2010–2019
Ganar la confianza del Señor y la de su familia.
Octubre de 2017


11:31

Ganar la confianza del Señor y la de su familia.

Los hombres que tienen “integridad de corazón” son hombres de confianza, porque la confianza se edifica sobre la integridad.

Hermanos, tal vez no haya mayor halago que podamos recibir del Señor que saber que Él confía en que nosotros somos dignos poseedores del sacerdocio y buenos esposos y padres.

Una cosa es cierta: ganar la confianza del Señor es una bendición que viene por medio de un gran esfuerzo de nuestra parte. La confianza es una bendición basada en la obediencia a las leyes de Dios. Ganar la confianza del Señor viene como resultado de ser fieles a los convenios que hemos hecho en las aguas del bautismo y en el santo templo. Cuando guardamos nuestras promesas al Señor, Su confianza en nosotros crece.

Amo las Escrituras, tanto las antiguas como las modernas, que tienen la frase: “integridad de corazón”, cuando describen a una persona de carácter recto1. La integridad, o la falta de ella, es un elemento fundamental en el carácter de alguien. Los hombres que tienen “integridad de corazón” son hombres de confianza, porque la confianza se edifica sobre la integridad.

Ser un hombre de integridad simplemente significa que nuestras intenciones, así como nuestros hechos, son puros y rectos en todos los aspectos de nuestra vida, tanto en público como en privado. Con cada decisión que hacemos, ameritamos más la confianza de Dios o la disminuimos. Este principio es tal vez más claramente manifestado en nuestras responsabilidades, divinamente asignadas, como esposos y padres.

Como esposos y padres hemos recibido un encargo divino de los profetas antiguos y modernos, videntes y reveladores, en el documento “La Familia: Una Proclamación para el Mundo”. Ese documento nos enseña que 1, “los padres presiden la familia con amor y rectitud”; 2, “los padres son responsables de proveer las cosas necesarias de la vida”; y 3, “los padres son responsables de proteger a sus familias”2.

Para que nosotros ganemos la confianza de Dios, necesitaremos cumplir con nuestras familias esas tres responsabilidades, divinamente asignadas, a la manera del Señor. Como se declara más adelante en la Proclamación para la Familia, la manera del Señor significa cumplir esas responsabilidades junto con nuestra esposa “como compañeros iguales”3. Para mí, esto significa que no tomaremos ninguna decisión importante, respecto a esas tres responsabilidades, sin la unidad total con nuestra esposa.

El primer paso en nuestra búsqueda para ganar la confianza del Señor, es poner nuestra confianza en Él. El profeta Nefi ejemplificó este tipo de compromiso cuando oró: “Oh Señor, en ti he puesto mi confianza, y en ti confiaré para siempre. No pondré mi confianza en el brazo de la carne”4. Nefi estaba completamente comprometido en hacer la voluntad del Señor. Adicionalmente, al decir él: “haré lo que el Señor ha mandado”, Nefi estaba firme en su compromiso de cumplir sus asignaciones, como se ilustra en esta declaración: “Así como el Señor vive, y como nosotros vivimos, no descenderemos hasta nuestro padre en el desierto hasta que hayamos cumplido lo que el Señor nos ha mandado”5.

Debido a que Nefi confió primero en Dios, Dios puso gran confianza en él. El Señor lo bendijo con un gran derramamiento del Espíritu que bendijo su vida, la vida de su familia y las vidas de su pueblo. Por razón de que Nefi presidió con amor y rectitud, y proveyó para su familia y la protegió igual que a su pueblo, él escribió: “Y aconteció que vivimos de una manera feliz” 6.

A fin de representar la perspectiva de una mujer en este asunto, le pedí a mis dos hijas casadas que me ayudaran. Les pregunté si podrían darme una frase o dos de cómo ellas ven la importancia de confiar y cómo afecta eso a sus matrimonios y vidas familiares. Y estos son los pensamientos de Lara Harris y Christina Hansen:

Primero, Lara: “Una de las cosas más importantes para mí es saber que mi esposo se ocupa de su rutina diaria tomando decisiones que muestran respeto y amor hacia mí. El poder confiar el uno en el otro de esta manera trae paz a nuestro hogar, donde podemos disfrutar de la crianza de nuestra familia juntos”.

Ahora los pensamientos de Christina: “Tener confianza en alguien es igual a tener fe en alguien. Sin esa confianza y fe, hay temor y dudas. Para mí, una de las mayores bendiciones que vienen de estar dispuesta a confiar totalmente en mi esposo, es la paz, la tranquilidad de saber que está haciendo lo que dijo que haría. La confianza trae paz, amor y un ambiente en donde ese amor puede crecer”.

Lara y Christina nunca vieron lo que una y otra habían escrito. Es muy interesante para mí que las dos independientemente consideraron la bendición de la paz en el hogar como una consecuencia directa de tener un esposo en quien ellas podían confiar. Como lo ilustraron los dos ejemplos de mis hijas, el principio de la confianza juega un muy importante papel en el desarrollo de un hogar centrado en Cristo.

Pude también disfrutar de esa misma cultura de un hogar centrado en Cristo al crecer en un hogar donde mi padre honraba su sacerdocio y ganó la confianza de toda la familia debido a “la integridad de su corazón.”7. Permítanme compartirles una experiencia de mi juventud que ilustra el impacto positivo y perdurable que un padre que entiende y vive los principios de confianza, y edificado en la integridad, puede tener en su familia.

Cuando yo era muy joven, mi padre fundó una compañía especializada en producción automatizada. Esa compañía diseñaba, fabricaba e instalaba líneas de producción automatizada mundialmente.

Cuando estaba en la secundaria, mi padre quería que yo aprendiera a trabajar. Él también quería que yo aprendiera el negocio desde abajo. Mi primer trabajo incluyó cuidar los jardines y pintar las zonas de las instalaciones no visibles al público en general.

Cuando entré a la preparatoria, recibí una promoción para trabajar dentro de la fábrica. Empecé aprendiendo a leer planos y manejar maquinaria pesada de acero para fabricación. Después de graduarme, asistí a la universidad y entré al campo misional. Al regresar a casa después de la misión, fui directamente de regreso al trabajo.Necesitaba ganar dinero para los gastos de los siguientes años de escuela.

Un día, después de mi misión, estaba trabajando en la fábrica cuando mi padre me llamó a su oficina y me preguntó si me gustaría ir con él en un viaje de negocios a Los Ángeles. Era la primera vez que mi padre me invitaba a acompañarle en un viaje de negocios, en ese momento él me estaba permitiendo ir en público para ayudar a representar a la compañía.

Antes de salir de viaje, él me preparó con algunos detalles acerca de ese cliente potencial. Primero, el cliente era una corporación multinacional. Segundo, estaban actualizando mundialmente sus líneas de producción con lo último en tecnología de automatización. Tercero, nuestra compañía nunca los había proveído con servicios de ingeniería o con tecnología. Y, finalmente, su oficial corporativo más alto a cargo de las compras había pedido esa reunión para revisar nuestra cotización sobre un nuevo proyecto. Esa reunión representaba una nueva y potencialmente importante oportunidad para nuestra compañía.

Después de llegar a Los Ángeles, mi padre y yo fuimos al hotel de ese ejecutivo para la reunión. El primer concepto en los asuntos era hablar y analizar las especificaciones del diseño del proyecto. El siguiente asunto era concerniente a los detalles operacionales, incluyendo lo logístico y fechas de envío. El asunto final de la agenda se enfocaba en los precios, términos y condiciones. Ahí es donde las cosas se pusieron interesantes.

El oficial corporativo nos explicó que nuestro precio propuesto era el más bajo de todos los que habían enviado cotizaciones para el proyecto. Él entonces, curiosamente, nos dijo el precio de la segunda cotización más baja. A continuación nos preguntó si estaríamos dispuestos a retirar nuestra propuesta y volverla a enviar. Dijo que nuestra nueva cotización debería estar justo por debajo de la siguiente más alta. Entonces nos explicó que podríamos repartir a medias con él los nuevos dólares añadidos; él racionalizó eso diciendo que todos ganarían. Nuestra compañía ganaría porque haríamos mucho más dinero que con nuestra cotización original propuesta. Su compañía ganaría porque ellos todavía harían un buen negocio con la cotización más baja. Y, desde luego, él ganaría con su parte por haber organizado ese gran acuerdo.

Nos dio entonces el número de su casilla postal a donde podríamos enviarle el dinero que pidió. Después de todo eso, miró a mi padre y preguntó: “Entonces, ¿tenemos un trato?”. Para mi gran sorpresa, mi padre se levantó, le estrechó la mano y le dijo que nos pondríamos en contacto con él.

Después de salir de la reunión, subimos al coche rentado y mi padre se volvió hacia mí y me preguntó: “Bueno, ¿qué piensas que debemos hacer?”.

Le respondí diciéndole que no creía que deberíamos aceptar esa oferta.

Mi padre entonces preguntó: “¿No crees que tenemos la responsabilidad con todos nuestros empleados de mantener una buena reserva de trabajo?”

Mientras pensaba en su pregunta y antes de que yo la contestara, él respondió a su propia pregunta y dijo: “Escucha Rick, una vez que tú tomas un soborno o comprometes tu integridad, es muy difícil dar marcha atrás. Nunca lo hagas, ni siquiera una sola vez”.

La razón por la que comparto esta experiencia es porque nunca he olvidado lo que mi padre me enseñó en ese primer viaje de negocios con él. Comparto esta experiencia para ilustrar la perdurable influencia que tenemos como padres. Ustedes pueden imaginar la confianza que tenía en mi padre debido a la integridad de su corazón. Él vivió esos mismos principios en su vida privada con mi madre, con sus hijos y con todos con los que se asoció.

Hermanos, es mi oración esta noche que todos nosotros pongamos en primer lugar nuestra confianza en el Señor, como Nefi ejemplificó, y entonces, a través de la integridad de nuestro corazón, ganemos la confianza del Señor, así como la confianza de nuestra esposa e hijos. Al comprender y aplicar este sagrado principio de la confianza edificada sobre la integridad, seremos fieles a nuestros sagrados convenios. Tendremos éxito también al presidir nuestras familias con amor y rectitud, proveyendo las cosas necesarias de la vida, y protegiendo a nuestras familias de los males del mundo. De estas verdades humildemente testifico en el nombre de Jesucristo. Amén.