Publicación semanal para jóvenes adultos
Tres cosas que aprendemos de Cristo sobre las relaciones personales
Abril de 2024


“Tres cosas que aprendemos de Cristo acerca de las relaciones personales”, Liahona, abril de 2024.

Jóvenes adultos

Tres cosas que aprendemos de Cristo sobre de las relaciones personales

A medida que edifiquemos y profundicemos las relaciones con los demás, hallaremos mayor satisfacción y gozo.

Jesucristo visita a los nefitas

Christ Visits the Nephites [Cristo visita a los nefitas], por Minerva Teichert

¿Has pensado alguna vez en la manera en que Jesucristo desarrolló relaciones personales con los demás? Piensa en ello. Él siempre estaba al tanto de las personas que lo rodeaban (véanse Lucas 8:43–48; 19:2–10; Juan 1:47–50). Comprendía a las personas (véase Juan 11:31–36). Les extendía la mano y trataba de aliviar sus cargas (véanse Lucas 8:26–36; Juan 5:5–9).

Incluso en el Libro de Mormón, Jesucristo vino físicamente a los nefitas y los invitó a venir a Él “uno por uno” (3 Nefi 11:15).

Tender la mano, ministrar y comprender a los demás es una parte integral de quién es Cristo. Gracias a Él, tenemos un ejemplo a seguir cuando tratamos de establecer relaciones con las personas que nos rodean. Estas son tres cosas que podemos aprender acerca de las relaciones personales eternas a partir del ejemplo de Jesucristo:

Jesucristo y la mujer sorprendida en adulterio

Neither Do I Condemn Thee [Ni yo te condeno], por Eva Timothy

1. Las relaciones nos bendicen ahora y en la vida venidera

Nadie quiere sentirse solo. Una de las cosas más importantes que podemos hacer en la tierra es desarrollar relaciones personales que nos apoyen en diferentes épocas de la vida y nos ayuden a perseverar hasta el fin.

El presidente Dieter F. Uchtdorf, quien fue Segundo Consejero de la Primera Presidencia, enseñó: “Al extender nuestras manos y nuestro corazón hacia los demás con amor cristiano, nos sucede algo maravilloso. Nuestro propio espíritu llega a ser sanado y se vuelve más refinado y fuerte. Somos más felices, más pacíficos y más receptivos a los susurros del Santo Espíritu”1.

Nuestras relaciones personales no solo nos bendecirán en la tierra, sino que también desempeñarán un papel esencial en ayudarnos a alcanzar la exaltación.

Mientras servía como Setenta de Área, el élder Kevin J. Worthen dijo: “Uno de los propósitos de esta existencia terrenal […] es desarrollar tanto las habilidades como los atributos necesarios para establecer relaciones personales duraderas y gozosas”2.

Cristo desea que estemos en el cielo con Él. Él dijo: “Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis” (Juan 14:3). Podemos seguir Su ejemplo al nutrir las relaciones personales que podemos llevarnos al cielo. Aprendemos de los Ensayos sobre Temas del Evangelio que “los miembros de la Iglesia no conciben la exaltación por medio de imágenes de lo que van a conseguir sino mediante la sociabilidad que tienen ahora y la manera en que esta podría ser purificada y elevada”3.

En lugar de sentir que estamos pasando por la vida solos, descubriremos que nuestras relaciones pueden convertirse en fortalezas de seguridad y consuelo. Al seguir el ejemplo de Jesucristo y nutrir nuestras relaciones, experimentaremos mayor felicidad y gozo en esta vida y en la vida venidera.

Jesucristo con Sus apóstoles durante la Última Cena

In Remembrance of Me [En memoria de Mí], por Walter Rane

2. Las relaciones valen la pena el esfuerzo

Si sienten que establecer relaciones requiere un poco de trabajo, no están solos.

El élder Worthen dijo: “Las relaciones eternas positivas tienen un precio. Para amar verdaderamente a los demás, debemos llegar a ser vulnerables de nuevas maneras. Nuestro amor y preocupación por los demás significa que seremos afectados por sus acciones y circunstancias de maneras que a veces serán dolorosas […], pero el resultado vale la pena el precio”4.

Las grandes cosas nunca llegan fácilmente y eso incluye la relación que el Salvador ha creado con nosotros mediante Su sacrificio expiatorio. Él reconoció que el dolor que Él experimentaría valdría la pena. Su gran amor por nosotros lo motivó a seguir adelante aun cuando preguntó si había otra manera (véase Mateo 26:39).

3. Cristo nos ayudará

Tal vez pienses: “¡Sé que las relaciones personales son importantes! Pero no hago amigos con facilidad”.

Cristo lo entiende. Él sabe lo difícil que puede ser socializar y los temores que a veces enfrentamos al tratar de conectarnos con los demás, especialmente en un mundo que se ha vuelto muy digital.

Él prometió: “Basta mi gracia a todos los hombres que se humillan ante mí; porque si se humillan ante mí, y tienen fe en mí, entonces haré que las cosas débiles sean fuertes para ellos” (Éter 12:27).

Cristo nos guiará cuando tengamos un corazón dispuesto. Y al seguir Su ejemplo, se nos da la promesa de que al final “se[remos] semejantes a él” (Moroni 7:48), lo cual incluye aumentar nuestra caridad y cultivar relaciones significativas de la manera en que Él lo hizo.

Al buscarlo, descubriremos que estamos rodeados de oportunidades de hermosas relaciones y conexiones con los demás.

María escuchando a Jesucristo

Mary Heard His Word [María oía Su palabra], por Walter Rane.