Una de las bendiciones de las Escrituras es que nos ayudan a aprender de los errores de otras personas.
Ver cientos de años de historia jaredita en unos pocos capítulos hace que sea fácil reconocer las lecciones: en general, cuando los reyes son justos, el pueblo prospera. Cuando los reyes son inicuos, el pueblo sufre.
Parecería que muchos jareditas siguieron el ejemplo de su rey, ya fuera para bien o para mal. Es posible que algunos de los reyes también hayan sido líderes religiosos, lo que habría hecho que su iniquidad personal fuera aún más dañina.
Piensa en situaciones en las que otras personas podrían considerarte un ejemplo. Por ejemplo, podrías ser un líder en tu clase o cuórum, o el hijo mayor de tu familia, o uno de los pocos Santos de los Últimos Días en tu escuela. ¿Cómo puedes asegurarte de que estés dando un buen ejemplo?