2000–2009
Cómo hallar fortaleza en tiempos difíciles
Abril 2009


2:3

Cómo hallar fortaleza en tiempos difíciles

El tener la capacidad de recibir inspiración personal será necesario en los días venideros.

Élder Andersen, le hacemos llegar nuestras bendiciones, nuestro amor y apoyo al llevar a cabo este nuevo llamamiento. Hermanos y hermanas, las personas y las familias por todo el mundo afrontan desafíos por motivo de las condiciones actuales. A pesar de que considero que se vienen grandes desafíos, también sé que es una época maravillosa para estar vivo, en especial para la juventud. Veo a mis hijos y nietos que llevan vidas plenas y satisfactorias aun cuando tienen desafíos, reveses y obstáculos que superar.

Estos son los días en que las profecías se están cumpliendo. Vivimos en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, que es el tiempo para prepararse para el regreso del Salvador; es también el tiempo para ocuparnos de nuestra propia salvación.

Cuando los vientos soplan y las lluvias caen, soplan y caen sobre todos. Aquellos que han construido sus cimientos sobre la roca en vez de la arena sobrevivirán las tormentas1. A fin de edificar sobre la roca es necesario desarrollar una profunda conversión personal al evangelio de Jesucristo y saber cómo recibir inspiración. Debemos saber, y saber que lo sabemos. Debemos permanecer espiritual y temporalmente independientes de todas las criaturas mundanas2; para ello, debemos entender que Dios el Padre es el Padre de nuestros espíritus y que Él nos ama, que Jesucristo es nuestro Redentor y Salvador, y que el Espíritu Santo se comunica con nuestra mente y nuestro corazón3. Así es como recibimos inspiración. Tenemos que aprender a reconocer y aplicar estas impresiones.

Cuando era un jovencito de secundaria, una de mis pasiones era el fútbol americano; tenía la posición de defensa central. El entrenador hacía trabajar duro al equipo para enseñarnos lo básico. Practicábamos hasta que las técnicas se convertían en algo natural y automático. Durante una jugada contra nuestro más grande rival, tuve una experiencia que me ha ayudado a lo largo de los años. Estábamos en la defensa; yo sabía quién era mi contrincante y al empezar la jugada, él se movió a mi derecha a la línea de ataque. Había mucho ruido de jugadores y espectadores. Yo reaccioné de acuerdo con lo que el entrenador nos había enseñado y seguí a mi oponente hasta la línea, sin saber si él tenía la pelota. Para mi sorpresa, sentí la pelota parcialmente en mis manos; le di un tirón, pero mi oponente no la soltó. Al tirar de la pelota de un lado a otro, entre todo el tumulto, oí una voz que me gritaba: “¡Packer, derríbalo!”. Eso fue suficiente para hacerme reaccionar, de modo que lo derribé al instante.

Me he preguntado cómo escuché esa voz entre toda la bulla. Durante las prácticas me había familiarizado con la voz del entrenador, y había aprendido a confiar en ella. Sabía que lo que él enseñaba daba resultado.

Tenemos que familiarizarnos con las impresiones del Espíritu Santo y necesitamos practicar y aplicar las enseñanzas del Evangelio hasta que se conviertan en algo natural y automático. Esas impresiones llegan a ser el cimiento de nuestro testimonio; entonces, nuestros testimonios nos mantendrán felices y a salvo en tiempos difíciles.

El élder Dallin H. Oaks definió el testimonio de esta manera: “Un testimonio del Evangelio es un testigo personal que el Espíritu Santo atestigua a nuestra alma que ciertos hechos de importancia eterna son verdaderos y que sabemos que lo son”4. En otra ocasión, el élder Oaks dijo: “El testimonio es saber y sentir. La conversión… requiere que hagamos y lleguemos a ser”5.

Hay varias cosas que podemos hacer para lograr una profunda conversión y aprender a recibir inspiración divina. Primero, debemos tener el deseo. Alma dijo: “…porque sé que él concede a los hombres según lo que deseen, ya sea para muerte o para vida… según la voluntad de ellos”6.

A continuación, Alma nos desafió a experimentar con la palabra: “Compararemos, pues, la palabra a una semilla. Ahora bien, si dais lugar para que sea sembrada una semilla en vuestro corazón, he aquí, si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis fuera por vuestra incredulidad, resistiendo al Espíritu del Señor, he aquí, empezará a hincharse en vuestro pecho; y al sentir esta sensación de crecimiento, empezaréis a decir dentro de vosotros: Debe ser que ésta es una semilla buena, o que la palabra es buena, porque empieza a ensanchar mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa para mí”7.

El siguiente paso es estudiar y aprender; eso incluye el meditar, lo que amplía y profundiza nuestro testimonio. “Pero he aquí, te digo que debes estudiarlo en tu mente; entonces has de preguntarme si está bien”8.

Podemos aprender cómo las respuestas vienen por medio de la inspiración; vienen como pensamientos y sentimientos a nuestra mente y a nuestro corazón9. De vez en cuando, las respuestas pueden llegar como un ardor en el pecho. Elías enseñó que la respuestas vienen como “un silbo apacible y delicado”10. El Señor dijo: “…si está bien… haré que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirás que está bien”11.

José Smith nos dijo que para buscar las respuestas prestemos atención a los pensamientos y sentimientos que vengan a nuestra mente. Con el tiempo, aprenderemos a reconocerlos como impresiones.

Dijo: “Una persona podrá beneficiarse si percibe la primera indicación del espíritu de revelación; por ejemplo, cuando sientan que la inteligencia pura fluye en ustedes, podrá darles una repentina corriente de ideas, de manera que, por atenderla, verán que se cumple el mismo día o poco después; (es decir) se verificarán las cosas que el Espíritu de Dios haya comunicado a su mente; y así, al aprender a reconocer y entender el Espíritu de Dios, podrán crecer en el principio de la revelación hasta que lleguen a ser perfectos en Cristo Jesús”12.

El desarrollar esa capacidad nos ayuda a obtener testimonios y llega a ser el medio por el cual se obtiene inspiración adicional en el futuro.

A pesar de que los testimonios se pueden presentar como manifestaciones dramáticas, por lo general no es así. A veces las personas piensan que necesitan tener una experiencia como la visión de José Smith antes de obtener un testimonio. Si tenemos expectativas poco realistas de cómo, cuándo o dónde se contestan las oraciones, corremos el riesgo de no captar las respuestas que vienen como sentimientos y pensamientos apacibles y consoladores que la mayoría de las veces vienen después de orar, mientras hacemos otras cosas. Esas respuestas pueden ser igualmente convincentes y poderosas.

Con el tiempo recibiremos respuestas y aprenderemos cómo se recibe la inspiración. Esto es algo que cada persona aprende por sí misma.

El paso siguiente: el pedir un testimonio de la verdad abre la ventana de la inspiración. La oración es la forma más común y poderosa de invitar la inspiración. El solo hecho de formular una pregunta13, aunque sea en nuestra mente, comenzará a abrir la ventana. Las Escrituras enseñan: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”14.

Jesús también nos enseñó a aplicar la doctrina en nuestra vida: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios, o si yo hablo por mi propia cuenta”15.

Con el tiempo se recibirá un testimonio personal y lo sabremos, y sabremos que lo sabemos. Entonces seremos independientes de toda otra cosa mundana para que, “…por el poder del Espíritu Santo [podamos] conocer la verdad de todas las cosas”16 que son justas17 y para nuestro bien18. Recibiremos fortaleza, consuelo y ayuda para tomar decisiones correctas y actuar con seguridad en tiempos difíciles19.

Ese testimonio no se limita a los líderes sino que está a disposición de todo hombre, mujer, joven e incluso de todo niño. El tener la capacidad de recibir inspiración personal será necesario en los días venideros.

Cuando era joven aprendí que mi testimonio podría crecer si cumplía con mis responsabilidades del sacerdocio. Tenía el deseo de saber. Estudié y medité; oré para recibir respuestas. Un día, mientras estaba sentado en la mesa sacramental como presbítero, lo sentí y lo supe.

¡Ésta es una época maravillosa para estar vivo! El Señor necesita a cada uno de nosotros. ¡Éste es nuestro día, es nuestra hora! De uno de nuestros himnos, leemos:

¡Levantaos, hombres [y agrego, mujeres] de Dios!

Despojaos de vilezas.

Dad corazón, alma, mente y fuerza

Y al Rey de Reyes servid20.

Doy testimonio de nuestro Padre Celestial, el Padre de nuestros espíritus; de Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador; y del Espíritu Santo, por medio de quien recibimos guía divina. Doy testimonio de que personalmente podemos recibir inspiración. Que reconozcamos la voz por la cual recibimos inspiración, ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Véase Mateo 7:24–27.

  2. Véase D. y C. 78:14.

  3. Véase D. y C. 8:2–3.

  4. Dallin H. Oaks, “Testimonio,” Liahona, mayo de 2008, págs. 26–29.

  5. Véase Dallin H. Oaks, “El desafío de lo que debemos llegar a ser”, Liahona, enero de 2001, págs. 40–43.

  6. Alma 29:4.

  7. Alma 32:28.

  8. D. y C. 9:8.

  9. Véase D. y C. 8:2–3.

  10. 1 Reyes 19:12.

  11. D. y C. 9:8.

  12. Enseñanzas de los presidentes de la Iglesia: José Smith, “La oración y la revelación personal”, pág. 138.

  13. Véase Richard G. Scott, “To Learn and to Teach More Effectively”, Brigham Young University, 2007–2008 Speeches, 2008, pág. 7.

  14. Lucas 11:9; véase también Mateo 7:7; 3 Nefi 14:7; D. y C. 88:63–65.

  15. Juan 7:17.

  16. Moroni 10:5.

  17. Véase 3 Nefi 18:20.

  18. Véase D. y C. 88:64.

  19. Véase Alma 48:15–16.

  20. “Rise Up, O Men of God” (¡Levantaos, hombres de Dios!), Hymns, Nº 323.