Uno de los propósitos del Libro de Mormón es ayudarnos a entender mejor otros pasajes de las Escrituras. Un buen ejemplo de ello es la historia de las “serpientes ardientes”, o serpientes venenosas, que perturbaron a los israelitas mientras estaban en el desierto.
Tal vez hayas oído antes esta historia. Nefi la menciona, y Alma también, pero el relato original se encuentra en Números 21:6–9:
- El Señor envía serpientes ardientes que causan la muerte a muchas personas.
- El pueblo se da cuenta de que es debido a sus pecados y pide ayuda a Moisés.
- El Señor le dice a Moisés que haga una serpiente de bronce, que la ponga en un asta y que la coloque donde la gente pueda verla.
- Moisés hace lo que se le ha mandado, y todos los que miran a la serpiente de bronce son sanados.
Fin.
Pero, ¡un momento! ¿No se nos olvida algo?
¡Algunas personas se negaron a mirar la serpiente de bronce! Ese es un detalle que el Antiguo Testamento no menciona. Pero gracias a los profetas del Libro de Mormón, quienes aparentemente tenían una versión más completa del relato de las planchas de bronce, conocemos esos detalles adicionales1.
Sabemos que para algunos israelitas el acto de mirar a la serpiente parecía demasiado sencillo, y sus corazones eran tan duros que se negaron a mirar. Debido a su terquedad y orgullo, ¡murieron innecesariamente!
En cierta forma, este relato puede ser un símbolo del Salvador. ¿Aceptaremos la sanación que Él nos ofrece?
Pequeños y sencillos
Nota
1. Véanse 1 Nefi 17:41; Alma 33:19–20; Alma 37:46.