Arteh Odjidja
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Todos tenemos cabida en la Iglesia del Señor

Arteh Odjidja
03/03/21 | 5 min de lectura
El Señor no nos pondrá obstáculos en nuestro camino hacia la obtención de un testimonio. Por medio de las pruebas, obtenemos sabiduría y fortaleza para resistir las tormentas que intentan debilitar nuestra fe.

Crecer sintiendo atracción hacia personas del mismo sexo fue una experiencia que me condujo al aislamiento. Mi vida parecía ir en sentido contrario a todos los mensajes con los que se me había educado como cristiano en una familia ghanesa-británica de primera generación.

Al crecer y comenzar a descubrir mi pasión y talento por la fotografía, encontré maneras de fortalecer a las personas al contar sus historias por medio del retrato. De esa manera, logré tener éxito en mi carrera profesional. Sin embargo, tuve dificultades para sentirme fortalecido por mi propia historia y para aceptarme tal como era.

Al terminar la universidad, comencé a asistir a la iglesia de nuevo después de años de alejamiento. Recuerdo que sentía un fuerte deseo de entender por qué, a pesar del progreso en mis metas y sueños, todavía me sentía muy inquieto. Comencé a asistir a una iglesia pentecostal local que había visto un día caminando por el este de Londres. Asistía todos los domingos para escuchar el sermón que se ofrecía esa semana. Me quedaba a la reunión y luego me iba discretamente, después de un cortés agradecimiento a los acomodadores. Eran personas encantadoras, pero no tenía la confianza suficiente como para quedarme y socializar con ellas.

Empecé a seguir un patrón: asistía a una nueva iglesia durante unos meses para luego decidir probar con otra, y luego otra. Me encantaba el sentimiento de estar rodeado de personas que adoraban a Dios, así que regresé una y otra vez. A menudo oraba para entender el propósito de Dios para mi vida. No se me reveló una confirmación espiritual, pero el profundo deseo de conocer a Jesucristo nunca disminuyó.

Después de unos ocho años de orar y de buscar la iglesia adecuada para mí, recibí la respuesta. En 2015, mientras estaba en la ciudad, me encontré con dos misioneros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días que me invitaron a asistir a su Iglesia. Uno era de China y el otro era de St. George, Utah. Hacía poco que había dejado una gran iglesia internacional en la que había estado prestando servicio durante unos años, así que una vez más estaba buscando. Como no tenía nada que perder, acepté su invitación y asistí a la reunión sacramental el domingo de esa semana.

Cuando llegué a la capilla me sobrevino un sentimiento familiar; la decoración me trajo recuerdos de la iglesia metodista de mi juventud. Ese día sentí el Espíritu y supe sin ninguna duda en mi mente que debía saber más acerca del evangelio restaurado de Jesucristo. Así que concerté más citas para ver a los misioneros y aprender.

No conseguí aceptarme a mí mismo de inmediato, pero sentí que el Espíritu obraba conmigo al conducirme hacia nuevos amigos y mentores quienes, con su fe y conocimiento fortalecieron los míos. Perseveré para aprender y servir, pero esta pregunta persistía en mi mente: “Soy gay y de raza negra, ¿dónde encajo en el plan del Evangelio restaurado y en la cultura de esta Iglesia?”.

El Señor no hace acepción de personas; todos tenemos una función importante que desempeñar en el recogimiento de Sion.

El guardarme todas mis preocupaciones era asfixiante. Muchas veces abrí el corazón a mi Padre Celestial, como lo he hecho a lo largo de mi vida, y finalmente recibí una respuesta una noche de marzo de 2016, en mi departamento de Londres. Era la presencia inconfundible del Espíritu. Recibí este mensaje: “Simplemente sígueme y te mostraré el camino”. Experimenté una enorme sensación de alivio y de paz, al dejar de lado la necesidad de obtener todas las respuestas para el futuro y simplemente confiar en Él. Me arrodillé y di gracias.

Esa noche tomé la decisión de confiar en Él y fui bautizado unas semanas más tarde, en abril. Ese día aprendí una lección importante sobre la obediencia y la confianza en el Señor ante lo desconocido. Esta lección se ha reafirmado aún más durante los últimos cuatro años que he sido miembro, al prestar servicio en llamamientos y responsabilidades de liderazgo. Es posible que, a veces, el Señor no desee que miremos demasiado hacia el futuro; Él desea que seamos obedientes y que sigamos adelante con fe y esperanza. Su Espíritu me recuerda diariamente que Él está conmigo y que, aunque la vida no siempre es justa o fácil, debo confiar en que me está conduciendo de regreso a Él y a la medida completa de mi creación aquí en la tierra.

El Señor no nos pondrá obstáculos en nuestro camino hacia la obtención de un testimonio. Por medio de las pruebas, obtenemos sabiduría y fortaleza para resistir las tormentas que intentan debilitar nuestra fe. El Señor me ministró por medio de las Escrituras, de unos misioneros atentos y de la presencia afectuosa de mi obispo. Con el tiempo me di cuenta de que, como hijo de Dios, Él me ama como soy, y que mis dificultades me brindaron propósito y me ayudaron a hallar fe en que mi Salvador me ayudaría a llegar a ser más semejante a Él.

Creo que mi propósito es ofrecer a las personas una perspectiva por medio de mis palabras, mi arte y mis reflexiones, para fomentar la compasión por los demás. No creo que mi vida sea más importante que la vida de otros, pero espero que mi perspectiva pueda ofrecer a las personas la paz que siento ahora por tener un testimonio personal de Jesucristo y por Su propósito para nuestra vida.

Como artista que capta historias humanas, me han impresionado los muchos rostros ocultos de la humanidad: los relatos no contados y las voces silenciosas y silenciadas del sufrimiento. Para mí es importante inspirar a los demás a que empaticen con aquellos que consideramos como “otros”, puesto que todos somos hermanos y hermanas. Desafortunadamente, nos queda un largo camino por recorrer antes de que la división, la injusticia y los prejuicios se erradiquen del corazón de las personas. Sé lo esencial que es para nuestro progreso colectivo tener caridad en el corazón y llevar las cargas los unos de los otros.

Procuro defender las voces ignoradas, porque eso es lo menos que puedo hacer para cumplir mi cometido y amar como lo haría el Salvador. Hace poco completé una asignación de fotoperiodismo de dos años en el delta del Níger para ayudar a crear conciencia sobre el daño que causan al medio ambiente local los vertidos recurrentes de petróleo que afectan enormemente a la población local. El agua y las tierras de cultivo contaminadas y la mortalidad infantil son grandes problemas que enfrentan estas comunidades que dependen de la agricultura y la pesca para sobrevivir. Así que me propuse conseguir que el mundo se diera cuenta de las cargas que soportan todos los días las personas que viven allí. Hoy continúo hablando de este tema, entre otras causas que me apasionan.


Arteh Odjidja
Arteh Odjidja es un galardonado fotógrafo retratista y educador que nació y se crio en Londres. Arteh considera que Londres es su hogar y un lugar de inspiración para su obra. También obtiene mucha inspiración de sus viajes por el mundo y de su enfoque en el fortalecimiento por medio de la técnica del retrato.
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