Oración dedicatoria

Templo de Caracas, Venezuela, 20 de agosto de 2000

Padre Todopoderoso, Tú, gran Elohim, inclinamos la cabeza ante Ti en solemne oración en este día de dedicación. Nos hemos reunido para ofrecer a Ti y a Tu Hijo Amado este hermoso templo que se ha erigido como la Casa del Señor. Estamos agradecidos porque se ha hecho realidad. Te agradecemos que hayamos sido considerados dignos de tener este edificio sagrado entre nosotros.

Nuestros corazones están llenos de gratitud por el Evangelio restaurado de Jesucristo con todas las bendiciones que de él emanan. Te damos gracias por la plenitud del sacerdocio sempiterno, por medio de cuya autoridad actuamos hoy.

En el nombre del Señor Jesucristo, y con la autoridad de este sacerdocio, dedicamos a Ti, nuestro Padre y nuestro Dios, y a nuestro Salvador, Tu Hijo Amado, éste, el Templo de Caracas, Venezuela, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Lo consagramos para Tus divinos propósitos y rogamos que Tú lo aceptes y que Tu aprobación descanse sobre él.

Dedicamos los terrenos que lo rodean, la base y los cimientos, las paredes y las ventanas, la estatua de Moroni que corona la aguja, el hermoso Bautisterio, las salas de investidura, el sagrado salón celestial, las salas de sellamiento con sus altares y todas las demás instalaciones de ésta, Tu casa.

Suplicamos que siempre sea sagrada para todos los que la contemplen y para todos los que presten servicio dentro de sus paredes. Que sea reverenciada como Tu divina morada. Que sea santificada como Tu lugar de habitación. Rogamos que se use para adelantar Tu divina y eterna obra en beneficio de los vivos y de los muertos.

Imploramos que las ordenanzas que aquí se administren sean consideradas sagradas por todos los que las reciban. Aumenta el entendimiento y el reconocimiento de estas grandes y sagradas actividades que son eternas en todas sus consecuencias.

Rogamos que todos los que sirvan en el Bautisterio, sean obreros o participantes, lo hagan con reverencia y respeto por los que se han ido de esta vida. Que reconozcan Tu divina providencia al brindar a los que han pasado al otro lado del velo de la muerte, aun a los que les fueron negadas mientras vivían, las bendiciones del bautismo y de la confirmación administradas por la debida autoridad.

Que todos los que participen en el servicio de la investidura tengan aumento de su entendimiento referente a éste, el don más importante que proviene de Ti. Que los convenios que hagan sean obligatorios para ellos como promesas hechas ante Ti. Suplicamos que todos los que se arrodillen ante los altares de ésta, Tu casa, y reciban las ordenanzas selladoras del Evangelio reconozcan las consecuencias sempiternas de lo que hagan. Que siempre en adelante vivan dignos de las grandes bendiciones que de ellas se desprenderán.

Amado Padre, por favor, dota de poder de lo alto a los que vengan a esta casa antes de salir al mundo a predicar Tu Evangelio sempiterno. Que la investidura que reciban les dé poder y entendimiento, y la compañía de Tu Santo Espíritu, al ir por la tierra a enseñar lo que Tú has restaurado en ésta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos.

Bendice a todos los que sirvan en ésta, Tu casa. Rogamos que al presidente y a sus consejeros, a la directora de las obreras y a sus ayudantes se les conceda fortaleza y vitalidad para llevar a cabo y dirigir la gran obra que se efectuará aquí. Que los obreros y todos los que contribuyan en alguna forma a la solemnidad y al espíritu de Tu casa sean bendecidos en su ministerio. Conmueve el corazón de todos los que vengan como participantes a fin de que se den cuenta de que están en lugares santos al servir en Tu morada.

Rogamos por esta gran nación de Venezuela. Que conserve su lugar entre las naciones soberanas de la tierra. Que sus habitantes sean bendecidos y prosperados. Que disfruten de la libertad de adorarte sin estorbo de ninguna clase. Bendice a los líderes de la nación con sabiduría y entendimiento, y un gran deseo de servir a las necesidades de la gente.

Rogamos por Tu obra dondequiera que esté establecida. Que crezca y se fortalezca. Que sus números aumenten y que su influencia se haga sentir en todo el mundo. Te suplicamos que la saques “del desierto de las tinieblas”, y que hagas que “resplandezca hermosa como la luna, esclarecida como el sol e imponente como un ejército con sus pendones” (D. y C. 109:73).

Favorécenos, humildemente Te rogamos. Que veles por nosotros y que nos guíes con dulzura y con amor como un pastor guía a sus ovejas, Te rogamos humildemente, Tus agradecidos hijos, en el nombre de nuestro Redentor, sí, el Señor Jesucristo. Amén.