón puro y manos limpias […], teniendo la imagen de Dios grabada en vuestros semblantes?” (Alma 5:19).
En otras palabras, cuando otras personas los miran, ¿pueden ver reflejada la Luz de Cristo? Para ver un reflejo, tiene que haber luz. Si sabemos quiénes somos y de quiénes somos —amados hijos e hijas de padres celestiales con una naturaleza divina y un destino eterno1— será más probable que reflejemos la Luz de Jesucristo. Tendremos más probabilidades de ver claramente en un mundo que es cada vez más oscuro.
Lección 5: Nunca nadie se dejó llevar hacia la santidad.
En el “espejo de agua” (el estanque reflector), uno puede ver las ventanas, las puertas, las agujas del templo y las palabras inscritas: “Santidad al Señor”. Recuerdo que se ha citado a John Stott, sacerdote anglicano, que dijo: “Nunca nadie se dejó llevar hacia la santidad”.
Haciendo eco de ese pensamiento, el élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que “nada que valga mucho la pena simplemente sucede”2. En otras palabras, ¡debemos ser intencionales y deliberados para desarrollar la cualidad de la santidad en nuestras vidas! Incluso las tareas más comunes, si se realizan con intención, pueden ayudar a que nuestros esfuerzos sean más santos.
Si lo que buscamos es la santidad, entonces debemos encontrarnos en lugares santos. Estos lugares son los templos, nuestras capillas y nuestros hogares. Una de las razones por las que estos lugares son santos es porque están dedicados. Dedicar significa “apartar […] [para] un propósito sagrado”3. Es un verbo, una palabra que indica una acción. Si los templos, las capillas y los hogares están dedicados como lugares santos —y si quiero que mi vida sea santa—, entonces debo dedicar mi vida a ese propósito. “Santidad al Señor”: Estas palabras grabadas en este templo y en todos los templos son palabras que quiero grabar en mi corazón.
Los cimientos, la luz, el agua, la santidad. Recordatorios visuales de nuestros cimientos seguros, la Luz del Mundo, el Agua Viva, el Santo de Israel. Testifico que Jesucristo vive, que Su luz y Su amor son reales, y que Él está haciendo Su obra en nosotros.