Oración dedicatoria

Templo de Cochabamba, Bolivia, 30 de abril de 2000

Oh Dios, nuestro Padre Eterno, Tú, gran Juez de las naciones, venimos ante Ti en solemne oración.

Nuestro corazón está lleno de acción de gracias en este día histórico en que nos hemos reunido para dedicar ésta, Tu santa casa, en Bolivia. Cuán agradecidos estamos por ella; es el cumplimiento de nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestras oraciones, nuestra fe.

Padre, es hermoso contemplarla. Sus propósitos tienen profundo significado. Aquí se administrarán las ordenanzas más sublimes del Evangelio; aquí se ejercerá la plenitud del sacerdocio.

En este edificio sagrado, así como en los otros templos, se llevará a cabo una obra sin igual en toda la tierra en beneficio de aquellos hijos Tuyos que han vivido y han pasado a la inmortalidad. Cuán maravillosas son Tus obras. Cuán grandioso es Tu plan, oh Dios. Todo ello es posible gracias a la dádiva de Tu Hijo, que dio Su vida en el sacrificio expiatorio por todos los que han vivido y por todos los que vivirán en la tierra.

Y, ahora, con la autoridad del Santo Sacerdocio que se nos ha conferido y en el nombre de Tu Unigénito Hijo, consagramos y dedicamos a Ti y a Él éste, el Templo de Cochabamba, Bolivia, de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, junto con todas sus estructuras anexas.

Este templo es Tu casa, la Casa del Señor. Es nuestra ofrenda, amado Padre. Te hacemos entrega de ella con amor por Ti y por Tu divino Hijo.

Por favor, acéptala y haz que Tu Santo Espíritu more aquí y lo sientan todos los que vengan entre estas paredes.

Padre, dedicamos el hermoso terreno en el que se encuentran estas estructuras. Rogamos que siempre refleje las maravillas de Tu creación. Dedicamos los cimientos, las paredes y las ventanas, el techo y la estatua de Moroni que está sobre la torre. Dedicamos el bautisterio, los vestíbulos y las oficinas, las salas de investidura, el salón celestial y las salas de sellamiento con sus sagrados altares. Suplicamos que este templo, junto con sus estructuras auxiliares, se combinen todos ellos en un predio sagrado, edificado para contribuir a extender Tu obra en esta gran nación de Bolivia.

A este país le dieron su nombre por Simón Bolívar, el gran libertador de gran parte de Sudamérica, que falleció el año en que se organizó Tu Iglesia Restaurada. Imploramos que el principio incomparable de la democracia se conserve para siempre en esta república. Bendice este país y a su gente. Rogamos que Tu obra crezca y prospere en esta parte de Tu viña.

Recordamos ante Ti a los hijos e hijas del padre Lehi. Te rogamos que guardes Tus antiguas promesas en beneficio de ellos. Quita de sus hombros las cargas de la pobreza y haz que las barreras de tinieblas caigan de sus ojos. Que ellos se eleven a las glorias del pasado. Suplicamos que reconozcan a Su Redentor y sean fieles y leales santos del Altísimo. Que busquen conocimiento en los mejores libros (véase D. y C. 88:118). Rogamos que la luz de la educación traiga nuevas y magníficas oportunidades a su vida.

Rogamos que todos los que contemplen Tu casa lo hagan con respeto. Que sea considerada una estructura santificada y sagrada. Que nunca sea profanada por manos impías ni maliciosas.

Bendice a todos los que vengan a ella para que sean dignos delante de Ti. Rogamos por la presidencia del templo y por la directora de las obreras y sus colaboradoras. Suplicamos por todos los que sirvan aquí en cualquier función —como oficiantes, obreros o participantes--- a fin de que esta casa sea sagrada para cada uno de ellos.

Haz que Tu Santo Espíritu conmueva el corazón de todos los que gobiernan en las naciones de la tierra para que acojan con agrado a Tus siervos, para que Tu obra prospere y Tus hijos e hijas de todas partes tengan motivo para regocijarse en su conocimiento del Evangelio sempiterno.

Rogamos por los fieles que pagan sus diezmos en todo el mundo; son las consagraciones de ellos las que han hecho posible este santo templo. Bendícelos como Tú has prometido y abre las ventanas de los cielos y derrama bendiciones sobre ellos.

Ahora, misericordioso Padre, a Ti atribuimos el honor y la alabanza y la gloria, hoy y por siempre jamás. Y al orar a Ti, expresamos nuestro amor y gratitud a Tu Hijo Amado, nuestro Redentor, en este día de dedicación. Y lo hacemos en Su Santo Nombre, sí, el nombre de Jesucristo. Amén.