Conferencia General
Cómo el sacerdocio bendice a la juventud
Conferencia General de abril de 2020


6:25

Cómo el sacerdocio bendice a la juventud

Se nos da la oportunidad de ministrar como los ángeles, predicar el Evangelio en todos los continentes de la tierra y ayudar a las almas a venir a Cristo.

Hermanos y hermanas, estoy muy agradecido por hablarles esta noche histórica acerca del sagrado don del sacerdocio y de su maravilloso poder para bendecir a la juventud en esta dispensación. Ruego que, a pesar de mis imperfecciones, el Espíritu me ayude a enseñar la verdad.

La Primera Presidencia ha recordado a los poseedores del Sacerdocio Aarónico: “Vives en una época de grandes oportunidades y desafíos; una época en la que se ha restaurado el sacerdocio. Tienes la autoridad para administrar las ordenanzas del Sacerdocio Aarónico. A medida que ores y ejerzas esa autoridad con dignidad, podrás bendecir en gran medida la vida de las personas que te rodeen” 1 . Como hombres jóvenes de la Iglesia, también se nos recuerda que somos amados hijos de Dios, que Él tiene una obra para nosotros 2 y que colaboramos en Su obra de “[l]levar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre” (Moisés 1:39).

El sacerdocio es la autoridad para administrar las ordenanzas y los convenios del evangelio del Salvador a aquellos que son dignos de recibirlos. Por medio de estas ordenanzas del sacerdocio y convenios sagrados se obtienen las bendiciones plenas de la expiación del Salvador, la cual nos ayuda a lograr nuestro destino divino.

José Smith era un joven que fue llamado por Dios para restaurar el evangelio de Jesucristo y, con ese propósito, se le otorgó el sacerdocio, el cual utilizó para bendecir a todo el género humano. Doctrina y Convenios 135 cita muchas de las bendiciones que José ha dado a los jóvenes de esta dispensación. Leemos: “José Smith […] ha hecho más por la salvación del hombre en este mundo, que cualquier otro que ha vivido en él […]; ha sacado a luz el Libro de Mormón […]; ha enviado la plenitud del evangelio sempiterno […] a los cuatro ángulos de la tierra; ha publicado las revelaciones y los mandamientos que integran […] Doctrina y Convenios […]; ha congregado a muchos miles de los Santos de los Últimos Días […]; y ha dejado un nombre y una fama que no pueden fenecer” (Doctrina y Convenios 135:3).

Para servir eficazmente como lo hizo José, debemos ser dignos de utilizar el poder del sacerdocio del Señor. Mientras traducían el Libro de Mormón, José y Oliver Cowdery deseaban ser bautizados, pero carecían de la debida autoridad. El 15 de mayo de 1829, se arrodillaron en oración y recibieron la visita de Juan el Bautista, quien les dio las llaves y la autoridad del Sacerdocio Aarónico, diciendo: “Sobre vosotros, mis consiervos, en el nombre del Mesías, confiero el Sacerdocio de Aarón, el cual tiene las llaves del ministerio de ángeles, y del evangelio de arrepentimiento, y del bautismo por inmersión para la remisión de pecados” (Doctrina y Convenios 13:1).

Se nos da la oportunidad de ministrar como los ángeles, predicar el Evangelio en todos los continentes de la tierra y ayudar a las almas a venir a Cristo. Ese servicio nos pone en colaboración conjunta con Juan el Bautista, Moroni, José Smith, el presidente Russell M. Nelson y otros siervos diligentes del Señor.

Nuestro servicio en Su sacerdocio, y con él, reúne a aquellos que están dedicados a seguir y vivir las enseñanzas del Señor con exactitud, lo que personalmente sé que puede ser difícil cuando afrontamos los desafíos de la juventud. Pero el unirnos con estos consiervos del Señor en el cumplimiento de Su obra servirá para fortalecernos contra las tentaciones y los engaños del adversario. Ustedes pueden ser un faro de luz para todos aquellos que no están seguros de sí mismos. La luz que llevan en su interior brillará tanto que todas las personas con las que interactúen serán bendecidas solo por estar en compañía de ustedes. Quizás en ocasiones sea difícil reconocer la presencia de nuestros compañeros espirituales, pero estoy agradecido por saber que soy miembro de un fiel cuórum del sacerdocio con el cual puedo trabajar para acercarme más a Cristo.

Junto con nuestros amigos y familiares, el Espíritu Santo es uno de nuestros compañeros más leales y confiables, pero a fin de invitar Su compañía constante, debemos colocarnos en situaciones y lugares donde Él querrá estar presente. Eso puede comenzar en nuestro propios hogares si nos esforzamos por convertirlos en lugares sagrados al participar en el estudio de las Escrituras y la oración familiar diarios y, lo que es más importante, si estudiamos personalmente las Escrituras y oramos por nuestra cuenta.

Enzo y su hermana
Enzo y su familia

A principios de este año, se me brindó la emocionante y a la vez humilde oportunidad de ayudar a mi hermanita, Oceane, a progresar en la senda de los convenios al aceptar la invitación de ser bautizada y cumplir con uno de los requisitos prescritos para entrar en el Reino Celestial. Ella postergó su bautismo un mes, hasta que fui ordenado presbítero, para darme el privilegio de efectuar la ordenanza, al tiempo que nuestras otras hermanas también tuvieron el privilegio de obrar bajo asignación del sacerdocio y actuar como testigos. Al encontrarnos en lados opuestos de la pila y prepararnos para entrar en el agua, noté su emoción, semejante a la mía, y me sentí unido a ella al ver que estaba tomando la decisión correcta. Esa oportunidad de ejercer el sacerdocio me exigió ser más cuidadoso y menos casual al vivir el Evangelio. A fin de prepararme, fui al templo todos los días de esa semana, con el apoyo de mi madre, mi abuela y mi hermana, para efectuar bautismos por los muertos.

Esa experiencia me enseñó mucho sobre el sacerdocio y sobre cómo podría ejercerlo dignamente. Sé que todos los poseedores del sacerdocio pueden sentir lo mismo que yo sentí si seguimos el ejemplo de Nefi: “Iré y haré” (véase 1 Nefi 3:7). No podemos sentarnos de brazos cruzados y esperar que el Señor nos utilice en Su gran obra. No debemos esperar a que nos busquen las personas que necesitan nuestra ayuda; es nuestro deber como poseedores del sacerdocio ser ejemplos y ser testigos de Dios. Si estamos tomando decisiones que obstaculizan nuestro progreso eterno, debemos cambiar ahora. Satanás hará todo lo posible por mantenernos en un estado carnal en busca de simples placeres, pero sé que si nos esforzamos, buscamos a aquellos que nos apoyarán y nos arrepentimos cada día, las bendiciones que resultarán serán increíbles y nuestras vidas cambiarán para siempre a medida que avanzamos por la senda de los convenios.

Sé que esta es la Iglesia verdadera de Jesucristo, el cual es nuestro Salvador y que ha delegado las llaves del sacerdocio a Sus apóstoles, quienes lo usan para guiarnos, especialmente en estos tiempos difíciles, y para preparar al mundo para Su regreso.

Sé que José Smith fue el profeta de la Restauración y que el presidente Nelson es nuestro profeta viviente hoy día. Los invito a todos a estudiar la vida de estos grandes poseedores del sacerdocio y a procurar mejorar a diario para que podamos estar listos para encontrarnos con nuestro Hacedor. En el nombre de Jesucristo. Amén.