Hay poder en el libro
El mayor poder del Libro de Mormón consiste en la influencia que tiene en acercarnos a Jesucristo.
El 14 de junio de 1989, debido a información errónea sobre la Iglesia, el gobierno de Ghana prohibió todas las actividades de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días dentro de ese país africano. El gobierno expropió las propiedades de la Iglesia y la actividad misional se detuvo. Los miembros de la Iglesia, que llaman a ese periodo “la paralización”, hicieron lo mejor que pudieron para vivir el Evangelio sin reuniones de rama ni el apoyo de misioneros. Hay muchas historias inspiradoras de cómo los miembros mantuvieron la luz del Evangelio encendida adorando en su hogar y cuidándose mutuamente como maestros orientadores y maestras visitantes.
Con el tiempo, el malentendido se resolvió y el 30 de noviembre de 1990 terminó la paralización y se reanudaron las actividades normales de la Iglesia1. Desde entonces, ha habido una excelente relación entre la Iglesia y el gobierno de Ghana.
Los miembros que fueron testigos de la paralización resaltan las bendiciones que surgieron de esa época inusual. Se fortaleció la fe de muchos por medio de la adversidad que enfrentaron. Una de las bendiciones de la paralización llegó en forma inusual.
Nicholas Ofosu-Hene era un joven policía asignado a vigilar un centro de reuniones SUD durante la paralización; su deber era cuidar el edificio durante la noche. Cuando Nicholas llegó por primera vez a la capilla, vio que todo estaba desparramado; los papeles, libros y mobiliario eran un caos. En medio del desorden, vio un ejemplar del Libro de Mormón. Intentó ignorar el libro, ya que le habían dicho que era malo, pero se sentía extrañamente atraído hacia él. Finalmente, Nicholas no pudo ignorar más el libro; lo agarró y se sintió impelido a empezar a leerlo. Leyó toda la noche, con lágrimas rodándole por las mejillas al hacerlo.
La primera vez que tomó el libro leyó 1 Nefi entero. La segunda vez, leyó 2 Nefi entero. Al llegar a 2 Nefi, capítulo 25, leyó esto: “Y hablamos de Cristo, nos regocijamos en Cristo, predicamos de Cristo, profetizamos de Cristo y escribimos según nuestras profecías, para que nuestros hijos sepan a qué fuente han de acudir para la remisión de sus pecados”2.
A esas alturas, Nicholas sentía tan fuerte el Espíritu que comenzó a sollozar; se dio cuenta de que, mientras leía, había recibido varias impresiones espirituales de que el libro era Escritura, la más correcta que jamás hubiese leído; supo, además, que los Santos de los Últimos Días, a diferencia de lo que había oído, eran firmes creyentes en Jesucristo. Cuando terminó la paralización y los misioneros volvieron a Ghana, Nicholas, su esposa y sus hijos se unieron a la Iglesia. La última vez que lo vi el año pasado, era comandante de la policía y servía como presidente del Distrito Tamale Ghana de la Iglesia. Él dijo: “La Iglesia ha transformado mi vida… Agradezco a Dios Todopoderoso por guiarme a este Evangelio”3.
Alibert Davies, otro ghanés, acompañó a un amigo a una de nuestras capillas, donde dicho amigo tenía una reunión de presidencia. Mientras lo esperaba, Alibert leyó un libro que encontró por allí. Cuando hubo terminado la reunión, Alibert quería llevarse el libro a su casa. Le dieron permiso para que se llevara no solo ese libro, sino también un ejemplar del Libro de Mormón. Al llegar a su casa, comenzó a leer el Libro de Mormón. No podía dejar de leerlo; leyó a la luz de una vela hasta las tres de la madrugada, lo cual hizo varias noches, impresionado por lo que leía y sentía. Ahora Alibert es miembro de la Iglesia.
Angelo Scarpulla comenzó a estudiar teología en Italia, su país natal, a los diez años. Con el tiempo, llegó a ser sacerdote y servía a su iglesia con devoción. En un momento dado, su fe empezó a flaquear, por lo cual buscó y recibió oportunidades para seguir estudiando. Sin embargo, cuanto más estudiaba, más se preocupaba. Lo que leía y sentía lo convencía de que había habido una apostasía general de la verdadera doctrina que enseñaban Jesús y los primeros apóstoles. Angelo buscó la verdadera religión de Dios en diferentes religiones, pero durante años se sintió insatisfecho.
Un día encontró a dos miembros de la Iglesia que estaban ayudando a los misioneros a encontrar más personas a quienes enseñar. Sintió interés en ellos y con gozo escuchó su mensaje. Angelo aceptó de buena gana un ejemplar del Libro de Mormón.
Esa noche, empezó a leer el libro. Se sintió pletórico de gozo. Por medio del Espíritu, Dios le dio a Angelo la seguridad de que en el Libro de Mormón encontraría la verdad que había buscado por años. Lo inundaron tiernos sentimientos. Lo que leyó y lo que aprendió de los misioneros confirmó su conclusión de que había habido una apostasía general; pero además, aprendió que la verdadera Iglesia de Dios había sido restaurada en la tierra. Poco tiempo después, Angelo se bautizó en la Iglesia4. Cuando lo conocí, era el presidente de la Rama Rimini de nuestra Iglesia en Italia.
La experiencia de Nicholas, Alibert y Angelo con el Libro de Mormón nos recuerda a la de Parley P. Pratt:
“Abrí con ansiedad [el libro]… Leí todo el día; el comer fue un inconveniente, porque no tenía deseos de comer; el dormir fue otro inconveniente al caer la noche, ya que prefería leer que dormir.
“A medida que leía, el Espíritu de Dios me influyó de tal forma que supe… que el libro era verdadero, de una forma tan perfecta como el hombre que comprende y sabe que él mismo existe. Me parecía que mi gozo era perfecto… y [mi regocijo fue tal que] compensó todas las aflicciones, los sacrificios y sufrimientos de mi vida”5.
Mientras que algunas personas tienen una poderosa experiencia con el Libro de Mormón la primera vez que lo abren, para otras el testimonio de su veracidad llega gradualmente al leer y orar sobre él. Ese fue mi caso. La primera vez que leí el Libro de Mormón era un alumno adolescente de Seminario. Este es el ejemplar del Libro de Mormón que leí. Aunque no puedo decir en qué momento o lugar exacto sucedió, en alguna parte de la lectura, empecé a sentir algo. Cada vez que abría el libro, sentía calidez y sentía el Espíritu. Los sentimientos fueron aumentando al continuar la lectura. Actualmente, sigo sintiendo lo mismo. Cada vez que abro el Libro de Mormón, es como si moviera un interruptor, el Espíritu empieza a fluir por mi corazón y mi alma.
Para otras personas, el testimonio del Libro de Mormón llega más lentamente, tras mucho estudio y oración. Tengo un amigo que leyó el Libro de Mormón procurando saber si era verdad. Puso en práctica la invitación de Moroni de preguntarle a Dios, con un corazón sincero, con verdadera intención y fe en Cristo, si el Libro de Mormón es verdadero6. No recibió inmediatamente la respuesta espiritual prometida. Sin embargo, un día, concentrado en lo que estaba pensando mientras conducía, el Espíritu le testificó de la veracidad del Libro de Mormón. Se sentía tan feliz y sobrecogido que bajó la ventanilla del coche y gritó, a nadie en particular, sino al mundo entero: “¡Es verdad!”.
Ya sea que nuestro testimonio del Libro de Mormón llegue la primera vez que lo abrimos o tiempo después, influirá en cada uno de nuestros días si continuamos leyéndolo y aplicando sus enseñanzas. El presidente Ezra Taft Benson enseñó: “Hay un poder en el libro que empezará a fluir en la vida de ustedes en el momento en que empiecen a estudiarlo seriamente. Encontrarán mayor poder para resistir la tentación, encontrarán el poder para evitar el engaño, encontrarán el poder para mantenerse en el camino estrecho y angosto”7.
Insto a cada uno de los que recibe este mensaje, incluyendo a los poseedores del Sacerdocio Aarónico convocados a esta reunión esta noche, a descubrir el poder del Libro de Mormón. Como nos instó el presidente Thomas S. Monson: “Lean el Libro de Mormón. Mediten en sus enseñanzas. Pregúntenle al Padre Celestial si es verdadero”8. Durante ese proceso, sentirán el Espíritu de Dios en su vida. Ese Espíritu será parte de su testimonio de que el Libro de Mormón es verdadero, de que José Smith fue un profeta de Dios y de que La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es la verdadera Iglesia de Dios sobre la tierra en la actualidad. Ese testimonio los ayudará a resistir la tentación9. Los preparará para “el gran llamamiento de diligencia… para obrar en las viñas del Señor”10. Les servirá como ancla segura cuando se usen acusaciones o declaraciones difamatorias para poner en duda su fe, y será un cimiento sólido cuando los desafíen con preguntas que no puedan responder, al menos no inmediatamente. Podrán discernir la verdad del error y sentirán la seguridad que les dará el Espíritu Santo, el cual les volverá a confirmar su testimonio una y otra vez al seguir leyendo el Libro de Mormón a lo largo de su vida.
Además insto a todos los padres que estén escuchando o leyendo este mensaje a hacer que el Libro de Mormón sea una parte importante de su hogar. Cuando estábamos criando a nuestros hijos, leíamos el Libro de Mormón durante el desayuno. Este es el marcador de libros que usábamos. En el frente hay una cita del presidente Benson en la que promete que Dios derramará una bendición sobre nosotros al leer el Libro de Mormón11. En el reverso se encuentra esta promesa del presidente Marion G. Romney, que fue consejero de la Primera Presidencia: “Tengo la certeza de que, si en nuestros hogares los padres leen el Libro de Mormón regularmente y con devoción, tanto individualmente como con sus hijos, el espíritu de ese gran libro reinará en nuestros hogares así como en los que moren allí… El espíritu de contención se irá. Los padres aconsejarán a sus hijos con más amor y sabiduría. Los hijos serán más receptivos y más sumisos ante el consejo de sus padres. Aumentará la rectitud. La fe, la esperanza y la caridad —el amor puro de Cristo— abundarán en nuestro hogar y en nuestra vida, trayendo consigo paz, gozo y felicidad”12.
Ahora, muchos años después de que nuestros hijos se fueron y están criando su propia familia, vemos claramente el cumplimiento de la promesa del presidente Romney. Nuestra familia está muy lejos de ser perfecta, pero puedo testificar del poder del Libro de Mormón y de las bendiciones que el leerlo ha traído y sigue trayendo a la vida de toda nuestra familia.
El mayor poder del Libro de Mormón consiste en la influencia que tiene en acercarnos a Jesucristo. Es un firme testimonio de Él y de Su misión redentora13. Por medio de él, llegamos a entender la majestuosidad y el poder de Su expiación14. En él, se enseña Su doctrina con claridad15. Y gracias a los gloriosos capítulos que describen la visita del Cristo resucitado a los nefitas, Lo vemos y somos testigos de Él amando, bendiciendo y enseñando a esas personas, y logramos entender que Él hará lo mismo por nosotros si venimos a Él al vivir Su evangelio16.
Hermanos, testifico del poder que tiene el Libro de Mormón. Ya sea en inglés, en italiano o en francés, impreso o en un dispositivo electrónico, he descubierto que es el mismo espíritu maravilloso que emana de sus capítulos y versículos hacia mi vida. Testifico de la capacidad que tiene para acercarnos a Cristo. Ruego que cada uno de nosotros aproveche al máximo el poder que tiene este maravilloso libro de Escritura. En el nombre de Jesucristo. Amén.