2022
¿Qué sucede si mis oraciones no parecen ser contestadas?
Julio de 2022


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¿Qué sucede si mis oraciones no parecen ser contestadas?

Considera estas siete ideas para aprender más acerca de cómo el Padre Celestial contesta cada oración justa.

hombre arrodillado y orando junto a su cama

Ilustración por Paul Mann.

En repetidas ocasiones, en las Escrituras leemos la promesa: “Pedid a Dios; pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Traducción de José Smith, Mateo 7:12 [en Mateo 7:7, nota a al pie de página]). Dada esa promesa, ¿cómo procedemos cuando sentimos que nuestras oraciones, súplicas y deseos no reciben respuesta?

A veces una reacción natural podría ser preguntarnos si Dios realmente escucha o contesta nuestras oraciones, o tal vez pensemos: “Él contesta las oraciones de todos menos las mías”. Pero hay otras reacciones que pueden ayudarnos a encontrar la fortaleza o la esperanza para seguir adelante con fe o reconocer las muchas maneras en que el Padre Celestial puede estar contestando nuestras oraciones.

Cada respuesta puede comenzar con tener fe en Dios, que es “… un Dios de verdad, y no puede mentir” (Éter 3:12; véase también Tito 1:2). Cuando recordamos esa doctrina, no necesitamos preguntarnos si Dios contestará nuestras oraciones; en su lugar, podemos centrar nuestra energía en buscar Su mano y guía en nuestra vida, sabiendo que Él contesta cada oración. Estos siete enfoques muestran algunos de los muchos principios que pueden ayudarnos a ver cómo podemos recibir y reconocer las bendiciones y respuestas del Padre Celestial en nuestra vida.

1. Confía en que Dios desea lo mejor para ti.

Nuestra capacidad para seguir adelante con fe puede mejorar en gran manera cuando recordamos que el Padre Celestial siempre tiene en mente lo que es mejor para nosotros. Como enseñó el élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles, en vez de contestar cada oración de la manera que deseamos, Él, en Su misericordia, “… contestará siempre tus oraciones de la manera y en el momento que sea mejor para tu bienestar eterno”1.

A medida que aprendamos a confiar en que el Padre Celestial realmente responderá de la manera que sea mejor para nosotros, podemos sentir paz y gratitud en lugar de desilusión cuando las oraciones no son contestadas de la manera que podríamos haber esperado. Podemos “ha[cer] con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance”, con la expectativa de que “se revele su brazo” (Doctrina y Convenios 123:17) por medio de bendiciones más gozosas en el futuro.

2. Estúdialo y busca guía específica.

El presidente Russell M. Nelson enseñó que “[a]l Señor le agrada el esfuerzo”2. No podemos esperar respuestas si no estamos dispuestos a ponernos a trabajar. Cuando Oliver Cowdery no recibió una bendición que buscaba, el Señor le recordó (y a nosotros):

“He aquí, no has entendido; has supuesto que yo te lo concedería cuando no pensaste sino en pedirme.

“Pero he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien; y si así fuere, haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien” (Doctrina y Convenios 9:7–8).

Si estamos esperando una respuesta específica a una pregunta general, entonces tal vez sea recomendable cambiarla por una pregunta específica que hemos estudiado, y luego buscar confirmación. Por ejemplo, si estamos orando para saber “¿Qué debo hacer a continuación?”, sin hacer mucho más que orar para pedir guía, entonces quizás más bien tengamos que asegurarnos de que hemos explorado las posibilidades, las hemos sopesado a fondo y hemos seguido los principios del Evangelio a fin de escoger la mejor opción, y luego presentar esa opción al Señor para que nos confirme si es la decisión correcta.

3. Ten una mentalidad abierta a diferentes posibilidades.

Recordar que los “… caminos [de Dios son] más altos que [n]uestros caminos” (Isaías 55:9; véase también el versículo 8) puede ayudarnos a estar abiertos a las diferentes maneras en que el Padre Celestial podría estar contestando nuestras oraciones. Por ejemplo, el élder Scott enseñó que las oraciones para ser sanados pueden ser contestadas de muchas maneras: “Es importante reconocer que la forma de sanar de Él puede ser una curación completa, o un alivio de tus cargas o aun el hecho de llegar a comprender que vale la pena perseverar hasta el fin pacientemente, porque Dios necesita hijos que estén dispuestos a ser pulidos de esa forma cuando, en Su sabiduría, esa sea Su voluntad”3.

Estudiar las Escrituras y las enseñanzas proféticas relacionadas con el tema por el que estamos orando puede ayudarnos a reconocer las respuestas, en muchas formas, que el Padre Celestial podría enviarnos. El hacerlo nos ayuda a evitar la miopía4 y, en cambio, estar abiertos a la voluntad y el conocimiento de Dios.

4. Acepta humildemente un “no”.

A veces lo que es “mejor para [nuestro] bienestar eterno” es recibir un “no” como respuesta. Cuando eso sucede, podemos hallar fortaleza en este consejo del presidente Nelson, el cual puede ayudarnos a reconocer el amor y la misericordia de Dios:

“No todas nuestras oraciones recibirán la respuesta que deseemos. De vez en cuando la contestación será ‘no’, y eso no debe sorprendernos; los amorosos padres terrenales no acceden a todas las peticiones de sus hijos […].

“Debemos orar de acuerdo con la voluntad de nuestro Padre Celestial. Él desea probarnos, fortalecernos y ayudarnos a alcanzar todo nuestro potencial. Cuando el profeta José Smith estaba prisionero en la cárcel de Liberty, suplicó ayuda; sus oraciones recibieron una respuesta con esta explicación: ‘… todas estas cosas te servirán de experiencia, y serán para tu bien’ [Doctrina y Convenios 122:7]”5.

Cuando recibimos un “no”, podemos encontrar una fortaleza diferente al buscar todo el crecimiento, las experiencias y la bondad que provienen de nuestras circunstancias.

5. Recuerda que Dios honra el albedrío.

Algunas respuestas por las que oramos quizás requieran que primero utilicemos nuestro albedrío y actuemos con fe antes de recibir una contestación. El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que cuando los hijos de Israel necesitaban cruzar el río Jordán, no vieron que las aguas se dividieron sino hasta después de haber entrado en ellas (véase Josué 3:15–16). Él enseñó: “La verdadera fe se centra en el Señor Jesucristo y siempre conduce a la acción”6.

¿Estamos dispuestos a actuar con fe sin una respuesta y confiar en las promesas y enseñanzas de Dios? Si es así, podríamos descubrir que el Padre Celestial está esperando para darnos una respuesta “hasta después de la prueba de [n]uestra fe” (Éter 12:6). A veces, la acción que debemos realizar tal vez no se relacione directamente con el deseo que procuramos, sino más bien con un cambio en el corazón a fin de prepararnos para recibir la respuesta.

Por ejemplo, observa la función de la humildad en relación con las bendiciones prometidas en Doctrina y Convenios 112:10: “Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones”. Podemos considerar cómo la humildad podría ayudarnos a utilizar nuestro albedrío para buscar y recibir las bendiciones que el Padre Celestial desea darnos7. También podemos estudiar la palabra de Dios para encontrar otros atributos que pudiéramos desarrollar para hacernos merecedores de recibir algunas bendiciones que buscamos.

Además, algunas respuestas por las que oramos pueden requerir que otras personas utilicen su albedrío para actuar. Por ejemplo, podríamos orar para que alguien regrese a la plena actividad en la Iglesia, cambie un comportamiento o nos dé la oportunidad que deseamos. En cada caso, está implicado el albedrío de otra persona. Y debido a que el albedrío es tan importante para el Padre Celestial —“… la batalla en los cielos se libró por nuestro albedrío moral”8— es importante recordar que Él no le quitará el albedrío a otra persona ni siquiera para contestar nuestras oraciones.

Si no podemos encontrar respuestas a una oración que dependan de las acciones de otra persona, en lugar de orar solo para que la otra persona cambie, también podemos orar para saber lo que nosotros podemos hacer para aumentar el amor o la paciencia en nuestras relaciones, superar nuestras propias debilidades (véase Mateo 7:3–5) o mejorar nuestras habilidades a fin de prepararnos para una nueva oportunidad.

6. Sé “[d]ign[o] de recibir revelación”9.

Si nos cuesta mucho recibir respuestas a las oraciones, podemos asegurarnos de ser dignos de la compañía constante del Espíritu Santo. El presidente Nelson enseñó: “Si algo nos impide abrir la puerta a la guía celestial, es posible que tengamos que arrepentirnos. El arrepentimiento nos permite abrir la puerta para que podamos escuchar la voz del Señor con más frecuencia y claridad”10.

Eso incluye controlar nuestras emociones. El élder Scott enseñó: “La influencia inspiradora del Espíritu Santo puede pasar desapercibida o quedar oculta debido a emociones fuertes, tales como el enojo, el odio, la pasión, el miedo o el orgullo. Cuando esas influencias están presentes es como tratar de paladear el delicado sabor de una uva mientras se come un pimiento picante. Ambos sabores están presentes, pero uno de ellos se superpone al otro. De la misma manera, las emociones fuertes prevalecen sobre la delicada inspiración del Espíritu Santo”11.

Lee acerca de cómo podemos purificar más plenamente nuestra vida para recibir la guía del Padre Celestial en “Crecer en el principio de la revelación”, por el presidente Nelson, y “Cómo obtener guía espiritual”, por el élder Scott.

7. Sigue orando y aférrate a la fe.

Hagas lo que hagas, no dejes de orar. “Ora aun cuando no tengas el deseo de hacerlo”, enseñó el élder Scott12. Utiliza ese momento para asegurar, más que nunca, tu fundamento espiritual.

El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó por qué eso es tan esencial: “Cuando se enfrenten a una prueba a la fe, no importa lo que hagan, ¡no se alejen de la Iglesia! El distanciarse del reino de Dios durante una prueba a la fe es semejante a salir de un refugio subterráneo en el preciso momento en que se aproxima un tornado”13.

El élder James B. Martino, de los Setenta, nos recordó: “… si han ‘sentido el deseo de cantar la canción del amor que redime, quisiera preguntaros: ¿Podéis sentir esto ahora?’ [Alma 5:26]. Si no sienten eso ahora, pueden sentirlo otra vez, pero tengan en cuenta el consejo de Nefi [en 1 Nefi 15:10–11]. Sean obedientes, recuerden las veces que hayan sentido el Espíritu en el pasado y pidan con fe. Su respuesta llegará, y sentirán el amor y la paz del Salvador. Puede que no llegue tan rápido ni en la forma en que la deseen recibir, pero la respuesta llegará. ¡No se rindan! ¡Nunca se den por vencidos!”14.

El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que cuando “las oraciones […] parecen no tener respuesta una y otra vez […], necesitamos la fe”. Esa fe, dijo él, debe ser “una fe poderosa, una fe que nos sostenga aquí y ahora, no solo en el día del juicio o en algún lugar en la gloria celestial”15.