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¿Y si al parecer no siento el Espíritu?
Considera estas tres ideas para aprender más acerca de cómo te habla el Espíritu.
Después de ser bautizados, alguien que posee la autoridad del sacerdocio nos confirma miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días y nos invita a recibir el don del Espíritu Santo mediante la imposición de manos. Ese don nos da el derecho a la compañía constante del Espíritu Santo, siempre y cuando guardemos los mandamientos.
Nuestra conexión con el Espíritu Santo nos ayuda a seguir la invitación del presidente Russell M. Nelson: “Escúchalo”1. El presidente Nelson enseñó: “Nunca ha sido más necesario que en este momento, saber cómo el Espíritu Santo les habla”2. ¿Qué podemos hacer si pensamos que no podemos sentir el Espíritu o que no lo sentimos? A continuación, hay algunas de las muchas posibilidades.
1. Comprende las funciones del Espíritu Santo y cómo habla de muchas maneras
Cuando tratamos de sentir el Espíritu, es importante que comencemos por comprender quién es el Espíritu Santo y cómo nos habla. Cada persona puede recibir revelación de diferentes maneras; por ejemplo, algunas comúnmente experimentan un sentimiento de calidez, mientras que otras más a menudo sienten paz. Esas impresiones y sentimientos pueden llegar a cada uno de nosotros de diversas maneras en diferentes momentos. Piensa en algunas ocasiones en que hayas sentido el Espíritu Santo. Si lo deseas, anota lo que sentiste durante esos momentos. El hacerlo puede ayudarte a ver cómo el Espíritu te habla a ti y a reconocer cuándo te sientes así ahora, lo cual es evidencia del Espíritu Santo en tu vida. A continuación hay una muestra de lo que varios profetas y Apóstoles han enseñado acerca de la naturaleza del Espíritu Santo:
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Presidente Nelson: “En la Trinidad, el Espíritu Santo es el mensajero. Él les comunicará pensamientos a su mente que el Padre y el Hijo desean que reciban. Él es el Consolador. Él transmitirá un sentimiento de paz a su corazón. Al leer y escuchar la palabra del Señor, Él testifica de la verdad y les confirmará lo que es verdadero”3.
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Presidente Henry B. Eyring, Segundo Consejero de la Primera Presidencia: “Tener siempre el Espíritu con nosotros es tener la guía y dirección del Espíritu Santo en nuestra vida diaria. El Espíritu puede, por ejemplo, advertirnos que resistamos la tentación de hacer lo malo […]. Si tomamos la Santa Cena con fe, el Espíritu Santo podrá protegernos a nosotros y a nuestros seres queridos de las tentaciones que vienen cada vez con mayor intensidad y frecuencia. La compañía del Espíritu Santo hace que lo bueno sea más atractivo y las tentaciones menos persuasivas. Esta sola razón debería bastar para hacer que nos decidamos a procurar ser dignos de tener siempre el Espíritu con nosotros. Así como el Espíritu nos fortalece contra el mal, también nos da poder para discernir entre la verdad y el error”4.
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Élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “El Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad; Él es un personaje de espíritu y da testimonio de toda verdad. En las Escrituras se hace referencia al Espíritu Santo como el Consolador (véanse Juan 14:16–27; Moroni 8:26), un Maestro (véanse Juan 14:26; D. y C. 50:14), y un revelador (véase 2 Nefi 32:5). Las revelaciones del Padre y del Hijo se transmiten mediante el Espíritu Santo; Él es el mensajero del Padre y del Hijo y testifica de Ellos”5.
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Élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Recuerden la promesa del Señor: ‘Te daré de mi Espíritu, el cual iluminará tu mente y llenará tu alma de gozo’ (Doctrina y Convenios 11:13). Me encanta esa aseveración. El gozo que nos llena el alma trae consigo una perspectiva eterna, que contrasta con el diario vivir. Dicho gozo llega como una paz en medio de la adversidad o del pesar. Brinda consuelo y valor, revela las verdades del Evangelio, y aumenta nuestro amor por el Señor y todos los hijos de Dios”6.
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Élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “… tres verdades reveladas que nos dan conocimiento sobre el Espíritu Santo […] son: el Espíritu Santo es el tercer miembro de la Trinidad, el Espíritu Santo es un personaje de espíritu y el don del Espíritu Santo se recibe por la imposición de manos […]; tres respuestas a la pregunta: ‘¿Cómo te ayuda el Espíritu Santo?’ [son que e]l Espíritu Santo advierte, el Espíritu Santo consuela y el Espíritu Santo testifica”7.
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Presidente Boyd K. Packer (1924–2015): “Estas comunicaciones espirituales tan delicadas y sutiles no se ven con los ojos ni se oyen con los oídos; es una voz que se siente más de lo que se oye […]. En las Escrituras se describe que la voz del Espíritu no es fuerte ni áspera; no es una voz de trueno ni de un gran ruido tumultuoso, sino más bien apacible y delicada, de perfecta suavidad, como si hubiera sido un susurro, y puede traspasar aun el alma misma y hacer arder el corazón”8.
Puedes aprender más acerca de cómo habla el Espíritu Santo en las referencias al “Espíritu Santo” de la conferencia general y de Temas del Evangelio.
Considera: ¿De qué modo he sentido que el Espíritu Santo me habla?
2. Guarda tus convenios
Recibir el don del Espíritu Santo está inseparablemente relacionado con nuestro convenio bautismal, y los convenios requieren esfuerzo de nuestra parte para que recibamos las bendiciones prometidas. Cada semana, al participar de la Santa Cena, se nos recuerda lo que hemos prometido hacer y lo que se nos promete a cambio: prometemos tomar sobre nosotros el nombre de Cristo, recordarle siempre y guardar Sus mandamientos, y se nos promete que, si lo hacemos, siempre tendremos Su Espíritu con nosotros (véase Doctrina y Convenios 20:77, 79).
Para recibir la compañía constante del Espíritu Santo, debemos hacer nuestra parte. Para comenzar, considera estos consejos de los líderes de la Iglesia:
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Presidente Nelson: “Al tratar de ser discípulos de Jesucristo, nuestros esfuerzos por escucharle a Él han de ser cada vez con mayor intención. Se requiere un esfuerzo consciente y constante para llenar nuestra vida diaria con Sus palabras, Sus enseñanzas y Sus verdades”9.
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Presidente Dallin H. Oaks, Primer Consejero de la Primera Presidencia: “La necesidad que tenemos de mantener limpio nuestro templo personal a fin de tener la compañía y la guía del Espíritu Santo explica la importancia que tiene el mandamiento de participar de la Santa Cena el día de reposo […]. La renovación de nuestros convenios al participar de la Santa Cena también debería ir precedida del arrepentimiento, de manera que nos presentemos ante esa sagrada ordenanza con un corazón quebrantado y un espíritu contrito (véanse 2 Nefi 2:7; 3 Nefi 12:19; D. y C. 59:8). Luego, al renovar nuestros convenios bautismales y declarar que estamos dispuestos ‘a recordarle siempre’ (D. y C. 20:77), el Señor renovará la remisión prometida de nuestros pecados, bajo las condiciones y en el momento que Él desee. Uno de los objetivos y efectos principales de esta renovación de convenios y de purificación de los pecados es ‘para que siempre [podamos] tener su espíritu con [nosotros]’ (D. y C. 20:77)”10.
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Presidente Eyring: “… necesitamos la compañía constante del Espíritu Santo por muchas razones. Es lo que deseamos, pero sabemos por experiencia que no es fácil de conservar. Todos pensamos, decimos y hacemos cosas diariamente que pueden ofender al Espíritu. El Señor nos enseñó que el Espíritu Santo será nuestro compañero constante si nuestro corazón está lleno de caridad y si la virtud engalana nuestros pensamientos incesantemente (véase D. y C. 121:45) […]. Cuando demuestran su disposición a obedecer, el Espíritu les dará más inspiración sobre lo que Dios desea que hagan para Él. A medida que obedezcan, la inspiración vendrá más frecuentemente, cada vez más cerca de ser una compañía constante. Su poder para escoger lo correcto aumentará”11.
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Élder Stevenson: “… es crucial que conservemos el don del Espíritu Santo para nuestra seguridad física y espiritual. Empezamos a hacerlo al esforzarnos por guardar los mandamientos, al ofrecer oraciones personales y familiares, al leer las Escrituras, y al procurar tener una relación de amor y perdón con familiares y seres queridos. Debemos mantener virtuosos nuestros pensamientos, acciones y lenguaje. Debemos adorar a nuestro Padre Celestial en el hogar, en la Iglesia y, cuando sea posible, en el Santo Templo. Manténganse cerca del Espíritu y el Espíritu permanecerá cerca de ustedes”12.
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Élder Richard G. Scott (1928–2015), del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Nuestro Padre espera que aprendas la forma de obtener […] ayuda divina al ejercer la fe en Él y en Su Santo Hijo Jesucristo. Si recibieras guía inspirada solo con pedirla, te convertirías en un ser débil y más dependiente de Ellos. Ellos saben que el crecimiento personal esencial vendrá a medida que te esfuerces por saber cómo dejarte guiar por el Espíritu”13.
Considera: ¿Qué puedo hacer para honrar más plenamente mis convenios con Dios?
3. Busca ayuda y confía en el Consolador
Aun cuando vivamos siendo dignos del Espíritu Santo y hagamos lo que el Señor nos pide, en las profundidades de la depresión y otras pruebas similares de salud mental, aun podría resultarnos especialmente difícil sentir el Espíritu Santo. “La incapacidad de sentir el Espíritu o la sensación general de apatía o indiferencia suelen ser síntomas de una salud mental deficiente. Dios no le ha abandonado”14. Si existiera la posibilidad de que la salud mental limitara nuestra capacidad de sentir el Espíritu, podemos consultar a seres queridos de confianza, líderes de la Iglesia y profesionales de la salud mental; recordar experiencias en las que hayamos sentido el Espíritu en el pasado; y convertir nuestro hogar en un lugar de paz donde el Espíritu pueda morar15.
Cuando nos cueste sentir el Espíritu, o no sintamos ninguna cosa en absoluto, podemos tener fe en el amor que nuestro Padre Celestial nos tiene. Podemos confiar en la promesa del Salvador: “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Juan 14:18). Y podemos continuar orando para que el Espíritu Santo, el Consolador, nos brinde paz en el futuro.
También podemos recordar que Dios nos ha dado muchos otros medios para ayudarnos a sentir Su amor. El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha dicho: “… debido a que Jesús caminó totalmente solo por el largo y solitario sendero, nosotros no tenemos que hacerlo. Su solitaria jornada proporciona una compañía excelente para la corta versión de nuestro sendero: el misericordioso cuidado de nuestro Padre Celestial, la infalible compañía de este Hijo Amado, el excelente don del Espíritu Santo, los ángeles del cielo, familiares a ambos lados del velo, profetas y Apóstoles, maestros, líderes y amigos. Se nos han dado todos estos compañeros y más para nuestra jornada terrenal por medio de la expiación de Jesucristo y de la restauración de Su evangelio. La verdad que se pregonó desde la cima del Calvario es que nunca estaremos solos ni sin ayuda, aunque a veces pensemos que lo estamos”16. Cuando nos cueste sentir el Espíritu, podemos confiar en esas verdades y apoyarnos en ellas.
Considera: ¿Con quién puedo hablar de mis sentimientos? ¿De qué otra manera puedo reconocer el amor y las bendiciones de Dios en mi vida mientras espero volver a sentir el Espíritu?