Oración dedicatoria

Templo de la Ciudad de México, México, 2 de diciembre de 1983

Dios Todopoderoso, Tú, gran Elohim, en el nombre de Tu Amado Hijo Jesucristo, nos inclinamos ante Ti en súplica y acción de gracias.

En este día de dedicación, volvemos el corazón a Ti. Ciertamente nos has propiciado como hijos e hijas Tuyos. Te agradecemos por la restauración de Tu evangelio sempiterno con todos sus dones, poderes y autoridad, incluyendo las llaves del sacerdocio eterno a ejercerse en este santo templo a favor tanto de los vivos como de aquellos allende el velo de la muerte.

Te agradecemos que nos hayas dado un profeta para guiarnos en estos atribulados días. Te agradecemos el amor de Tu pueblo hacia Tu siervo escogido, Spencer W. Kimball. Bendícelo, guárdalo, sostenlo mediante Tu poder, de conformidad con Tu sabiduría divina. Bendice a todos los que trabajan con él en el gobierno de Tu Iglesia y bendice a Tus santos fieles de todo el mundo. No nos dejes solos. Prospéranos conforme andemos en obediencia a Tus mandamientos.

Rogamos por los pobres, que son tantos en esta tierra. Elévalos por encima de las ligaduras de la pobreza. Rogamos por quienes son ciegos a la verdad; abre sus ojos y vivifica su entendimiento de Tu palabra revelada.

Confunde y entorpece a los enemigos de Tu obra; que sus malvados designios sean como tamo seco, esparcido y llevado por el torbellino de Tu gran poder.

Te agradecemos por esta gran nación, la República de México. Bendice a quienes gobiernan, para que sean inspirados a hacer aquello que garantice paz y libertad al pueblo de esta tierra, y el crecimiento continuo de Tu obra.

Padre, te agradecemos por los muchos miles de esta parte de Tu viña cuyos corazones ha tocado el poder de Tu Espíritu y que han tomado sobre sí el nombre de Tu Hijo, Jesucristo, y han hecho convenios solemnes y vinculantes contigo y con Él. Ciertamente has efectuado un milagro de fe, por el cual te agradecemos. Te rogamos que continúes bendiciendo de manera especial a quienes sirven como misioneros al buen pueblo de México y sus naciones vecinas. Guíalos a aquellos que sean receptivos a las impresiones de Tu Espíritu. Obstruye la vía del adversario, para que no tenga el poder de confundir a Tus siervos. Que el testimonio que ellos den halle lugar en el corazón de muchos buscadores de la verdad.

Bendice a Tus santos de esta gran tierra y de otras tierras que utilizarán este templo. La mayoría de ellos lleva en sus venas la sangre del padre Lehi. Tú has guardado Tu promesa de antaño; muchos miles que “andaba[n] en tinieblas ha[n] visto una gran luz”.

Que la cosecha que hemos visto aquí presagie mayores cosas por venir, conforme Tu obra avance con poder y majestad en esta, la dispensación del cumplimiento de los tiempos.

Ahora Padre, estamos aquí reunidos para dedicar esta casa hermosa y sagrada a Ti y a Tu Hijo Amado. Por la autoridad del Santo Sacerdocio investida en nosotros —esa autoridad que es un don proveniente de Ti— y en el nombre de Jesucristo, dedicamos a Ti y a Él este, el Templo de la Ciudad de México de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, con todas las partes y características de su estructura, sus elementos instalados e instalaciones anexas.

Te pedimos que lo aceptes como la dádiva de Tu pueblo agradecido, presentada y dedicada a Ti como Tu casa. Rogamos que Tú y Tu Hijo puedan visitarla según Tu voluntad, y que Tu Santo Espíritu pueda morar aquí siempre.

Padre, santifica esta, Tu casa; bendícela, presérvala. Que Tu cuidado vele siempre por ella para proteger toda su estructura y sus instalaciones.

Te agradecemos por todos los que trabajaron para edificarla. Te agradecemos por quienes la han diseñado, construido, decorado y preparado para este día de dedicación. Te agradecemos por la fe de todos los que han contribuido de sus recursos para hacerla posible. Brinda a cada uno de ellos ese sentimiento dulce que proviene de la consagración a Ti y a Tu obra. Que este templo sea santo para todos los que entren en él; que lo hagan con integridad y con pureza de corazón. Que nadie lo profane jamás, y que todo el que lo contemple lo vea como un lugar de santidad y como la expresión de un pueblo agradecido a su Creador y a su Redentor.

Que sea utilizado a menudo por un número cada vez mayor de Tus santos al participar en las ordenanzas propias de Tu casa; que estos actúen con fe a su propio favor y a favor de las multitudes de personas fallecidas que los han antecedido. Que, conforme lo hagan, les aumente el amor por Ti en el corazón, y que se regocijen en la gran oportunidad que tienen de trabajar en este, Tu santuario dedicado.

Padre Celestial, te amamos; amamos a Tu Hijo, nuestro Redentor. Escucha nuestro ruego en esta ocasión sagrada, y en todas las demás ocasiones en que acudamos a Ti en oración.

Concédenos paz, oh Señor. Concédenos fortaleza. Danos sabiduría y mayor fe. Concédenos inspiración y revelación en nuestras responsabilidades sagradas. Concédenos amor en el hogar y alegría en el corazón, como hijos e hijas Tuyos. Perdona nuestros pecados y no los recuerdes más contra nosotros, y ayúdanos a perdonar a cualquiera que nos haga el mal.

Todo esto te lo pedimos como Tus agradecidos hijos, y nos dedicamos a Tu servicio, en el nombre de nuestro Amado Salvador, Tu Hijo Unigénito, sí, el Señor Jesucristo. Amén.