Oración dedicatoria

Templo de Buenos Aires, Argentina, 9 de septiembre de 2012

Oh Dios, nuestro Amado Padre en los Cielos, Tú, gran Elohim, venimos a Ti en el nombre de Tu Amado Hijo Jesucristo, nuestro Salvador y nuestro Redentor. Nos dirigimos a Ti con corazones llenos de gratitud por las bendiciones que se han derramado sobre nosotros.

Primero y principal, recordamos el don de Tu Hijo, el gran Jehová, quien bajó desde Su lugar de gloria a Tu lado para ofrecer Su sacrificio infinito que hace posible que todos nosotros seamos librados de cualquier efecto trágico de la Caída, la que nos ha traído a esta tierra. Adán y Eva no sólo fueron excluidos de la presencia de Dios, sino que llegaron a ser mortales y a estar sujetos a la muerte inevitable del cuerpo físico y a la tragedia del pecado.

Oh, Padre, carecemos del poder del lenguaje para expresar cabalmente el gozo que sentimos por Tu amorosa bondad. Mediante el don de Tu Hijo para que nos rescatara de las garras de la muerte y del pecado, Tú nos has dado la manera de hallar paz en este mundo y vida eterna en el mundo venidero.

Estamos agradecidos de que en este santo templo los convenios y ordenanzas necesarios estén a nuestra disposición, y que el poder del sacerdocio esté aquí para sellar las promesas de felicidad y gozo para siempre en familias que se aman.

Padre, te damos gracias a Ti y a Tu Amado Hijo por las bendiciones que han venido a miles de Tus hijos, a localidades a lo largo y ancho de esta tierra, y a esta nación desde que este santo templo fue primeramente dedicado en enero de 1986 por el élder Thomas S. Monson. En ese glorioso día, él actuó bajo la autoridad del presidente Ezra Taft Benson. Hoy dedicamos este templo expandido, con sus nuevos edificios anexos, bajo la autoridad del presidente Thomas S. Monson, que ahora posee y ejercita todas las llaves del sacerdocio en el mundo actual.

Tus hijos han salido de esta sagrada casa vestidos con una investidura de poder para llevar el Evangelio por el mundo y al corazón de Tus hijos. Tu Iglesia y Tu pueblo han prosperado y han sido protegidos. El deseo de obedecer y servir a Dios al punto del sacrificio se ha incrementado entre Tu pueblo. Los jóvenes se han mantenido puros a fin de ser dignos de ser bautizados en esta casa, en representación de sus antepasados que están en el mundo de los espíritus, a quienes deben tanto.

Te agradecemos que, en las ordenanzas y enseñanzas de este templo nos acerquemos a Ti y a Tu Hijo Jesucristo. Sentimos Tu amor y Tu invitación en las ordenanzas que se ofrecen aquí para llegar a ser como Tú y para vivir en perfecta unidad ahora y en las eternidades. Ten a bien recompensar nuestros deseos de purificarnos para servir a Tus hijos y edificar Tu reino con todo nuestro corazón, poder, mente y fuerza.

Al dedicar estas estructuras hoy, dedicamos nuestras vidas. Rogamos Tus bendiciones de protección; por favor, protégenos contra la tentación. Vigila cada parte de estos edificios en contra de los elementos. Fortifica y fortalece a todos los que vengan aquí a servir y a adorar en contra de las fuerzas del mal. Pedimos que la influencia del Espíritu Santo no sea restringida en este sagrado lugar.

Oramos para que el deseo que hoy sentimos de ser puros permanezca en nuestro corazón y que se incremente. Invocamos sobre el pueblo de esta tierra las maravillosas promesas hechas por el Señor, según se registran en el Libro de Mormón, para los justos que sean traídos aquí por Tu Espíritu. Padre Celestial, que recibamos todas la bendiciones prometidas a Tus siervos fieles al honrar nuestros convenios contigo.

Ahora Padre, por la autoridad del Santo Sacerdocio, y actuando bajo la dirección del presidente Thomas S. Monson, dedicamos este templo a Ti, incluso las estructuras y jardines que el presidente Monson primero dedicó en 1986 y todo lo que se ha agregado en esta magnífica renovación. Dedicamos cada parte, desde la aguja más alta hasta los cimientos. Dedicamos cada sala de ordenanzas, el baptisterio, el sistema mecánico y eléctrico, y toda estructura anexa de apoyo.

Rogamos que todo lo que ahora dedicamos a Ti sea protegido contra el daño y la debilidad humana. Que sea una casa de paz, una casa de orden y una casa de adoración, cualquiera sea la conmoción que la rodee; y que la influencia que provendrá de este santo lugar esparza un sentimiento de paz, un amor por los convenios y un deseo de adorarte, bendiciendo así a las comunidades a lo largo y ancho de esta tierra y a otras naciones.

Hoy es una evidencia del cumplimiento de la profecía del élder Melvin J. Ballard en 1925, cuando comparó la obra del Señor en estas tierras con un roble, el cual crece lentamente de una pequeña bellota a la grandeza y el poder; hoy celebramos ese roble perdurable y poderoso.

Y ahora, Padre, nos dedicamos a nosotros mismos, al dedicar este templo, para el cumplimiento de todas Tus promesas para con Tus hijos en la tierra y en la eternidad, en el nombre de Tu Hijo Jesucristo. Amén.