Te ayudaré… yo soy tu socorro
La ayuda más grande que tendremos para fortalecer a las familias es conocer y seguir las doctrinas de Cristo
Hace unos meses, la hermana Beck me pidió que considerara hablar sobre la familia y relatar mis propias experiencias con las familias. Soy soltera y no tengo hijos propios. Creo que la hermana Beck pensó que yo estaba capacitada para hablar sobre las familias debido a que nunca he cometido un error con ningún hijo propio, a diferencia de muchas mujeres.
Soy trabajadora social de profesión, y en el correr de los años he trabajado con muchas familias, mayormente con las que están pasando dificultades o grandes desafíos. He visto situaciones muy dolorosas donde niños han resultado gravemente heridos, tanto en el aspecto físico como emocional. He visto a niños que han sido abandonados y olvidados debido al abuso de drogas o a las adicciones de los padres. He visto a jovencitos de 18 años al cuidado de padres tutelares, y que actualmente viven por cuenta propia, sin el apoyo ni el respaldo de una familia amorosa que les brinde ayuda.
Menos mal que en la mayoría de nuestras familias no hay maltrato ni descuido, pero todas las familias pasarán por algún tipo de dificultad: enfermedad, muerte, desobediencia, problemas económicos, etc.
A raíz de esas dificultades surgen algunas importantes preguntas. ¿Qué les está sucediendo a las familias? ¿Qué diferencia hay entre una familia estable y una disfuncional? ¿Cuáles son algunas cosas sencillas que serán de ayuda para las familias? y ¿quién puede brindar ayuda a las familias?
Hoy me gustaría hablar brevemente sobre estas preguntas y darles varias observaciones que he hecho a lo largo de los años, con la esperanza de que les ayuden.
¿Qué les está sucediendo a las familias?
Satanás está trabajando muy fuerte para atacar a la familia; nos dice que el matrimonio no es importante, que los hijos no necesitan un padre y una madre, y que las familias fuertes no son importantes; nos dice que los valores morales son anticuados y que son ridículos. Cuando llegan las dificultades, Satanás nos dice que abandonemos nuestras creencias y vayamos por los caminos del mundo. Nos tienta con la fama y el dinero y nos dice dónde encontrar la vida fácil; ataca nuestra fe en Dios y trata de desalentar incluso a las familias más fuertes y amorosas. Satanás se complace cuando cedemos, aunque sea un poco.
¿Qué diferencia hay entre una familia estable y una disfuncional?
Los miembros de una familia estable saben quiénes son, a dónde van y lo que desean lograr. Los miembros de una familia disfuncional no saben quiénes son, no tienen un plan, ni estabilidad, ni un núcleo de valores o normas para fijar su rumbo.
A algunos padres de familias disfuncionales se les enseñaron buenos principios, pero siguieron el sendero equivocado debido al alcohol, las drogas u otras adicciones que los privaron de su buen criterio y de su habilidad para tomar decisiones correctas. En una familia estable, padres amorosos enseñan por medio del ejemplo y no simplemente les mandan a los hijos a hacer algo; ellos lo hacen con los hijos y les demuestran cómo hacerlo.
¿Cuáles son algunas cosas sencillas que serán de ayuda para las familias?
Recuerden, los hijos son de gran valor; son hijos espirituales de Dios. He visto brillar la fortaleza del alma humana en ocasiones en las que no me podía imaginar cómo un niño podría sobrevivir.
Queridas hermanas, amen y nutran con amor a sus hijos; exprésenles su amor; abrácenlos, ya que el afecto físico apropiado logrará milagros. Expresen palabras bondadosas; enséñenles a trabajar por medio del ejemplo; enséñenles a orar. El presidente James E. Faust dijo: “El orar juntos en familia es una experiencia que crea vínculos. Los hijos más pequeños aprenden a orar al oír las oraciones de sus padres y de sus hermanos mayores… Las oraciones individuales y familiares son indispensables para la felicidad personal y de la familia”1.
Lean a sus hijos; lean las Escrituras; ayúdenlos a aprender que las Escrituras los guiarán a lo largo de su vida; efectúen la noche de hogar con ellos; háganles saber que para ustedes es muy importante el tiempo que la familia pasa junta.
Por lo general, los niños aceptan con facilidad a sus padres y los errores que éstos cometen. Muchas veces perdonan, olvidan y siguen adelante con más rapidez que los adultos. No se sientan culpables; pidan disculpas cuando cometan un error; busquen el perdón del niño; enmienden sus errores y sigan adelante.
Tengan presente que se necesita mucha paciencia para criar a un hijo. A pesar de que los queramos mucho, los niños a veces pueden sacar de quicio, causar frustración e incluso ser traviesos. Para criarlos se necesita mucha paciencia y compostura a fin de evitar hacer o decir cosas de las que nos tengamos que lamentar. A veces los padres tienen que alejarse momentáneamente del conflicto para evitar cometer serios errores. Con frecuencia resulta muy eficaz salir de la habitación unos minutos a fin de recobrar la compostura.
No hay mejor consejo que el que se encuentra en La Familia: Una proclamación para el mundo2. Léanla, estúdienla y utilícenla como su norma familiar. Que sea su tema de estudio en varias lecciones de la noche de hogar para que nadie de la familia tenga ningún concepto erróneo en cuanto a la forma en que funciona su familia.
¿Quién puede brindar ayuda a las familias?
Obviamente, la primera responsabilidad para enseñar a los hijos y fortalecer los lazos familiares reside en los padres. No obstante, hay muchas otras personas disponibles para ayudar. Tengo padres maravillosos, pero ellos no lo lograron solos.
Yo me encontraba en el tabernáculo cuando el presidente Gordon B. Hinckley leyó por primera vez la proclamación sobre la familia en la reunión general de la Sociedad de Socorro en septiembre de 1995. Fue una ocasión inolvidable. Sentí la importancia del mensaje, y me puse a pensar: “Es una gran guía para los padres, así como también una gran responsabilidad”. Por un momento pensé que en realidad no me concernía mucho a mí, ya que no estaba casada y no tenía hijos. Pero casi al mismo tiempo, pensé: “Pero sí me concierne a mí; soy parte de una familia; soy hija, hermana, tía, prima, sobrina y nieta. Tengo responsabilidades —y bendiciones— porque pertenezco a una familia. Incluso si fuese la única persona de mi familia con vida, aún soy miembro de la familia de Dios y tengo la responsabilidad de fortalecer a otras familias”.
El élder Robert D. Hales dijo: “El fortalecimiento de las familias es nuestro deber sagrado como padres, hijos, parientes, líderes, maestros y miembros individuales de la Iglesia”3.
Como hermanas de la Sociedad de Socorro, podemos ayudarnos unas a otras a fortalecer a las familias. Se nos brindan oportunidades de prestar servicio de muchas maneras. Constantemente estamos en contacto con niños y jóvenes que tal vez necesiten exactamente lo que podemos brindar. Ustedes, hermanas mayores, tienen muchos buenos consejos y experiencia para compartir con las madres jóvenes. A veces una hermana líder de las Mujeres Jóvenes o una maestra de la Primaria dice o hace exactamente lo necesario para reafirmar lo que un padre esté tratando de enseñar. Y obviamente no necesitamos ningún llamamiento particular para brindar ayuda a un amigo o vecino.
La ayuda más grande que tendremos para fortalecer a las familias es conocer y seguir las doctrinas de Cristo y confiar en que Él nos ayudará. Muchas veces, al trabajar con familias que tienen dificultades, he deseado que esas familias conocieran al Salvador y les enseñaran a sus hijos las doctrinas de Jesucristo.
“Y he aquí, sufrirá tentaciones, y dolor en el cuerpo, hambre, sed y fatiga, aún más de lo que el hombre puede sufrir sin morir”4.
Cristo ha sufrido todo lo que podríamos imaginarnos; Él sabe cómo nos sentimos; Él comprende y Él dará Su ayuda.
Las Escrituras están llenas de ejemplos de la forma en que Cristo ha ayudado y ayudará; éstos son algunos de mis predilectos:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”5.
“…quienes pongan su confianza en Dios serán sostenidos en sus tribulaciones, y sus dificultades y aflicciones, y serán enaltecidos en el postrer día”6.
“Sé humilde; y el Señor tu Dios te llevará de la mano y dará respuesta a tus oraciones”7.
“…me has consultado, y he aquí, cuantas veces lo has hecho, has recibido instrucción de mi Espíritu”8.
“Sé fiel y diligente en guardar los mandamientos de Dios, y te estrecharé entre los brazos de mi amor”9.
El presidente Hinckley dijo: “Primero, es fundamental que no desatiendan a su familia. Nada de lo que tienen es más valioso… Al fin de cuentas, es esa relación familiar lo que llevaremos con nosotros a la vida venidera”10.
Recuerden el gran amor de nuestro Salvador. Él dijo en Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré”. Después, en el versículo 13 vuelve a repetir: “Yo te ayudo”. Y en el versículo 14, dice: “Yo soy tu socorro”.
Crean al Salvador; Él nos ayudará; Él nos ama y desea que seamos felices.
¡Testifico que nuestro Señor y Salvador vive! ¡Testifico que Él nos ayudará! ¡Él me ha ayudado muchas veces, y las ayudará a ustedes! Lo sé. En el nombre de Jesucristo. Amén.