Para ser más como Cristo
Ayuno familiar
“…el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).
Hace unos años, nuestra familia decidió llevar a cabo un ayuno especial por las víctimas de un desastre natural de un lugar lejano. Yo propuse que después de nuestro ayuno donáramos las monedas de nuestros frascos de ahorros al fondo humanitario de la Iglesia. En casa tenemos dos frascos en los que ponemos monedas; uno es el frasco de la cortesía, y cada vez que alguien ayuda o hace algo bueno, pongo una moneda dentro. A fin de año, por lo general utilizamos el dinero de ese frasco en una divertida actividad familiar. El otro frasco es el de la descortesía, y cada vez que alguien anda de mal humor o busca pleitos, esa persona pone una moneda en el frasco; el dinero que se recolecta en ese frasco se dona a niños necesitados.
Al empezar nuestro ayuno, también empezamos a contar nuestras monedas. Leonardo, de 9 años, fue y trajo su propia alcancía (hucha), sacó todo su dinero y algunos de sus juguetes y dijo que también deseaba donarlos. Mariana, de 12 años, también quiso donar sus monedas. A pesar de que el dinero que los niños tenían era poco, era todo lo que tenían.
El ayunar es un sacrificio para Leonardo y Mariana, como lo fue donar el dinero del frasco, pero cuando donaron sus propios ahorros, me di cuenta de que en verdad se preocupaban por los hijos de nuestro Padre Celestial que sufrían en otras partes del mundo.