Solo para versión digital: Jóvenes adultos
Tres maneras de permitir que la conferencia general te cambie la vida
Aquí hay algunas maneras de salir de la conferencia con un plan concreto.
Siempre aprendo principios nuevos cuando escucho la conferencia general. Recuerdo el amor de Dios por mí, comprendo cosas nuevas acerca de la Iglesia y la expiación de Jesucristo, y veo las Escrituras desde otro punto de vista. Es una oportunidad increíble de escuchar a los profetas y apóstoles vivientes.
Pero a veces me cuesta convertir ese nuevo conocimiento y entendimiento en algo en lo que puedo actuar, y como explicó el élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “[L]a mayoría de las bendiciones que Dios desea darnos requieren acción de nuestra parte, acción basada en nuestra fe en Jesucristo. La fe en el Salvador es un principio de acción y de poder”1.
Recientemente he tratado de seguir ese consejo y salir de la conferencia con maneras concretas para actuar. Aquí hay tres consejos para crear un plan de acción después de la conferencia.
1. Ir con preguntas específicas.
Escuchamos esto todo el tiempo, ¡pero es verdad! Determinar lo que buscas puede ayudarte a centrar tu estudio y preparación, y a obtener ideas específicas al ver o escuchar la conferencia general.
Y si estás buscando algo que se pueda llevar a la acción, trata de incluir verbos en tus preguntas. Aquí hay algunos ejemplos:
-
¿Cómo puedo estudiar las Escrituras de una manera más eficaz?
-
¿Qué puedo hacer para sacar más provecho de mi adoración en el templo?
-
¿Cuál es un principio que puedo añadir a mi vida que me acercará más al Padre Celestial y al Salvador?
2. Piensa en los demás.
Aunque la conferencia tiene mensajes maravillosos que nos ayudan a mejorar nuestra propia vida, con frecuencia también se nos exhorta a mejorar nuestras relaciones y a tener presentes las necesidades de las personas que nos rodean. Ir a la conferencia con alguien en mente —un compañero de cuarto, tu cónyuge, un familiar, un amigo— puede ayudarte a tener una experiencia diferente en la conferencia general. Tal vez te sientas inspirado a conocer mejor a aquellos a quienes ministras, fortalecer alguna antigua relación o incluso acercarte a alguien a quien no conozcas muy bien.
Como dijo la hermana Sharon Eubank, Primera Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro: “Hermanos y hermanas, por medio de su ministerio, donaciones, tiempo y amor, ustedes han sido la respuesta a muchas oraciones. Y todavía hay muchísimo más por hacer. Como miembros bautizados de la Iglesia, estamos bajo convenio de cuidar a quienes están necesitados. Nuestros esfuerzos individuales no necesariamente requieren dinero o lugares muy lejanos; requieren la guía del Espíritu Santo y un corazón dispuesto a decirle al Señor: ‘Heme aquí, envíame a mí’”2.
3. Sé receptivo a las respuestas del Espíritu.
No todas las respuestas provendrán de lo que digan los oradores de forma expresa. Debes estar atento a lo que el Espíritu trate de decirte por medio de pensamientos y sentimientos. El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, dijo: “Tal vez las respuestas a sus oraciones específicas provengan directamente de un discurso particular o de una frase específica. En otras ocasiones, las respuestas quizás se presenten en una palabra, frase o canción que aparentemente no se relacionan con el tema. Un corazón lleno de gratitud por las bendiciones de la vida y un deseo sincero de oír y de seguir las palabras de consejo prepararán la vía para la revelación personal”3.
Y una vez que recibimos esa revelación, es importante escribirla. Incluso después de una fuerte experiencia espiritual en la conferencia, nuestras buenas intenciones podrían desvanecerse si no recordamos exactamente qué palabras o relatos nos inspiraron, o en qué queríamos mejorar. El Presidente Russell M. Nelson nos aconsejó: “Oren en el nombre de Jesucristo acerca de sus preocupaciones, sus temores, sus debilidades, sí, los anhelos mismos de su corazón. ¡Y luego, escuchen! Anoten las ideas que acudan a su mente; escriban sus sentimientos y denles seguimiento con las acciones que se les indique tomar. A medida que repitan este proceso día tras día, mes tras mes, año tras año, ‘podrán crecer en el principio de la revelación’”4.
Pedir al Señor que nos ayude a implementar nuevos cambios en nuestra vida hará que la conferencia general sea una experiencia más personal. No tiene que ser algo grande o difícil, incluso el solo salir con una o dos cosas que desees aplicar en tu vida puede ser beneficioso. Tal como explicó el élder Michael A. Dunn, de los Setenta: “[C]ada esfuerzo que hagamos por cambiar, por muy pequeño que nos parezca, podría marcar la mayor diferencia en nuestra vida”5. El Señor ve nuestros esfuerzos y continuará guiándonos a medida que busquemos Su consejo y repasemos lo que aprendimos en la conferencia general.