Mensaje de Navidad de la Primera Presidencia
E n esta gloriosa época del año, damos testimonio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Verdaderamente Él es “el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6). Él es nuestro ejemplo, nuestro Maestro y nuestro Redentor.
En este año, en el que conmemoramos el bicentenario del nacimiento del profeta José Smith, reconocemos con gratitud su función sin parangón como el gran testigo del Padre y de Su Hijo Jesucristo. Tal y como declaró con audacia:
“Y ahora, después de los muchos testimonios que se han dado de él, éste es el testimonio, el último de todos, que nosotros damos de él: ¡Que vive!
“Porque lo vimos, sí, a la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del Padre;
“que por él, por medio de él y de él los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios” (D. y C. 76:22–24).
Gracias sean dadas a Dios por la dádiva de Su Hijo Amado. Agregamos nuestro testimonio de que Él vive y guía a Su pueblo en la actualidad.
Rogamos que Su paz esté con ustedes y con sus seres queridos tanto durante esta temporada navideña como a lo largo de todo el año venidero.