El testimonio de una familia sobre el diezmo
¿A qué se refiere el Señor cuando les dice a los que pagan el diezmo: “Os abriré las ventanas de los cielos… hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10)? Una familia de San Salvador, El Salvador, nos habla por experiencia propia de las bendiciones que se reciben.
Después de que José Antonio Salazar y su esposa, Noemí, se unieron a la Iglesia en 1975, se esforzaron por enseñar el Evangelio a sus hijos mediante el precepto y el ejemplo. Su hija, Cecelia Noemí, creció y sirvió en una misión, y posteriormente se casó con un ex misionero, Luis Ricardo Arbizú. Luis, que también se crió en un hogar donde de igual modo se enseñó la obediencia al Evangelio, trabaja actualmente como coordinador administrativo del Sistema Educativo de la Iglesia en San Salvador. Luis y Cecelia tienen dos hijos, Silvia Noemí, de 17 años, y Luis Ricardo, de 10.
José expresa su gratitud por las bendiciones cotidianas recibidas, según él, como resultado del fiel pago del diezmo. “Siempre hemos tenido pan”, dice. “Nunca nos ha faltado nada”. Se siente agradecido por la buena salud. Menciona la bendición y la oportunidad que fue el servir como obrero del templo mientras él y su esposa vivían en Los Ángeles, California. “¿Qué más podría yo pedirle al Señor?”, dice.
Su esposa, Noemí, dice que no sólo nunca les ha faltado nada, sino que han contado con los medios y las ocasiones para ayudar a otras personas. Ella cree que las oportunidades espirituales son el resultado de la obediencia a la ley del diezmo y a los otros mandamientos. “Para mí es una bendición haber tenido siempre un llamamiento en la Iglesia”, especifica.
Su yerno Luis Arbizú recuerda que su madre tenía un pequeño negocio de venta de comida preparada. Cuando dejó de vender en domingo después de unirse a la Iglesia, el Señor la bendijo para que no perdiera dinero. Cuando Luis y Cecelia se casaron, él tenía un salario pequeño, pero al poco tiempo de haber sido llamado a servir en la presidencia de la estaca, su salario se triplicó y su esposa pudo dejar su empleo y quedarse en casa.
Cecelia comenta que cuando el Señor dice que abrirá las ventanas de los cielos, la mayoría de la gente piensa en bendiciones materiales. “Las necesidades más grandes no son materiales, sino espirituales”, dice. Entre las bendiciones de su familia, destaca: “Nuestros hijos son obedientes”.
Luis Ricardo dice que, a consecuencia del pago del diezmo, su familia nunca ha tenido necesidad alguna y se siente agradecido por el ejemplo que sus padres le han dado con respecto a la obediencia.
Silvia dice que gracias a la obediencia a la ley del diezmo y a los otros mandamientos, “he visto muchas bendiciones en mis estudios. Considero que mi testimonio ha crecido de un modo extraordinario”. La obediencia, nos explica, “me ha ayudado a dar testimonio de Jesucristo con mayor vigor, lo cual fortalecerá mi futuro hogar”.