“¿Escuchas la conferencia con los oídos o con el corazón?”, Liahona, octubre de 2023.
Jóvenes adultos
¿Escuchas la conferencia con los oídos o con el corazón?
La revelación personal tiene que ver con escuchar al Espíritu con el corazón.
Para mí, los discursos de la conferencia general me ayudan a sentir el Espíritu Santo. Escuchar la conferencia nos da la oportunidad de sentir el amor de Dios y recibir inspiración espiritual.
Y debido a que los oradores testifican de la verdad, se invita a que el Espíritu llegue al corazón y a la mente de todos los presentes (véase Alma 31:5), permitiéndonos comprender un poco mejor a Dios y Sus propósitos (véase Doctrina y Convenios 76:5–10).
Sin embargo, en ocasiones se producen distracciones u otros desafíos que pueden dificultar recibir impresiones espirituales durante la conferencia; tal vez te sientas decepcionado de que tu fe no se haya fortalecido o que tus preguntas no se hayan contestado.
¿Qué puedes hacer entonces?
Podemos empezar por considerar si hay algo que nos haga difícil concentrarnos, y podemos asegurarnos de que no solo escuchemos con los oídos, sino que estemos meditando en las impresiones y sentimientos que nos lleguen a la mente y al corazón. Para escuchar con el corazón, podemos orar pidiendo ayuda para entender cómo se pueden aplicar los mensajes a nosotros en lo personal (véase Doctrina y Convenios 8).
Comprender la revelación personal y cómo se relaciona con los mensajes de los siervos de Dios puede ayudarnos a saber lo que significa escuchar con la mente y el corazón.
El plan de Dios es tu felicidad
La comunicación personal entre tú y el Padre Celestial es lo que llamamos revelación personal. Y ciertamente es algo personal. Como ha declarado el élder Dale G. Renlund, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “La revelación personal pertenece, por derecho, a las personas; ustedes pueden recibir revelación, por ejemplo, sobre dónde vivir, qué carrera seguir o con quién casarse. Los líderes de la Iglesia pueden enseñar la doctrina y compartir consejos inspirados, pero la responsabilidad de tales decisiones está en manos de ustedes. Ustedes deben recibir esa revelación”1.
Dios puede hablarte directamente a tu mente y a tu corazón sobre asuntos personales, pero tú debes estar dispuesto a escucharlo (véase Santiago 1:5). Sigues teniendo albedrío, pero Su plan de felicidad solo puede hacerte feliz si escoges acercarte más a Él.
El presidente Russell M. Nelson nos preguntó recientemente: “¿Estás dispuesto a permitir que Dios sea la influencia más importante en tu vida? ¿Permitirás que Sus palabras, Sus mandamientos y Sus convenios influyan en lo que haces cada día? ¿Permitirás que Su voz tenga prioridad sobre cualquier otra?”2.
Tu disposición a escuchar la voz de Dios determinará en gran medida cuánto podrás realmente escucharlo. Aunque ahora mismo solamente quieras estar dispuesto, “dej[a] que este deseo obre en [ti]” (Alma 32:27) para cambiarte el corazón.
Los profetas hablan la verdad
Algunos han llevado de manera errónea la parte “personal” de la revelación personal quizás demasiado lejos. Afirman erróneamente que las enseñanzas de los profetas y apóstoles no se aplican a todos, que podemos decidir por nosotros mismos lo que se aplica a nosotros y “que la verdad es relativa, que cada persona debe determinar por sí misma lo que es verdadero”. Como nos ha amonestado el presidente Nelson: “Tal creencia no es más que una expresión de deseo de quienes, además, piensan equivocadamente que no serán responsables ante Dios”3.
Dios llama a profetas y apóstoles para ser testigos de Jesucristo, para hablar la verdad y para dirigir los asuntos de Su reino en la tierra, y ellos han aceptado las responsabilidades de esos llamamientos (véase Doctrina y Convenios 107:23).
La verdad es el idioma del Espíritu, de modo que cuando escuchamos que se testifican verdades eternas de manera osada y clara, el Espíritu Santo acude para dejar la impronta en nosotros de lo absoluto y lo bello de esas verdades. El Espíritu también puede ayudarnos a comprender de qué forma la verdad de las palabras de nuestros líderes se aplica a nosotros individualmente.
El élder Renlund dijo: “Los invito a tener la confianza de reclamar revelación personal para ustedes mismos, comprendiendo lo que Dios ha revelado, en sintonía con las Escrituras y los mandamientos que Él ha dado mediante Sus profetas designados, y dentro de la esfera y el albedrío de ustedes”4.
Tu mayor deseo
En ocasiones, quizás te sientas inseguro en cuanto a lo que el profeta y los apóstoles enseñan, o tal vez te resulte difícil entender cómo se aplican sus palabras a ti. En esos momentos, recuerda que el llamamiento de ellos es ayudar a guiarte a ti, un preciado hijo o hija de nuestro Padre Celestial, de regreso a la presencia de Él.
El élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, ha testificado: “No debemos alarmarnos cuando las palabras de los siervos del Señor vayan en contra de las ideas del mundo y, en ocasiones, de nuestra propia forma de pensar […]. Su mayor deseo es complacer al Señor y ayudar a los hijos de Dios a regresar a Su presencia”5.
El centrarse en el amoroso deseo de los profetas y apóstoles cambiará la forma en que recibas las palabras de ellos, y el darte cuenta de su amor y devoción por el Padre Celestial, por el Salvador y por tu salvación, te ayudará a estar más dispuesto a permitir que sus palabras te lleguen al corazón.
Ser discípulo de Jesucristo en los últimos días puede ser difícil. Puede resultar difícil escuchar consejos desde el púlpito que no siempre queramos o que no nos sintamos preparados para escuchar, en particular, cuando las voces del mundo a menudo interpretan el consejo de los profetas como simplemente una lista de reglas o restricciones.
Sin embargo, en verdad, el Señor nos da profetas y apóstoles para guiarnos a fin de tener la mejor y la más gozosa vida posible. No nos obligan a seguir su consejo, más bien, extienden invitaciones, nos ayudan a entender por qué el Señor tiene normas elevadas para Sus discípulos y nos ayudan a profundizar nuestra fe en Dios.
El élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó hace poco: “¿Está mal tener reglas? Desde luego que no. Todos las necesitamos a diario, pero es incorrecto centrarse solo en las reglas, en lugar de centrarse en el Salvador. Tienen que conocer los porqués y los cómos, y luego considerar las consecuencias de sus decisiones […].
“Las decisiones temporales y espirituales importantes no solo deben basarse en las preferencias personales o en lo que sea conveniente o popular. El Señor no está diciendo: ‘Hagan lo que quieran’.
“Él dice: ‘Que Dios prevalezca’”6.
Jesucristo es nuestra fortaleza, y Sus profetas y apóstoles nos conducen de regreso a Él, nos ayudan a buscarlo lo mejor que podamos para poder obtener todas las bendiciones que Dios tiene reservadas para nosotros.
Caminar en la senda de los convenios con confianza
Con fe en Jesucristo y un corazón dispuesto, puedes conocer la verdad de todas las cosas (véase Moroni 10:4–5). Al escuchar a los profetas y apóstoles, puedes entender los susurros del Espíritu por medio de la revelación personal.
Tienes líderes que son escogidos por Dios y que están capacitados para ayudarte; ellos pueden guiarte de regreso a la senda de los convenios, si es necesario. Pueden ayudarte a permanecer en ella, si permanecer es difícil en este momento, y, sin importar tu pasado, pueden ayudarte a acudir a Jesucristo y a caminar con confianza por la senda de los convenios.
El élder Andersen testificó: “Hay un cofre de tesoro de dirección divina en los mensajes de la conferencia general esperando que ustedes la descubran. La prueba para cada uno de nosotros es cómo respondemos a lo que escuchamos, a lo que leemos y a lo que sentimos”7.
Si escuchas los mensajes de Dios con los oídos y el corazón abiertos, harás crecer tu testimonio. Conocerás la veracidad del Evangelio y creerás en la autoridad del profeta y de los apóstoles del Señor. En verdad hallarás y llevarás la mejor vida posible, la vida que el Padre Celestial desea que vivas, porque Él te ama.