En el transcurso de esta dispensación, los miembros de la Primera Presidencia y del Cuórum de los Doce Apóstoles han hablado con frecuencia sobre las ordenanzas y los convenios del templo. A continuación se muestran una serie de citas, organizadas por temas, que ponen de manifiesto cómo se han tratado estos temas sagrados en diversos contextos. Haga clic para ampliar una sección. Cuando esté disponible, se proporciona un vínculo para acceder al documento original.
Bautismo y confirmación
Presidente Russell M. Nelson
“Cada vez que hacen algo que ayuda a alguien, a ambos lados del velo, a dar un paso hacia hacer convenios con Dios y recibir sus ordenanzas esenciales del bautismo y del templo, están ayudando a recoger a Israel. Es así de sencillo”.
Véase Juventud de Israel, devocional mundial para los jóvenes, 3 de junio de 2018
Presidente Thomas S. Monson
“Ahora bien, mis jóvenes amigos adolescentes, siempre tengan el templo en la mira. No hagan nada que les impida entrar por sus puertas y participar de las bendiciones eternas y sagradas que allí se reciben. Felicito a los que ya van con regularidad a efectuar bautismos por los muertos, que se levantan muy temprano por la mañana para participar en dichos bautismos antes de asistir a la escuela. No puedo pensar en otro modo mejor de comenzar un día”.
Véase El Santo Templo: Un faro para el mundo, Conferencia General de abril de 2011
Élder David A. Bednar
“Invito a los jóvenes de la Iglesia a aprender sobre el espíritu de Elías y a experimentarlo. Los aliento para que estudien, para que busquen a sus antepasados y se preparen para efectuar bautismos vicarios en la casa del Señor por sus propios familiares fallecidos (véase Doctrina y Convenios124:28–36). Y los exhorto a ayudar a otras personas a buscar sus datos de historia familiar. Si responden con fe a esta invitación, el corazón de ustedes se volverá a los padres […]. Su testimonio del Salvador y su conversión a Él serán profundos y perdurables. Y les prometo que serán protegidos contra la creciente influencia del adversario. A medida que participen en esta obra sagrada y lleguen a amarla, serán protegidos en su juventud y durante su vida”.
El corazón de los hijos se volverá, Conferencia General de octubre de 2011
Élder Quentin L. Cook
“La combinación de un mayor número de templos y de tecnología avanzada para cumplir con nuestras responsabilidades sagradas en cuanto a la historia familiar por nuestros antepasados hace que este sea el momento más bendito de toda la historia. Me regocijo en la extraordinaria fidelidad de nuestros jóvenes al indexar y buscar a sus antepasados, y luego efectuar el bautismo y la confirmación en el templo. Ustedes están literalmente entre los salvadores en el monte Sion de quienes se profetizó”.
Véanse en el templo, Conferencia General de abril de 2016
Élder Gary E. Stevenson
“La Primera Presidencia ha invitado ‘a los miembros adultos a que tengan una recomendación vigente para entrar en el templo y a que asistan al templo con más frecuencia’ cuando el tiempo y las circunstancias lo permitan, e instó a los miembros a que ‘reemplacen algunas actividades recreativas por el servicio en el templo’. Además animaron ‘a los miembros más nuevos y a los jóvenes de la Iglesia que tengan 12 años o más a vivir dignos de ayudar en esta gran obra al servir como representantes en los bautismos y las confirmaciones’ [Véase la carta de la Primera Presidencia, 11 de marzo de 2003]”.
Véase Hogares sagrados, templos sagrados, Conferencia General de abril de 2009
Élder Richard G. Scott
“¿Deseas una forma segura de eliminar la influencia del adversario en tu vida? Dedícate a la búsqueda de tus antepasados, prepara sus nombres para las sagradas ordenanzas vicarias del templo y después ve como representante para recibir por ellos las ordenanzas del bautismo y del don del Espíritu Santo. A medida que crezcas, podrás también ser partícipe de recibir las demás ordenanzas. No puedo pensar en una protección mayor contra la influencia del adversario en tu vida”.
El gozo de redimir a los muertos, Conferencia General de octubre de 2012
Gárments del templo y ropa ceremonial
Presidente Russell M. Nelson
“El usar el gárment del templo tiene un profundo significado simbólico; representa una dedicación constante. Así como el Salvador ejemplificó la necesidad de perseverar hasta el fin, usamos fielmente el gárment como parte de la constante armadura de Dios. De ese modo evidenciamos nuestra fe en Él y en Sus convenios eternos con nosotros”.
Véase La preparación personal para recibir las bendiciones del templo, Conferencia General de abril de 2001
Presidente Russell M. Nelson
“Si realmente desean saber más sobre la antigüedad de la ropa del templo, descúbranla por ustedes mismos en el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento está repleto de referencias a la ropa especial del templo”.
Teachings of Russell M. Nelson, pág. 372
Presidente Boyd K. Packer
“En conexión con estas ordenanzas, en el templo se te vestirá oficialmente con el gárment y se te prometerán bendiciones maravillosas relacionadas con él. Es importante que escuches atentamente cuando se te administren dichas ordenanzas y que procures recordar las bendiciones prometidas y las condiciones en las cuales estas se cumplirán”.
La ropa sagrada del templo
“La ropa del templo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida como la ropa del Santo Sacerdocio, se usa únicamente dentro de los templos de la Iglesia y está reservada para los más altos sacramentos de la fe. El blanco simboliza la pureza; no hay insignias ni rangos. El apóstol más antiguo y el miembro más nuevo no se distinguen cuando van vestidos de la misma forma. Los hombres y las mujeres llevan una ropa similar. La vestimenta sencilla combina el simbolismo religioso con los ecos de la antigüedad, reflejados en los escritos antiguos del libro de Éxodo”.
La ropa sagrada del templo
“Muchos fieles miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días llevan una vestimenta debajo de su ropa que tiene un profundo sentido religioso. Es similar en su diseño a la ropa interior modesta normal, viene en dos partes y, por lo general, se la conoce como el ‘gárment del templo’ […]. Los gárments del templo los llevan los miembros adultos de la Iglesia que han hecho promesas sagradas de fidelidad a los mandamientos de Dios y al Evangelio de Jesucristo en los templos de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Para los miembros de la Iglesia, tanto el modesto gárment del templo, que se lleva bajo la ropa normal, como la vestimenta simbólica que se usa durante la adoración en el templo, representan el aspecto sagrado y personal de su relación con Dios y su compromiso de llevar una vida buena y honorable”.
Iniciatoria – Lavamiento y unción
Presidente Gordon B. Hinckley
“Existe una meta que va más allá de la resurrección: es la exaltación en el reino de nuestro Padre y se alcanzará únicamente mediante la obediencia a Sus mandamientos. Comienza por la aceptación de Él como nuestro Padre Eterno y de Su Hijo como nuestro Redentor viviente, e incluye la participación en varias ordenanzas, todas las cuales son importantes y necesarias. La primera de ellas es el bautismo por inmersión en el agua, sin la cual, de acuerdo con el Salvador, ningún hombre puede entrar en el Reino de Dios. Entonces debe seguir el nacimiento del Espíritu, el don del Espíritu Santo. Luego, con el correr de los años, el hombre es ordenado al sacerdocio y, consecuentemente, los hombres y las mujeres dignos reciben la bendición de poder entrar en el templo. Estas bendiciones del templo comprenden el lavamiento y la unción para poder estar limpios ante el Señor; y un servicio religioso en el que se nos confiere una investidura, recibimos instrucción, contraemos obligaciones y se nos prometen bendiciones que nos motivan a comportarnos de acuerdo con los principios del Evangelio. También incluyen las ordenanzas selladoras por las cuales lo que se ata en la tierra también es atado en los cielos para la continuidad de la familia”.
Véase Los templos y la obra que se realiza en ellos, Liahona, noviembre de 1982
Presidente Spencer W. Kimball
“José Smith confirió sobre los Doce Apóstoles todas las llaves y la autoridad y el poder que él mismo poseía y que había recibido del Señor. Les dio toda investidura, todo lavamiento y unción, y les administró las ordenanzas de sellamiento”.
We Thank Thee, O God, for a Prophet, Conferencia General de octubre de 1972
Presidente Boyd K. Packer
“En el templo, a menudo se hace referencia a las ordenanzas de lavamiento y de la unción como ordenanzas preliminares [iniciatorias]. Para nuestros propósitos baste con decir solo lo siguiente: Relacionados con la investidura hay lavamientos y unciones, los cuales son en su mayor parte de naturaleza simbólica, pero que conllevan promesas de bendiciones definidas e inmediatas así como de bendiciones futuras”.
Véase Cómo prepararse para entrar en el Santo Templo
Élder James E. Talmage
“Al norte del baptisterio hay amplios y cómodos vestidores para uso de los hermanos, y del lado sur hay vestidores igualmente apropiados para las hermanas. También se han dispuesto cuartos donde se efectúan ciertas ordenanzas de unción. En estas ceremonias, solamente mujeres administran a las mujeres, y hombres a los hombres.
Véase La Casa del Señor, 1977, pág. 222
Élder Robert D. Hales
“En el templo se explica el plan de salvación y se efectúan convenios sagrados. Esos convenios, junto con el uso del gárment sagrado del templo, fortalecen a la persona que ha recibido su investidura y la protegen de los poderes del adversario. Luego de recibir su propia investidura, el joven puede continuar asistiendo al templo y efectuar ordenanzas vicarias con el fin de hacer posible que las bendiciones del sacerdocio estén al alcance de aquellos que hayan muerto sin la oportunidad de recibirlas en este mundo”.
Las bendiciones del sacerdocio, Conferencia General de octubre de 1995
Reseña de la investidura
Presidente Russell M. Nelson
“El templo está lleno de verdad, literalmente. Las verdades del plan del Padre se despliegan ante nosotros con claridad y poder. En los convenios y ordenanzas del templo se pronuncian palabras de verdad sobre nuestro Padre, sobre Su Hijo, y sobre la relación de Ellos con nosotros. El templo es una casa de revelación donde la verdad se destila sobre nuestras almas e ilumina nuestro entendimiento [véase Doctrina y Convenios 109:15]. Aprendemos de nuestra identidad y propósito eternos y las maravillosas promesas del Señor. Esas promesas son verdaderas, porque nuestro Dios es un Dios de verdad y no puede mentir [véase Éter 3:2] […]. Si nuestros hermanos y hermanas van al templo en busca de fortaleza y entendimiento, el Señor mismo les enseñará en cuanto a las verdades que más importan para ellos en sus momentos de necesidad”.
Teachings of Russell M. Nelson, pág. 373
Presidente Ezra Taft Benson
“Las leyes celestiales, contenidas en ciertas ordenanzas que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo, son observadas mediante convenios voluntarios. Las leyes son espirituales; por lo tanto, nuestro Padre Celestial ha ordenado ciertos santuarios sagrados, llamados templos, en los cuales esas leyes se pueden explicar cabalmente. Las leyes incluyen la ley de obediencia y sacrificio, la ley del Evangelio, la ley de castidad y la ley de consagración”.
A Vision and a Hope for the Youth of Zion, devocional de la Universidad Brigham Young, 12 de abril de 1977
Presidente Boyd K. Packer
“Allí, los miembros de la Iglesia que se hacen merecedores de entrar en ellos pueden participar en las ordenanzas redentoras más exaltadas y sagradas que se han revelado al género humano. Allí se nos puede lavar y ungir, instruir, investir y sellar. Y una vez que hayamos recibido esas bendiciones nosotros mismos, podemos llevar a cabo las ordenanzas por los que hayan muerto sin haber tenido esa oportunidad”.
Véase Ven al templo, Liahona, octubre de 2007
Élder Robert D. Hales
“Nuestro deseo de regresar al Padre Celestial aumenta cuando, además de tomar la Santa Cena, nos volvemos dignos de obtener una recomendación para el templo […]. Entonces, como poseedores de recomendaciones para el templo investidos, establecemos modelos de vida cristiana que comprenden la obediencia, el hacer sacrificios para guardar los mandamientos, amarnos unos a otros, ser castos en pensamiento y hechos, y dar de nosotros mismos para edificar el reino de Dios. Mediante la Expiación del Salvador y al seguir estos modelos básicos de fidelidad, recibimos ‘poder de lo alto’ para afrontar los desafíos de la vida. Necesitamos ese poder divino hoy más que nunca; ese poder lo recibimos únicamente por medio de las ordenanzas del templo”.
Véase Volver en sí: La Santa Cena, el templo y el sacrificio al servir, Conferencia General de abril de 2012
Élder James E. Talmage
“La investidura del templo, tal como se administra en los templos de la era moderna, comprende la instrucción relativa a la importancia y sucesión de las dispensaciones pasadas […]. Este curso de instrucción incluye una representación de los acontecimientos más prominentes del período de la Creación, la condición de nuestros primeros padres en el Jardín de Edén, su desobediencia y consiguiente expulsión de aquella morada paradisíaca, su condición en el mundo triste y solitario cuando se les condenó a vivir de su trabajo y sudor, el plan de redención mediante el cual puede expiarse la gran transgresión”.
Véase La Casa del Señor, 1977, pág. 89
Élder James E. Talmage
“Las ordenanzas de la investidura comprenden ciertas obligaciones por parte del individuo, tales como el convenio y la promesa de observar la ley de absoluta virtud y castidad, ser caritativo, benevolente, tolerante y puro; consagrar su talento y medios a la propagación de la verdad y el ennoblecimiento de la raza humana; mantener su devoción a la causa de la verdad, y procurar en toda forma contribuir a la gran preparación, a fin de que la tierra quede lista para recibir a su Rey, el Señor Jesucristo. Con la aceptación de cada convenio y la asunción de cada obligación, se pronuncia una bendición prometida, basada en la fiel observancia de las condiciones expuestas”.
La Casa del Señor, pág. 90
La ley de la obediencia
Presidente Thomas S. Monson
“Mis hermanos y hermanas, la gran prueba de esta vida es la obediencia. ‘Con esto los probaremos’, dijo el Señor, ‘para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare’. El Salvador dijo: ‘Porque todos los que quieran recibir una bendición de mi mano han de obedecer la ley que fue decretada para tal bendición, así como sus condiciones, según fueron instituidas desde antes de la fundación del mundo’. No existe mayor ejemplo de obediencia que el de nuestro Salvador. En cuanto a Él, Pablo dijo: ‘Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser el autor de eterna salvación para todos los que le obedecen’”.
Véase La obediencia trae bendiciones, Conferencia General de abril de 2013
Presidente Gordon B. Hinckley
“Les testifico que la felicidad, la paz, el progreso y la prosperidad y la salvación eterna y exaltación de los Santos de los Últimos Días radican en rendir obediencia a los consejos del sacerdocio de Dios”.
Si quisiereis y oyereis, Conferencia General de octubre de 1971
Presidente James E. Faust
“La obediencia conduce a la verdadera libertad. Cuanto más obedecemos la verdad revelada, más libres llegamos a ser […]. Así como el orden dio vida y belleza a la tierra cuando estaba en tinieblas y vacía, así lo hace con nosotros. La obediencia nos ayuda a desarrollar todo el potencial que el Padre Celestial desea para nosotros al llegar a ser seres celestiales, dignos de vivir algún día en Su presencia”.
La obediencia: el sendero hacia la libertad, Conferencia General de abril de 1999
Élder Jeffrey R. Holland
“La obediencia no es solo la primera ley de los cielos; la obediencia es la primera ley de todo. Todo lo que sé que importa requiere ese compromiso inicial de obedecer la palabra y la voluntad del Señor. Es el primer convenio que hacemos en el templo”.
Elder Jeffrey R. Holland Visits Philippines, Shares Message on Love, Newsroom.ChurchofJesusChrist.org
Élder L. Tom Perry
“Primero, debemos ser obedientes a las leyes del Señor. Esta es una de las primeras lecciones que se enseñaron a Adán y a Eva: la obediencia trae como resultado la fe, y trae consigo las bendiciones del cielo. La desobediencia acarrea el dolor y la desesperación. Después de la ley de la obediencia viene el requisito de entregarnos al servicio de los hijos de nuestro Padre Celestial. El sacrificar lo que tenemos en beneficio de nuestros hermanos y hermanas es la suprema prueba del Evangelio. Uno de los propósitos de esta experiencia terrenal es ver si seguiremos el consejo del Salvador de ‘busca[r] primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas [n]os serán añadidas’ [Mateo 6:33]”.
Véase “El Señor me ha mostrado cosas grandes y maravillosas”, Conferencia General de octubre de 1992
Élder Joseph B. Wirthlin
“Todos queremos que tengan éxito en esta vida y que lleguen a merecer el mayor de los dones de Dios: la vida eterna en el Reino Celestial. Para alcanzar sus metas en esta vida mortal y probar que son dignos de estas bendiciones eternas, aprendan a obedecer. No hay otro camino. La obediencia trae gran fortaleza y poder a sus vidas”.
Véase Seamos obedientes, Conferencia General de abril de 1994
La ley del sacrificio
Presidente Russell M. Nelson
“También a nosotros se nos manda sacrificar, aunque no animales. El mayor de todos los sacrificios que podemos ofrecer es llegar a ser más santos. Esto lo logramos mediante la obediencia a los mandamientos de Dios, y así comprendemos que las leyes de obediencia y de sacrificio están íntimamente ligadas entre sí. Consideren los mandamientos de obedecer la Palabra de Sabiduría, de santificar el día de reposo, de pagar un diezmo íntegro. Al cumplir con estos y otros mandamientos nos sucede algo maravilloso: nos disciplinamos, nos transformamos en discípulos, y así llegamos a ser más santos, como el Señor”.
Véase Lecciones que aprendemos de Eva, Conferencia General de octubre de 1987
Presidente Harold B. Lee
“Nuestro actual plan de bienestar bien podría considerarse como los 'ejercicios preliminares’ para ver cuán preparada está la Iglesia para vivir este plan, de modo que, al igual que lo comprendió con gozo un pueblo de este continente, tal como está registrado en Escrituras antiguas a las que llamamos el Libro de Mormón, después de que todos se convirtieron al Señor, ‘no había ricos ni pobres, esclavos ni libres, sino que todos fueron […] participantes del don celestial’ y ‘ciertamente no podía haber un pueblo más dichoso’ sobre la faz de la tierra (4 Nefi 1:3, 16) al vivir plenamente la ley de sacrificio y consagración”.
Véase Enseñad el Evangelio de salvación, Conferencia General de octubre de 1972
Presidente M. Russell Ballard
“Por lo general, lo primero que acude a la mente de las personas cuando oyen hablar de la ‘ley de Moisés’ es el sacrificio de animales. La naturaleza un tanto horripilante del sacrificio de sangre ha llevado a algunos a preguntar: ‘¿Cómo puede semejante actividad tener algo que ver con el Evangelio de amor?’. Podemos comprender mejor la respuesta a esta pregunta cuando entendemos los dos propósitos principales de la ley de sacrificio, los cuales se aplicaron a Adán, a Abraham, a Moisés y a los apóstoles del Nuevo Testamento, y se aplican a nosotros hoy día cuando aceptamos y vivimos la ley de sacrificio. Sus dos propósitos principales son probarnos, demostrando así nuestra valía, y ayudarnos a venir a Cristo”.
La ley de sacrificio, Liahona, marzo de 2002
Élder L. Tom Perry
“¿Puede entonces sorprendernos el hecho de que el Señor, aun desde el principio, quisiera mantener Su plan bien grabado en la mente de Sus hijos aquí, sobre la tierra? Entre las leyes que se dieron a Adán y a Eva, se instituyó la ley de sacrificio para que pensaran en el gran acontecimiento que había de suceder en el meridiano de los tiempos […]. Desde aquel momento hasta que el Salvador vino a la tierra, siempre que el sacerdocio estuvo presente, el hombre ofreció sacrificios para pensar en la época en que el Hijo del Hombre vendría a la tierra para ofrecer el sacrificio supremo por todos nosotros”.
El sacramento de la Cena del Señor, Conferencia General de abril de 1996
Élder Neal A. Maxwell
“El verdadero sacrificio personal no ha consistido nunca en poner un animal sobre el altar, sino en la disposición de poner en el altar el animal que está dentro de nosotros y dejarlo que se consuma. Ese es el sacrificio al Señor de un ‘corazón quebrantado y un espíritu contrito’ (Doctrina y Convenios 59:8), que es el requisito para tomar la cruz y abandonar todos nuestros pecados para conocerlo (véase Alma 22:18), pues el negarse a sí mismo es la condición para aceptarlo por completo”.
Véase “Absteneos de toda impiedad”, Conferencia General de abril de 1995
La ley del Evangelio
Presidente Russell M. Nelson
“Como miembros de la Iglesia, todos participamos en la ‘propia manera’ del Señor. Por lo menos una vez al mes, ayunamos y oramos y damos una generosa contribución que permite que los obispos presten ayuda. Esta es una parte de la ley del Evangelio. Todos podemos realmente ayudar a los pobres y necesitados ahora, dondequiera que estén. Y nosotros también seremos bendecidos y protegidos de la apostasía si lo hacemos”.
Véase “En cuanto lo hicisteis a uno de estos…”, Conferencia General de abril de 1986
Presidente Ezra Taft Benson
“Hacemos convenio de vivir la ley del Evangelio, la cual abarca todas las leyes, principios y ordenanzas necesarios para nuestra exaltación. Acordamos ejercer la fe en Jesucristo y el arrepentimiento sincero nacido de un corazón quebrantado y un espíritu contrito. Cuando cumplimos con las ordenanzas del bautismo y la confirmación, y continuamos con fe y oración, el poder del sacrificio expiatorio del Salvador cubre nuestros pecados y quedamos limpios de toda maldad […]. La ley del Evangelio es más que comprender el plan de salvación. Consiste en participar de las ordenanzas y los poderes selladores que culminan en un hombre sellado para vida eterna. ‘El nacer de nuevo’, dijo el profeta José Smith, ‘viene por medio del Espíritu de Dios mediante las ordenanzas’”.
Teachings of Ezra Taft Benson, pág. 337
Presidente John Taylor
“Pero se hizo necesario que Adán obedeciera, observara y guardara la ley del Evangelio, y también se hizo necesario que su posteridad, que poseería la misma exaltación y bendiciones, también guardara y observara la misma ley”.
The Gospel Kingdom, pág. 279
Presidente Wilford W. Woodruff
“Todos los que adopten los principios del Evangelio de Cristo serán salvados por ellos. Aquel que cumpla con una ley será preservado por ella. Cualquier hombre que permanezca en la ley del Evangelio será salvo y recibirá exaltación y gloria por ello”.
The Discourses of Wilford Woodruff, pág. 22
Élder Bruce R. McConkie
“En definitiva, el Evangelio de Dios está escrito, no en las letras muertas de los registros de Escrituras, sino en la vida de los santos. No está escrito con pluma y tinta sobre papel hecho por el hombre, sino con acciones y hechos en el libro de la vida de cada persona creyente y obediente. Está grabado en la carne y los huesos y los tendones de aquellos que viven una ley celestial, que es la ley del Evangelio. Está allí para ser leído por otros; primero, por aquellos que, viendo las buenas obras de los santos, responderán glorificando a nuestro Padre que está en los cielos (véase Mateo 5:16) y, finalmente, por el Gran Juez para quien la vida de cada hombre es un libro abierto”.
Our Gospel Came Not Unto You in Word Only…, Conferencia General de octubre de 1968
La ley de castidad
Presidente Russell M. Nelson
“El modo de vida del Salvador es bueno. Su modo incluye la castidad antes del matrimonio y la fidelidad total dentro del matrimonio. El modo del Señor es la única forma de tener felicidad perdurable. Su modo brinda consuelo constante a nuestra alma y paz perpetua a nuestro hogar. Y lo mejor de todo, Su modo nos conduce a nuestro hogar junto a Él y a nuestro Padre Celestial, a la vida eterna y la exaltación. Esta es la esencia misma de la obra y la gloria de Dios”.
Decisiones para la eternidad, Conferencia General de octubre de 2013
Presidente Dallin H. Oaks
“El poder de crear vida terrenal es el poder más exaltado que Dios ha dado a Sus hijos. Su uso fue ordenado mediante el primer mandamiento de Dios a Adán y Eva (véase Génesis 1:28), pero se dieron otros importantes mandamientos para prohibir su mal uso (véanse Éxodo 20:14; 1 Tesalonicenses 4:3).El énfasis que damos a la ley de castidad se debe a nuestra comprensión del propósito de nuestros poderes de procreación en el cumplimiento del plan de Dios.Fuera de los vínculos del matrimonio entre un hombre y una mujer, todos los usos de nuestros poderes de procreación son, en uno u otro grado, pecaminosos, y están en contra del plan de Dios para la exaltación de Sus hijos”.
Véase No tendrás dioses ajenos, Conferencia General de octubre de 2013
Élder David A. Bednar
“Les prometo que la obediencia a la ley de castidad aumentará nuestra felicidad en la vida terrenal y hará posible nuestro progreso en la eternidad. La castidad y la virtud son, siempre han sido y siempre serán ‘más car[as] y precios[as] que todas las cosas’ (Moroni 9:9)”.
Véase Creemos en ser castos, Conferencia General de abril de 2013
Élder Neil L. Andersen
“Hay muchos adultos solteros en la Iglesia que han sobrepasado los primeros años de la edad adulta. Aunque su vida actual es diferente de lo que habían esperado, guardan la ley de castidad. Puede ser la prueba de su fe, y expreso nuestro profundo respeto y admiración por esos discípulos de Cristo”.
La prueba de vuestra fe, Conferencia General de octubre de 2012
La Familia: Una Proclamación para el Mundo
“El primer mandamiento que Dios les dio a Adán y a Eva se relacionaba con el potencial que, como esposo y esposa, tenían de ser padres. Declaramos que el mandamiento de Dios para Sus hijos de multiplicarse y henchir la tierra permanece en vigor. También declaramos que Dios ha mandado que los sagrados poderes de la procreación han de emplearse solo entre el hombre y la mujer legítimamente casados como esposo y esposa. Declaramos que los medios por los cuales se crea la vida mortal son divinamente establecidos. Afirmamos la santidad de la vida y su importancia en el plan eterno de Dios”.
La Familia: Una Proclamación para el Mundo
Para la Fortaleza de la Juventud
“Cuando eres sexualmente puro(a), te preparas para hacer y guardar convenios sagrados en el templo; te preparas para establecer un matrimonio fuerte y para traer hijos al mundo como parte de una familia eterna y amorosa. Te proteges del daño espiritual y emocional que resulta de compartir la intimidad sexual fuera del matrimonio; además, te proteges de enfermedades nocivas. El permanecer sexualmente puro(a) te ayuda a estar seguro(a) de ti mismo(a) y a ser verdaderamente feliz, y aumenta tu habilidad para tomar buenas decisiones ahora y en el futuro. La norma del Señor en cuanto a la pureza sexual es clara e inalterable. No tengas ninguna clase de relación sexual antes del matrimonio y sé completamente fiel a tu cónyuge después del casamiento […]. No participes en conversaciones ni en ningún tipo de medio de comunicación que despierte emociones sexuales. No participes en ningún tipo de pornografía”.
La ley de consagración
Presidente Ezra Taft Benson
“Hacemos convenio de vivir la ley de consagración. Esta ley es que consagramos nuestro tiempo, talentos, fuerza, propiedad y dinero para la edificación del reino de Dios en esta tierra y el establecimiento de Sion. Hasta que una persona no observe las leyes de obediencia, de sacrificio, la ley del Evangelio y de castidad, no puede observar la ley de consagración, que es la ley perteneciente al Reino Celestial. ‘Pues si queréis que os dé un lugar en el mundo celestial, es preciso que os preparéis, haciendo lo que os he mandado y requerido (Doctrina y Convenios 78:7)’”.
Teachings of Ezra Taft Benson, pág. 121
Presidente Spencer W. Kimball
“Consagramos nuestro tiempo, talentos y medios según nos lo pidan nuestros líderes y según nos lo indique la inspiración del Espíritu. En la Iglesia, así como también en el sistema de Bienestar, podemos dar cauce a cada habilidad, cada deseo justo, cada impulso reflexivo. Ya sea como voluntario, padre, maestro orientador, obispo o vecino, ya sea como maestra visitante, madre, ama de casa o amiga, hay abundantes oportunidades para darlo todo. Al hacerlo, vemos que ‘por sacrificios se dan bendiciones’ (Himnos, nro. 15), y al final comprendemos que no se trató de un sacrificio en absoluto”.
Véase Convirtámonos en puros de corazón, Conferencia General de abril de 1978
Élder D. Todd Christofferson
“Nuestra vida en la tierra es una mayordomía del tiempo y las opciones que nuestro Creador nos ha otorgado. La palabra mayordomía trae a la mente la ley de consagración del Señor (véase, por ejemplo, Doctrina y Convenios 42:32, 53) que tiene una función financiera, pero más que eso, es una aplicación de la ley celestial a nuestra vida aquí y ahora (véase Doctrina y Convenios 105:5). Consagrar es apartar o dedicar algo como sagrado, reservado para propósitos santos. El verdadero éxito en esta vida se logra al consagrar nuestra vida, es decir, nuestro tiempo y opciones, a los propósitos de Dios (véanse Juan 17:1, 4; Doctrina y Convenios 19:19). Al hacerlo, permitimos que Él nos eleve a nuestro destino más alto”.
Véase Reflexiones sobre una vida consagrada, Conferencia General de octubre de 2010
Élder Neal A. Maxwell
“Tendemos a pensar en la consagración únicamente como el ceder nuestras posesiones materiales cuando se nos solicite en forma divina; pero la verdadera consagración consiste en entregarse uno mismo a Dios. Cristo utilizó las palabras inclusivas corazón, alma y mente para describir el primer mandamiento, el cual siempre está vigente de manera constante y no periódica (véase Mateo 22:37). Si este se observa, nuestras acciones se tornarán, como resultado, en una consagración total para el beneficio perdurable de nuestra alma (véase 2 Nefi 32:9).
Véase Consagr[ad] vuestra acción, Conferencia General de abril de 2002
Presidente Henry B. Eyring
“Nuestro Padre Celestial escucha las oraciones de Sus hijos en toda la tierra […]. Esos ruegos han llegado a Él desde que colocó al hombre y a la mujer sobre la tierra.
Debido a que el Señor escucha sus clamores y siente la profunda compasión de ustedes hacia ellos, desde un principio, Él ha proporcionado maneras para que Sus discípulos ayuden. Ha invitado a Sus hijos a que consagren su tiempo, sus medios y a sí mismos a unirse a Él para servir a los demás. Su manera de ayudar a veces se ha llamado vivir la ley de consagración”.
Véase Oportunidades para hacer el bien, Conferencia General de abril de 2011
Élder David A. Bednar
“La consagración está relacionada con el sacrificio y basa en este. La palabra consagrar significa desarrollar y ‘dedicar a un propósito sagrado’. El sacrificio es lo que ofreceremos, entregaremos, cederemos o abandonaremos. Por otro lado, la consagración es desarrollarse y dedicarse plenamente a un propósito sagrado […]. Al vivir la ley de consagración, estamos dispuestos no solo a ofrecer cualquier cosa y todo lo que poseamos por el bien del Evangelio, sino que también prometemos desarrollar y dedicar lo mejor de nosotros mismos —nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestra capacidad cada vez mayor— para la edificación del reino de Dios en la tierra. Nuestra promesa es esta: Me entregaré a mí mismo y todo lo que pueda llegar a ser, y viviré para el Evangelio de Jesucristo. El principio del sacrificio es la preparación de una ley menor para el principio de la consagración. La consagración incluye y abarca el sacrificio y mucho más […]. La verdadera consagración está motivada por la caridad y produce un mayor deseo de servir. En estos últimos días, se nos exige más como hijos del convenio que nuestro dinero, posesiones y tiempo. Debemos consagrar al Señor nuestra alma entera”.
Adaptado del discurso de un devocional dado en BYU—Idaho, “Your Whole Souls as an Offering Unto Him”, David A. Bednar, 5 de enero de 1999
Sellamiento
Presidente Russell M. Nelson
“Hermanos y hermanas, las posesiones materiales y los honores del mundo no perduran; pero sí su unión como esposa, esposo y familia. El único periodo de duración de la vida familiar que satisface las añoranzas más sublimes del alma humana es para siempre. Ningún sacrificio es demasiado grande para tener las bendiciones de un matrimonio eterno. Para hacernos acreedores de ellas, únicamente tenemos que negarnos a nosotros mismos de toda iniquidad y honrar las ordenanzas del templo. Si llevamos a cabo los sagrados convenios del templo y los guardamos, manifestamos nuestro amor por Dios, por nuestro cónyuge, y nuestra verdadera preocupación por nuestra posteridad, incluso los que aún no han nacido. Nuestra familia es el foco de nuestra obra y nuestro gozo más grandes en esta vida; y también lo será en la eternidad, cuando podremos heredar ‘tronos, reinos, principados, potestades y dominios […], exaltación y gloria’. Esas bendiciones inestimables pueden ser nuestras si ponemos nuestra casa en orden ahora y si nos aferramos fielmente al Evangelio”.
Véase “Ponga en orden su casa”, Conferencia General de octubre de 2001
Presidente Dallin H. Oaks
“El objetivo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es ayudar a todos los hijos de Dios a comprender su potencial y a alcanzar su más elevado destino. La Iglesia existe para proporcionar a los hijos de Dios los medios para entrar en el Reino Celestial y lograr la exaltación. Esta es una religión centrada en la familia, tanto en la doctrina como en la práctica. El conocimiento que tenemos de la naturaleza y el propósito de Dios, el Eterno Padre, explica nuestro destino y la relación que tendremos en Su familia eterna. Nuestra teología empieza con padres celestiales; nuestra mayor aspiración es llegar a ser como Ellos. En el plan misericordioso del Padre, todo esto se hace posible mediante la Expiación del Unigénito del Padre, nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. Los padres terrenales participamos en el plan del Evangelio al proveer cuerpos mortales para los hijos espirituales de Dios. La plenitud de la salvación eterna es una meta que concierne a toda la familia”.
Véase La Apostasía y la Restauración, Conferencia General de abril de 1995
Presidente Henry B. Eyring
“Todo lo que hagamos debe tener el matrimonio celestial como enfoque y propósito. Eso significa que debemos esforzarnos por sellarnos con un compañero eterno en el templo de Dios; también debemos alentar a los demás a hacer y guardar los convenios que unen al esposo y la esposa, junto con su familia, en esta vida y en el mundo venidero”.
Familias eternas, Conferencia General de abril de 2016
Presidente Boyd K. Packer
“El fin supremo de toda actividad en la Iglesia es ver al esposo, a su esposa y a sus hijos felices en el hogar, protegidos por los principios y las leyes del Evangelio, sellados con seguridad en los convenios del sacerdocio eterno”.
Y un niño los pastoreará, Conferencia General de abril de 2012
Presidente Dieter F. Uchtdorf
“Agradezco pertenecer a una iglesia que valora el matrimonio y la familia. Los miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días son conocidos en todo el mundo por tener algunos de los mejores matrimonios y familias que se puedan encontrar. Creo que esto, en parte, se debe a la preciosa verdad restaurada por José Smith de que los matrimonios y las familias tienen el fin de ser eternos. El propósito de las familias no es solo hacer que el tiempo en la tierra sea más llevadero para luego desecharlas al llegar al cielo, sino que son el orden de los cielos. Son un símbolo del modelo celestial, una semejanza de la familia eterna de Dios”.
Véase Un elogio a los que salvan, Conferencia General de abril de 2016
“La familia: Una proclamación para el mundo”
“El divino plan de felicidad permite que las relaciones familiares se perpetúen más allá del sepulcro. Las ordenanzas y los convenios sagrados disponibles en los santos templos hacen posible que las personas regresen a la presencia de Dios y que las familias sean unidas eternamente”.
Las bendiciones de la adoración en el templo
Presidente Russell M. Nelson
“Todo ser humano que viene a la tierra es el producto de generaciones de padres. Tenemos un anhelo natural de conectarnos con nuestros antepasados. Ese deseo mora en nuestros corazones, sin importar la edad. Consideremos las conexiones espirituales que se establecen cuando una joven ayuda a su abuela a ingresar información de la familia en una computadora o cuando un joven ve el nombre de su bisabuelo en un registro de censo. Cuando nuestro corazón se vuelve a nuestros antepasados, algo cambia dentro de nosotros; nos sentimos parte de algo más grande que nosotros mismos. Nuestros anhelos innatos por tener conexiones familiares se hacen realidad cuando nos entrelazamos con nuestros antepasados mediante las ordenanzas sagradas del templo”.
Generaciones entrelazadas con amor, Conferencia General de abril de 2010
Presidente Thomas S. Monson
“¿Por qué hay tantos que están dispuestos a sacrificar tanto para recibir las bendiciones del templo? Aquellos que comprenden las bendiciones eternas que se reciben mediante el templo saben que ningún sacrificio es demasiado grande, ningún precio demasiado alto ni ningún esfuerzo demasiado difícil para recibirlas. Nunca es demasiada la distancia que hay que viajar, demasiados los obstáculos que sobrellevar ni demasiada la incomodidad que soportar. Entienden que las ordenanzas salvadoras que se reciben en el templo y que nos permiten regresar algún día a nuestro Padre Celestial en una relación familiar eterna, y ser investidos con bendiciones y poder de lo alto, merecen todo sacrificio y todo esfuerzo”.
Véase El Santo Templo: Un faro para el mundo, Conferencia General de abril de 2011
Presidente Gordon B. Hinckley
“Creo que ningún miembro de la Iglesia recibe lo máximo que esta Iglesia tiene para dar mientras no reciba sus bendiciones del templo en la Casa del Señor”.
Véase Pensamientos sobre los templos, la retención de conversos y el servicio misional, Conferencia General de octubre de 1997
Presidente Howard W. Hunter
“Con ese espíritu, invito a los Santos de los Últimos Días a considerar el templo el gran símbolo de su condición de miembros. Lo que deseo de todo corazón es que todos los miembros de la Iglesia sean dignos de entrar en el templo. Complacería mucho al Señor que todo miembro adulto fuera digno de recibir una recomendación para el templo y obtuviera una. Las cosas que debemos hacer o que no debemos hacer para ser dignos de obtener una recomendación para el templo son las mismas que nos aseguran la felicidad como personas y como familias. Caractericémonos, los miembros de la Iglesia, por ir constantemente al templo; vayamos al templo con la frecuencia que las circunstancias personales lo permitan. Tengan a la vista en su casa una lámina de uno de los templos para que sus hijos la vean. Enséñenles en cuanto a los propósitos de la Casa del Señor. Anímenlos a hacer planes, desde niños, para ir allí y para mantenerse dignos de esa bendición”.
Véase “Preciosas y grandísimas promesas”, Conferencia General de octubre de 1994
Élder David A. Bednar
“El espíritu de Elías surte su efecto tanto en las personas que son miembros de la Iglesia como en las que no lo son. Sin embargo, como miembros de la Iglesia restaurada de Cristo, tenemos la responsabilidad, adquirida por convenio, de buscar a nuestros antepasados y proporcionarles las ordenanzas salvadoras del Evangelio. ‘Ellos no [son] perfeccionados sin nosotros’ (Hebreos 11:40; véase también Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, pág. 507). Ni ‘tampoco podemos nosotros ser perfeccionados sin nuestros muertos’ (Doctrina y Convenios 128:15). Por esas razones investigamos nuestra historia familiar, edificamos templos y efectuamos ordenanzas vicarias. Por esas razones se envió a Elías el Profeta para restaurar la autoridad para sellar que ata en la tierra y en el cielo. Nosotros somos los agentes del Señor en la obra de salvación y exaltación que evitará ‘que el mundo entero [sea] herido con una maldición’ (Doctrina y Convenios 110:15) cuando Él vuelva de nuevo. Ese es nuestro deber y nuestra gran bendición”.
Véase El corazón de los hijos se volverá, Conferencia General de octubre de 2011
Élder Quentin L. Cook
“La doctrina de la familia en relación con la obra de historia familiar y del templo es clara. En Sus primeras instrucciones reveladoras, el Señor se refirió al ‘bautismo por vuestros muertos’. Nuestra obligación doctrinal es para con nuestros antepasados, y es así porque la organización de los cielos se basa en la familia. La Primera Presidencia ha instado a los miembros, especialmente a los jovencitos y a los jóvenes adultos solteros, a dar prioridad a la obra de historia familiar y de las ordenanzas usando nombres de sus propios familiares o de antepasados de miembros de su barrio y de su estaca. Es preciso que nos conectemos tanto a nuestras raíces como a nuestras ramas. La idea de que estaremos vinculados en el reino eterno es verdaderamente gloriosa”.
Véase Raíces y ramas, Conferencia General de abril de 2014
Presidente Boyd K. Packer
“No importa nuestra ciudadanía o raza, si somos hombres o mujeres, no importa nuestra educación o empleo, ni la época en que vivimos, ya que la vida para todos es un viaje de regreso al hogar, de regreso a la presencia de Dios en Su Reino Celestial. Las ordenanzas y los convenios constituyen nuestra credencial para entrar en la presencia de Dios. El recibirlos dignamente es la meta principal de la vida; y cumplir con ellos es el objetivo de esta vida. Una vez que nosotros y nuestra familia hayamos recibido estas ordenanzas, estamos obligados a realizarlas vicariamente por nuestros parientes muertos y, en realidad, por toda la familia humana”.
Véase Estar bajo convenio, Liahona, julio de 1987