Recibir tu propia revelación
Durante la pandemia del COVID-19, un secretario de barrio decidió compartir pensamientos espirituales semanales con los miembros de su barrio, ya que no podían reunirse. Esta es una carta que él compartió sobre sus experiencias con la revelación personal como joven adulto.
Queridos amigos del barrio:
La semana pasada, llegó la “nueva” revista Liahona. Al comenzar a leerla, me di cuenta de que el profeta, el presidente Russell M. Nelson, volvía a hablar de la necesidad de la revelación personal1.
Me recordó experiencias de revelación personal en mi propia vida. Cuando iba a la Universidad Brigham Young, me enamoré de una joven llamada Kathy (el nombre ha sido cambiado). Siempre nos divertimos mucho juntos y era tan inteligente y bonita. Yo le gustaba, pero yo a ella la quería.
Después de dos años, iba a graduarse y marcharse. Oré y le pregunté al Señor si debía pedirle a Kathy que se casara conmigo. La respuesta que recibí fue un poderoso sí, y me emocioné mucho. Cuando le pregunté, me dijo que tendría que orar al respecto. Sabía que ella también necesitaría su propia confirmación, pero me sorprendió mucho cuando me informó de que había orado y ayunado y la respuesta que le dio el Señor fue que no.
Me sentía destrozado, enfadado y avergonzado. Estaba muy enojado con Dios; ¿por qué me había hecho eso? Caminé por las calles oscuras y cubiertas de nieve hablando con el Padre Celestial durante mucho tiempo, y entonces Él me dijo: “Hiciste lo correcto al preguntárselo, y ella en decir que no”.
Me sorprendió. Si era un “sí” para mí, ¡también tendría que ser un “sí” para ella!, o eso creía yo.
Aprendí una lección muy importante: dos personas diferentes pueden recibir dos respuestas distintas a la misma pregunta. Lo que es adecuado para una persona tal vez no lo sea para otra.
No fue hasta mucho más tarde que comprendí ese suceso y parte del motivo. Cuando me gradué y volví a mi ciudad natal, Houston (Texas, EE.UU.), recibí una llamada de Kathy. Había decidido hacer un máster en Houston. Incluso alquiló un apartamento en el mismo complejo en el que yo vivía.
La diferencia era que yo estaba saliendo con Marjorie en ese momento, la amaba y sabía que quería casarme con ella. No obstante, yo también había querido a Kathy. Podría haber sido muy difícil y confuso para mí tomar la decisión de pedirle a Marjorie que se casara conmigo si nunca hubiera actuado según esas impresiones con Kathy años antes. Mi experiencia en aquella noche nevada de Utah me ayudó a no vacilar ni dudar de mi decisión. Y poco después, Marjorie y yo nos comprometimos y luego nos casamos.
Cada uno recibió su propia revelación. Fue personal e individual. Recibí la respuesta adecuada para mí, y Kathy recibió la respuesta adecuada para ella.
Cada uno de nosotros tiene derecho a la revelación. Otras personas, como nuestro cónyuge, nuestros padres o los líderes de la Iglesia que tienen mayordomía sobre nosotros, también pueden ser inspirados, pero es nuestra responsabilidad confirmar toda la revelación por nosotros mismos.
Hace años, trabajaba con alguien en un proyecto. Estaba en la escuela de posgrado, casado y con tres hijos pequeños. Cuando el semestre llegó a su fin, le dije a esa persona que estaba pensando en dejar la escuela. Unos días después, me dijo que había orado al respecto y que creía que yo debía permanecer en la escuela. Incluso se ofreció a ayudarme económicamente. Fue una oferta amable, pero al orar sobre ello, sentí que lo mejor para mí y mi familia era que volviera a trabajar a tiempo completo.
Esa persona se enfadó mucho conmigo porque no acepté la “revelación” que había recibido para mí. Lo que me había ofrecido era solo una sugerencia, y una vez que analicé todas mis opciones, supe que no era ni lo que mi familia necesitaba ni lo que el Señor quería que hiciera. El Padre Celestial sabía lo que estaba por venir. Poco después, Marjorie enfermó y tuvo que ser operada. Nos habríamos arruinado si hubiera sido un alumno sin cobertura médica.
La revelación es algo muy personal; es maravillosa. ¡Todos podemos recibirla! Tiene que provenir del Señor, y tenemos que confirmar que eso es lo que Él quiere para nosotros. Al seguir la revelación personal que Él tiene para nosotros, seremos inmensamente bendecidos. Sé que lo he sido.
Espero que tengan una buena semana.
—Mark