Te damos gracias, Padre nuestro, por el gran plan de redención y felicidad que has instituido para lograr la inmortalidad y la vida eterna de Tus hijos. Te damos gracias por Tu Hijo Unigénito, a quien enviaste para redimirnos según Tu plan. Con reverencia, reconocemos a nuestro Salvador, Su vida sin pecado, Su disposición a sufrir y morir a fin de expiar nuestros pecados, y Su Resurrección. Y te damos gracias por el don del Espíritu Santo, Tu Espíritu, para estar con nosotros y guiarnos.
Te damos gracias por la restauración del Evangelio, el sacerdocio y la Iglesia de Jesucristo en la tierra. Estamos agradecidos por vivir en una época y un lugar en los que podemos disfrutar de los frutos de la Restauración, lo cual incluye las Escrituras claras y preciosas que fueron traducidas y reveladas por medio del profeta José Smith y sus sucesores. Te damos gracias por las llaves del sacerdocio y por las ordenanzas y convenios del sacerdocio. Bendice a la Primera Presidencia y al Cuórum de los Doce Apóstoles mientras dirigen la Iglesia. “Extiéndase el reino de Dios, para que venga el reino de los cielos, a fin de que tú, oh Dios, seas glorificado en los cielos así como en la tierra, para que tus enemigos sean vencidos; porque tuya es la honra, el poder, y la gloria, para siempre jamás” (Doctrina y Convenios 65:6).
Ahora, en este santo día, con espíritu de regocijo, te presentamos a Ti y a Tu Hijo nuestra ofrenda: este templo que hemos construido a Tu nombre. De acuerdo con lo que ha autorizado el presidente Russell M. Nelson, quien posee y ejerce todas las llaves del sacerdocio restauradas en esta dispensación, y actuando en el nombre de Jesucristo y por la autoridad de Su santo sacerdocio, dedicamos a Ti y a Tu Hijo este Templo de Salta, Argentina, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Dedicamos todos los elementos y mobiliarios del templo para el propósito para el que se diseñaron: investir a Tu pueblo del convenio con poder de lo alto y abrir el camino a la salvación y a la exaltación tanto para las personas vivas como para los muertos.
Padre Santo, rogamos que aceptes esta ofrenda y hagas que este templo sea verdaderamente la Casa del Señor. Te pedimos que hagas de él un lugar de santidad. Te pedimos que bendigas y santifiques a todos los que entren aquí. También rogamos que los jóvenes y todas las demás personas que vengan para ser bautizadas por los muertos sean bendecidos con Tu Espíritu y armados con rectitud.
Te suplicamos, Dios nuestro, que protejas este templo y sus jardines de los estragos de las tempestades y las fuerzas de la naturaleza para que permanezcan firmes. Rogamos que lo protejas de cualquier persona con malas intenciones que intente profanarlo o dañarlo. Rogamos que bendigas y preserves este templo a lo largo de las generaciones. Que siga siendo siempre un lugar de tranquilidad y paz, un lugar de santidad y gozo, un lugar de revelación y renovación, y como Tú has dicho: una casa de oración, de ayuno, de fe, de instrucción, de gloria y de orden, una casa de Dios (véase Doctrina y Convenios 109:8).
Rogamos, Padre Santo, que bendigas a esta nación y a todo su pueblo. Como simiente de Abraham, aspiramos a extender Tus bendiciones a todas las familias de la tierra (véase 1 Nefi 15:18). Ayúdanos y danos el poder para hacerlo. Recuerda a los pobres y a los afligidos, a los enfermos y a los oprimidos. Recuerda a Tus santos que sufren de cualquier manera. Magnifícanos mientras nos ministramos los unos a los otros. Oh, Padre Santo, escucha nuestras oraciones hoy y siempre. Confirmamos esta dedicación y te expresamos nuestro amor, lealtad y gratitud, en el nombre de Jesucristo. Amén.