Historia de la Iglesia
Iosepa


Iosepa

En abril de 1854, un muchacho de quince años que se acababa de quedar huérfano y se llamaba Joseph F. Smith (quien un día se convertiría en el sexto Presidente de la Iglesia) fue llamado a una misión en Hawái. Antes de salir, se le prometió en una bendición que “por un don de Dios, así como por el estudio” aprendería hawaiano. “Estas personas son muy amables”, escribió Smith luego de llegar a Hawái, “y harán todo lo que puedan para ayudarnos a aprender el idioma”. En un plazo de tres meses, Smith ya oraba, dirigía reuniones, cantaba himnos, daba sermones y administraba las ordenanzas en hawaiano.

A medida que Smith servía, adoraba y vivía con los santos hawaianos, desarrolló un amor profundo por ellos. Los santos también sentían un gran afecto por Smith, a quien llamaban “Iosepa”. Casi al final de su misión, Smith se enfermó. Fue alojado en el hogar de Ma Manuhi‘i, una miembro de veinticinco años que vivía en Moloka‘i, quien lo cuidó hasta que se recuperó y llegó a ser como una madre para él.

A lo largo de toda la vida de Joseph F. Smith, los santos de Hawái nunca estuvieron lejos de sus pensamientos. En 1864, regresó a Hawái para corregir los problemas creados por la influencia negativa de Walter Murray Gibson y ayudar a establecer un nuevo lugar de recogimiento. En otra misión que realizó allí, entre 1885 y 1887, se interesó particularmente por ayudar a los santos hawaianos a recibir las ordenanzas del templo.

En 1887, con las leyes de restricción de la emigración más flexibles, Smith ayudó a algunos santos hawaianos a congregarse en Utah. Sin embargo, las barreras del lenguaje y el prejuicio racial les dificultó a muchos encontrar trabajo en Salt Lake City. En 1889, un comité, que incluía a tres hermanos hawaianos, seleccionó una ubicación para establecerse a unos 120 kilómetros de Skull Valley. Los santos hawaianos llamaron a su ciudad Iosepa e hicieron todo lo que pudieron, a pesar de lo difícil de la vida en el desierto.

En 1915, Joseph F. Smith, entonces Presidente de la Iglesia, visitó Hawái nuevamente. Cuando llegó, una anciana corrió hacia él exclamando “¡Iosepa, Iosepa!”. Al darse la vuelta, el presidente Smith reconoció a Ma Manuhi‘i. “Mamá, mamá”, le dijo mientras la abrazaba. “¡Mi querida y anciana mamá!”. A medida que viajaba por las islas, se maravillaba del progreso de los santos allí. Una tarde, Smith, el apóstol Reed Smoot y el Obispo Presidente, Charles Nibley, estaban paseando por el terreno de la capilla I Hemolele, un centro de reuniones de Laie. Mientras caminaban, Smith sintió la impresión de que allí donde estaba el centro de reuniones debía construirse un templo e inmediatamente dedicó el terreno.

Joseph F. Smith con los miembros en Laie

El presidente Joseph F. Smith con miembros en una conferencia en Laie, el 1 de junio de 1915. Más tarde, esa misma noche, Smith dedicó el terreno para la construcción del Templo de Laie, Hawái.

Aunque murió antes de que el templo fuera dedicado, el Templo de Laie, Hawái, bendijo a aquellos a quienes Smith amaba. Luego de la dedicación en 1919, Ma Manuhi‘i estuvo entre los primeros santos que recibieron las ordenanzas del templo. Ella declaró que, mientras participaba en las ceremonias del templo, “oyó la voz del fallecido presidente Smith que le decía ‘Aloha’”.