2000–2009
“Ésta es su llamada telefónica”
Abril 2009


2:3

“Ésta es su llamada telefónica”

Ahora los exhortamos a movilizar nuestros quórumes del sacerdocio en respuesta a las dificultades laborales y económicas que afrontan nuestros miembros.

Mis hermanos del sacerdocio, en los años recientes hemos sido testigos de muchas emergencias y desastres naturales en todo el mundo. Entre ellos ha habido huracanes, incendios, terremotos y un devastador maremoto.

La Iglesia ha respondido a éstos y a muchos otros desastres de maneras maravillosas. Grupos de miembros se han movilizado rápidamente para ayudar a los necesitados. Todos ellos se sintieron bien al saber que estaban bendiciendo la vida de otras personas mediante su servicio.

A menudo, algunas personas que no pertenecen a nuestra religión —miembros de otras iglesias, organizaciones de ayuda humanitaria, gobiernos y medios de comunicación— comentan sobre la rapidez que tiene la Iglesia para movilizar a tantas personas que están dispuestas a ayudar, y preguntan: “¿Cómo lo hacen?”. La respuesta a dicha pregunta es sencilla: “Estamos preparados, estamos organizados, tenemos empatía y tenemos caridad”. Por lo general, sólo se necesitan unas pocas llamadas telefónicas de las autoridades que presiden a los líderes locales de la Iglesia para movilizar a cientos y en ocasiones a miles de personas para ir al rescate de sus hermanos y hermanas afligidos.

Esta noche quisiera hablar sobre otro desafío al que tenemos oportunidad de responder; y, hermanos, ésta es su llamada telefónica. Dicho desafío no es por causas naturales; sin embargo, sus efectos son reales y se sienten mundialmente; y aunque somos optimistas en cuanto al futuro, continuamos —como lo hemos hecho por décadas— defendiendo el principio fundamental de que somos “el guarda de nuestro hermano”.

El élder Robert D. Hales ha indicado recientemente: “Las nubes económicas que por mucho tiempo han amenazado al mundo ahora nos cubren por completo. Hoy, más que nunca, el impacto de esta tormenta económica en los hijos de nuestro Padre Celestial requiere una perspectiva del Evangelio sobre Bienestar”1. Las repercusiones laborales y financieras de esta tormenta afectan a todas las estacas y a los barrios de la Iglesia. Sospecho que, de algún modo, cada uno de nosotros las ha sentido, ya sea en forma personal, por medio de algún miembro de la familia o pariente; o por alguien que conozcamos.

Hermanos, no existe otra organización mejor preparada para responder a los problemas de la humanidad que el sacerdocio del Dios Altísimo. Contamos con la organización. Presidentes de estaca, obispos, presidentes de quórum de élderes y líderes de grupo de sumos sacerdotes, ahora los exhortamos a movilizar nuestros quórumes del sacerdocio en respuesta a las dificultades laborales y económicas que afrontan nuestros miembros. Consideren esto como su llamada telefónica personal. Ahora es el momento de apoyar, elevar y ayudar a las familias de nuestros quórumes que estén pasando aflicciones.

Hay muchas oportunidades, y son ustedes los que tienen la oportunidad y la responsabilidad de administrar los recursos del Señor. Es probable que entre nuestros miembros se encuentren algunos que sepan de vacantes laborales y que otros tengan la habilidad de preparar un currículo o ayudar a prepararse para las entrevistas. Sin importar los títulos ni las aptitudes que posean, hallarán una hermandad comprometida a llevar las cargas los unos de los otros.

El presidente Monson cuenta el relato de un ejecutivo jubilado llamado Ed, quien vivió como ejemplo de lo que un miembro del quórum debe ser. En una ocasión, el presidente Monson estaba hablando con Ed y le preguntó: “‘Ed, ¿qué llamamiento tienes en la Iglesia?’; él respondió: ‘Tengo la mejor asignación del barrio. Mi responsabilidad es ayudar a los hombres desempleados a encontrar un empleo permanente. Este año ayudé a doce de mis hermanos que no tenían trabajo a encontrar un buen empleo. Nunca en mi vida me he sentido tan feliz’”. El presidente Monson continúa: “Corto de estatura, el ‘pequeño Ed’, como lo llamamos cariñosamente, me pareció muy alto ese día, al hablarme con la voz entrecortada y los ojos húmedos. Él demostraba su amor ayudando a los necesitados; él restauraba la dignidad humana; él abría puertas para aquellos que no sabían cómo hacerlo por sí mismos”2.

Existen muchas formas en que los obispos y los miembros de los quórumes pueden ayudar a aliviar el sufrimiento y la inquietud de quienes estén desempleados. El taller mecánico “Phil’s Auto” de Centerville, Utah, es un testimonio de lo que los líderes del sacerdocio y un quórum pueden lograr. Phil era miembro de un quórum de élderes y trabajaba como mecánico en un taller local. Lamentablemente, el taller donde trabajaba Phil atravesó dificultades económicas y tuvieron que despedirlo. Phil estaba desolado por ese giro de los acontecimientos.

Al enterarse de que Phil había perdido el trabajo, su obispo, Leon Olsen, y la presidencia del quórum de élderes, consideraron en oración las maneras en que podrían ayudar a Phil a recobrarse. Después de todo, él era un compañero y hermano del quórum y necesitaba ayuda. Llegaron a la conclusión de que Phil tenía aptitudes para tener su propio negocio. Uno de los miembros del quórum ofreció un viejo granero que quizás se podría utilizar como taller de reparaciones. Otros miembros del quórum podían ayudar a recolectar las herramientas y los materiales necesarios a fin de equipar el nuevo taller. Casi todos los integrantes del quórum podían, al menos, ayudar a limpiar el viejo granero.

Compartieron sus ideas con Phil, y luego comunicaron el plan a los miembros del quórum. Se limpió y renovó el granero, se recolectaron las herramientas y se puso todo en orden. “Phil’s Auto” fue todo un éxito, y con el tiempo se mudó a un lugar mejor y más permanente; y todo eso gracias a que los hermanos del quórum de Phil le ofrecieron ayuda en un momento de crisis. Los quórumes del sacerdocio pueden y deben hacer una diferencia.

Muchos barrios y estacas han llamado especialistas de empleo a fin de brindar ayuda adicional a los obispos y líderes de quórum. No dejen de llamarlos y solicitarles ayuda.

En muchas áreas de la Iglesia se han establecido centros de recursos de empleo. Se ha capacitado al personal de dichos centros para ayudarlos con las necesidades laborales del quórum, del barrio y de la estaca. Su estrecha relación con los empleadores será una ventaja en cuanto a empleo y orientación vocacional.

Las tiendas de artículos de segunda mano de la Iglesia, Industrias Deseret, ofrecen oportunidades de empleo y educación a personas de todo ambiente y formación. A las personas que tienen necesidades especiales se les da la oportunidad de recibir rehabilitación, capacitación y empleo. En los lugares que estén disponibles, Industrias Deseret puede ser un valioso recurso.

Obispos, las hermanas tienen una función en esta labor. Debido a la economía, a muchas madres se les hace necesario ajustar el presupuesto y otros gastos; algunas de ellas tienen la necesidad de buscar trabajo fuera de casa. Las hermanas de la Sociedad de Socorro, con su corazón especialmente dotado de compasión, pueden ayudar. Ellas pueden ayudar a reconocer quién necesita ayuda; pueden enseñar; pueden cuidar niños, consolar, aliviar y alentar; pueden marcar la diferencia.

Ahora bien, permítanme decir algunas palabras a aquellos que actualmente estén desempleados. La responsabilidad de buscar empleo o de mejorar su situación laboral es de ustedes. El Señor nos brinda guía constante mediante el ayuno y la oración regulares. Sus líderes de quórum, obispos, especialistas de empleo y personal de los centros de recursos de empleo les ayudarán en sus empeños. Sin embargo, tememos que a menudo los líderes del sacerdocio desconozcan su situación; ¡Hablen! Háganles saber que están buscando empleo. Y obispos y líderes del sacerdocio, actúen y permitan que los hermanos del sacerdocio participen en la maravillosa oportunidad de ser realmente un quórum, una hermandad y un guarda de su hermano.

Mientras era miembro del Quórum de los Doce Apóstoles, el presidente Gordon B. Hinckley dijo:

“Estoy convencido, mis hermanos, de que en cada quórum del sacerdocio se cuenta con la suficiente experiencia, con el suficiente conocimiento, fortaleza y preocupación para ayudar a los miembros del quórum que tengan problemas, siempre que estos recursos sean administrados en la debida forma.

“… Es la obligación del quórum del sacerdocio poner en funcionamiento aquellas fuerzas y recursos que habrán de equipar al miembro necesitado con lo necesario para que pueda proveer continuamente para sí mismo y para su familia”3.

En octubre de 1856, durante una conferencia general, el presidente Young se enteró de que dos compañías de carros de mano, las de Martin y Willie, estaban viajando tarde en la temporada y enfrentarían el crudo clima invernal en las planicies del oeste de los Estados Unidos. Se paró ante el púlpito como un profeta de Dios y declaró:

“Muchos de nuestros hermanos y hermanas están en las planicies con carros de mano,… y es preciso traerlos aquí; tenemos que enviarles socorro… esta comunidad [debe] enviar por ellos y traerlos aquí…

“Esa es mi religión; eso es lo que dicta el Espíritu Santo que está conmigo: que salvemos a la gente…

“Les diré a todos que su fe, su religión y las declaraciones religiosas que hagan no salvarán ni una sola de sus almas en el reino celestial de nuestro Dios, a menos que pongan en práctica estos principios que les enseño. Vayan y traigan a esa gente que se encuentra en las planicies”4.

Como resultado del llamado a la acción del presidente Young, se enviaron de inmediato carromatos con yuntas de mulas, hombres para conducirlos, harina y otras provisiones para rescatar a las personas atrapadas en las planicies.

Hermanos, ésta es su llamada telefónica. Ésta es nuestra llamada telefónica. Que el Señor nos bendiga a todos con el mismo sentido de urgencia para contestar la llamada hoy de rescatar a nuestro pueblo de las dificultades económicas tal como Él lo hizo con las compañías de carros de mano, es mi ruego, en el nombre de Jesucristo. Amén.

  1. Robert D. Hales, Una perspectiva del Evangelio sobre Bienestar: La fe en acción, en Principios básicos sobre Bienestar y autosuficiencia, 2009, pág. 1.

  2. Véase Thomas S. Monson, “Al rescate”, Liahona, mayo de 2001, pág. 59.

  3. Véase Gordon B. Hinckley, “Los quórumes del Sacerdocio en el Plan de Bienestar”, Liahona, febrero de 1978, págs. 122–125.

  4. Brigham Young, Deseret News, 15 de octubre de 1856, pág. 252.