Enseñar la autosuficiencia a los niños y los jóvenes
Sigamos a nuestro Salvador Jesucristo y Su evangelio al llegar a ser autosuficientes a lo largo de nuestra vida y enseñando esto a nuestros niños y jóvenes.
Hablaré de la autosuficiencia y de cómo se puede enseñar a los niños y los jóvenes. La autosuficiencia tal vez se perciba como un tema de adultos, pero he aprendido que los adultos se hallan mejor encaminados hacia la autosuficiencia cuando se les ha enseñado el evangelio de Jesucristo y han practicado su doctrina y sus principios desde la niñez y como jóvenes en el hogar.
Esto lo ilustra mejor un gran ejemplo de la vida real. Wilfried Vanie, sus siete hermanos y su madre se unieron a la Iglesia en Abidján, Costa de Marfil, cuando él tenía seis años. Él se bautizó a los ocho años. Su padre, el principal proveedor de la familia, murió cuando Wilfried tenía once años.
Aunque entristecido por la situación familiar, Wilfried decidió continuar en la escuela alentado por su madre y con el apoyo de la Iglesia. Se graduó de la escuela secundaria y sirvió en una misión de tiempo completo en la Misión Ghana Costa del Cabo, donde aprendió inglés. Después de su misión fue a la universidad y obtuvo un diploma en contabilidad y finanzas. Aunque era difícil conseguir empleo en este campo, encontró trabajo en la industria hotelera y turística.
Comenzó como camarero en un hotel de cinco estrellas, pero su pasión por progresar lo impulsó a aprender más hasta que llegó a ser recepcionista bilingüe allí. Cuando se abrió un nuevo hotel, lo contrataron como auditor nocturno. Posteriormente se inscribió en BYU–Pathway Connect, y actualmente está estudiando un curso para obtener un certificado en administración de hotelería y turismo. Su deseo es un día llegar a ser gerente de un hotel de lujo. Wilfried puede proveer para su compañera eterna y sus dos hijos, así como ayudar a su madre y a sus hermanos. Actualmente presta servicio en la Iglesia como miembro del sumo consejo de estaca.
La autosuficiencia se define como “la capacidad, el compromiso y el empeño de proporcionar los elementos espirituales y temporales indispensables para sostener la vida de uno mismo y de su familia”1. Esforzarnos por ser autosuficientes forma parte de nuestra labor en la senda de los convenios que nos conduce de regreso al Padre Celestial y a Su Hijo, Jesucristo. Esto fortalecerá nuestra fe en Jesucristo y nos unirá a Él con gozo mediante los convenios y las ordenanzas de salvación y exaltación. La autosuficiencia es una doctrina del evangelio de Jesucristo, no un programa. Es un proceso de toda la vida, no un hecho puntual.
Nos volvemos autosuficientes en el transcurso de nuestra vida al crecer en fortaleza espiritual, mejorar la salud física y emocional, procurar nuestra educación y empleo, y al estar preparados temporalmente2. ¿Terminará esta tarea en algún momento de nuestra vida? No, es un proceso de aprendizaje, crecimiento y trabajo para toda la vida. Nunca termina; es un proceso continuo y diario.
¿Cómo podemos enseñar la doctrina y los principios de la autosuficiencia a nuestros niños y jóvenes? Una manera importante es poniendo en práctica con regularidad los principios del programa Niños y Jóvenes en nuestro hogar. Los padres y los niños aprenden el evangelio de Jesucristo, participan en el servicio y las actividades, y trabajan juntos en cuatro áreas de desarrollo personal que son únicas para cada niño. Ya no es el mismo programa prescrito para todos.
La Guía para los niños dice: “Cuando Jesús tenía tu edad, Él aprendía y crecía. Tú también estás aprendiendo y creciendo. Las Escrituras enseñan: ‘Jesús crecía en sabiduría, y en estatura y en gracia para con Dios y los hombres’ (Lucas 2:52)”3. Este pasaje de las Escrituras hace referencia al crecimiento y al aprendizaje en el aspecto espiritual (gracia para con Dios), el aspecto social (gracia para con los hombres), el aspecto físico (la estatura) y el aspecto intelectual (la sabiduría). Estas áreas de desarrollo se aplican a todos nosotros sin importar la edad. ¿Cuándo las enseñamos? En Deuteronomio 6:6–7 leemos:
“Y estas palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu corazón;
“y se las repetirás a tus hijos y les hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y cuando te acuestes y cuando te levantes”.
Enseñamos estas cosas a los niños mediante nuestro buen ejemplo, trabajando y sirviendo con ellos, estudiando las Escrituras y siguiendo las enseñanzas de Jesucristo tal como las enseñan los profetas.
He mencionado que, en el programa Niños y Jóvenes, los niños eligen diferentes metas en cada una de las cuatro áreas de desarrollo. Es importante que sean ellos quienes establezcan sus propias metas en cada área. Los padres y los líderes pueden enseñar, aconsejar y apoyar.
Por ejemplo, nuestra nieta Miranda está muy motivada a crecer espiritualmente al participar en las clases diarias de Seminario matutino. Se interesó al escuchar los comentarios positivos de otros alumnos de Seminario de su barrio. Su madre no tiene que despertarla para la clase; ella misma se levanta y se conecta por videoconferencia a la hora señalada de las 6:20 de la mañana, porque ha desarrollado buenos hábitos que la ayudan a hacerlo. Hace poco, mis propios padres me dijeron que Miranda ahora habla más cuando los visita, ya que ha ganado confianza en sí misma. Estas son lecciones para la vida y el crecimiento que tienen resultados visibles.
Padres, abuelos, líderes y amigos contribuyen al crecimiento y desarrollo de los niños. Los hermanos y las hermanas ministrantes plenamente consagrados, junto con los líderes del sacerdocio y de las organizaciones del barrio, brindan apoyo. En “La Familia: Una Proclamación para el Mundo” leemos: “Por designio divino, el padre debe presidir la familia con amor y rectitud y es responsable de proveer las cosas necesarias de la vida para su familia y de proporcionarle protección. La madre es principalmente responsable del cuidado de sus hijos. En estas sagradas responsabilidades, el padre y la madre, como compañeros iguales, están obligados a ayudarse el uno al otro […]. Otros familiares deben brindar apoyo cuando sea necesario”4. Esa última línea se refiere a los abuelos, entre otros.
Durante nuestro servicio en África Occidental, mi esposa, Nuria, ha hecho un trabajo extraordinario al mantener el contacto con nuestros familiares y nietos al otro lado del océano y ministrarles valiéndose de la tecnología. Ella les lee libros a los nietos más pequeños; les enseña a las nietas mayores temas tales como la historia de nuestra familia, ciencia, la historia de Puerto Rico, los Artículos de Fe y el evangelio de Jesucristo. Las distancias hoy en día no limitan la conexión, la pertenencia ni la ministración y la enseñanza a la nueva generación de nuestras familias. También me uno a Nuria cuando puedo para enseñar a nuestros preciosos nietos, para amarlos y para mimarlos y hacerles reír.
Podrán notar las similitudes inspiradas entre el programa Niños y Jóvenes y el cultivo de la autosuficiencia. Las cuatro áreas de desarrollo en cada una son muy similares. La fortaleza espiritual en la autosuficiencia se relaciona con lo espiritual en Niños y Jóvenes. La salud física y emocional en la autosuficiencia se relaciona con lo físico y social en Niños y Jóvenes. La formación académica, el empleo y la preparación temporal en la autosuficiencia son afines a lo intelectual en el programa Niños y Jóvenes.
Para concluir, sigamos a nuestro Salvador Jesucristo y Su evangelio al llegar a ser autosuficientes a lo largo de nuestra vida y enseñando esto a nuestros niños y jóvenes. Podemos hacer esto mejor al
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ser buenos ejemplos de servicio a los demás,
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vivir y enseñar la doctrina y los principios de la autosuficiencia, y
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obedecer el mandamiento de cultivar la autosuficiencia como parte del evangelio de Jesucristo.
En Doctrina y Convenios 104:15–16 leemos:
“Y es mi propósito abastecer a mis santos, porque todas las cosas son mías.
“Pero es preciso que se haga a mi propia manera; y he aquí, esta es la forma en que yo, el Señor, he decretado abastecer a mis santos, para que los pobres sean exaltados, de modo que los ricos sean humildes”.
Esta es la Iglesia de Jesucristo. Su Evangelio bendice a las familias aquí en la tierra y por las eternidades. Nos guía en nuestra vida a medida que nos esforzamos por llegar a ser familias eternas. Sé que esto es verdad. En el nombre de Jesucristo. Amén.