2022
El tiempo del Señor realmente es mejor que el nuestro
Septiembre de 2022


Solo para versión digital: Jóvenes adultos

El tiempo del Señor realmente es mejor que el nuestro

El Señor me mostró que a veces es en el proceso de esperar que podemos experimentar el mayor crecimiento.

Una mujer de pie junto a una ventana mira a través de ella

¿Alguna vez te has quedado atascado, preguntándote si debes seguir adelante con tu vida o esperar a que el Señor ponga las cosas en su lugar para ti? Si es así, bienvenido a mi mundo. No obstante, una experiencia me ayudó a desatascarme al confiar en el Señor.

Una oportunidad brillante

Durante mi primer año de universidad, mi profesor mencionó una oportunidad de empleo para un puesto de corrección de textos en la universidad. Al haber descubierto recientemente mi pasión por la labor de edición, deseaba mucho aquel trabajo. Pero decidí esperar y postularme cuando no estuviera cursando clases.

Cuando fui a postularme ese invierno, me desilusioné al ver que el equipo ya no ofrecía el puesto. Pensé que había esperado demasiado tiempo y había perdido la oportunidad. Sin embargo, tenía la recurrente impresión de que debía conseguir ese trabajo. Me preguntaba por qué las cosas no habían salido bien cuando el Padre Celestial parecía estar alentándome a hacerlo. ¿No había actuado lo suficientemente pronto?

Los preparativos del Señor

Al meditar en las maneras en que el Padre Celestial me ayuda a recibir revelación, me di cuenta de que no recibir aquel trabajo podría haber sido una bendición para permitirme llegar a ser más de lo que era antes. Tal vez necesitaba aprender más antes de estar lista.

Decidí trabajar en desarrollar mis aptitudes y, aunque me preocupaba posponer la solicitud para los próximos semestres, el Espíritu me aseguró que era la decisión correcta.

Mientras esperaba que la vacante del puesto se abriera nuevamente, aprendí más acerca de lo que hacen los editores y profundicé mi comprensión del idioma inglés. Adquirí confianza en mis habilidades de edición e incluso desarrollé otras aptitudes. Resultó que necesitaba todas esas habilidades antes de que se me pudiera considerar seriamente para el trabajo.

En retrospectiva, sé que el Señor me guio durante ese tiempo para ayudarme a desarrollar las habilidades que necesitaba para llegar a ser una mejor editora. Si no me hubiera sentido inspirada a buscar el trabajo en primer lugar, no habría puesto tanto esfuerzo en convertirme en una mejor editora.

El Señor dijo a Abraham:

“… De cierto, te bendeciré grandemente y te multiplicaré en gran manera.

“Y habiendo esperado con gran paciencia, alcanzó la promesa” (Hebreos 6:14–15).

El Señor me ha multiplicado. Cuando volví a solicitar el empleo, presenté un currículum actualizado en el que destaqué todas las nuevas aptitudes que había adquirido y me contrataron esa misma semana. Al final, el Señor sabía más de lo que yo sabía en cuanto a cuándo estaría lista para este trabajo.

Sus tiempos son perfectos

El Señor necesitaba que yo estuviera en el lugar correcto en el momento correcto con la combinación correcta de habilidades y conocimiento para bendecirme con lo que yo deseaba. El élder J. Devn Cornish, Setenta Autoridad General emérito, enseñó: “[Él] nos conoce a cada uno personalmente y nos ama, a cada uno. Él desea bendecirnos”1.

Si hubiera sabido cuando no conseguí el trabajo que solo necesitaba “[g]uarda[r] silencio ante Jehová, y espera[r] con paciencia en él” (Salmo 37:7), habría notado antes que el Señor me estaba ayudando a convertirme en un editora más competente.

Con el tiempo, el momento fue el correcto. Y cuando conseguí el trabajo, me encantó. Encontré nuevos amigos en los miembros de mi equipo, y llegamos a confiar en las decisiones de los demás y a ayudarnos mutuamente tanto en el trabajo como en la vida en general. Estaba muy agradecida por el progreso que el Padre Celestial me alentó a experimentar de antemano. Sin él, ¡no habría estado lista para este trabajo!

“No” puede significar “todavía no”

El presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia, enseñó: “El tiempo del Señor se aplica […] a hechos importantes de nuestra propia vida. Un gran pasaje de las Escrituras de Doctrina y Convenios declara que recibiremos una determinada experiencia espiritual ‘en su propio tiempo y a su propia manera, y de acuerdo con su propia voluntad’ (Doctrina y Convenios 88:68). Ese principio se aplica a la revelación y a todos los acontecimientos más importantes de nuestra vida: el nacimiento, el matrimonio, el fallecimiento, e incluso a nuestras mudanzas de un sitio a otro”2. Independientemente de lo que estemos esperando, podemos confiar en los tiempos del Padre Celestial y seguir adelante con fe.

No te des por vencido en cuanto a lograr las bendiciones que deseas en rectitud y no te inquietes si no llegan tan rápido como esperabas. En vez de ello, sigue avanzando poco a poco en la senda de los convenios, reuniendo habilidades, confianza y relaciones a lo largo del camino. Piensa en lo que el Padre Celestial tal vez desee enseñarte o cómo te está ayudando a crecer mientras esperas las bendiciones que buscas.

Si estás continuamente avanzando hacia tus metas y tienes fe en el tiempo del Señor, estás en el camino correcto. Y un día, cuando veas ciertas bendiciones en tu vida, tal vez te des cuenta de que cuando pensaste que el universo te estaba diciendo “no”, quizás era el Padre Celestial diciéndote “todavía no”.

Notas

  1. Véase J. Devn Cornish, “El privilegio de la oración”, Liahona, noviembre de 2011, pág. 101.

  2. Dallin H. Oaks, “Timing” (discurso pronunciado en un devocional de la Universidad Brigham Young, 29 de enero de 2002), pág. 3, speeches.byu.edu.