2011
Inspecciona la rueda
Febrero de 2011


Jóvenes

Inspecciona la rueda

Cuando tenía quince años, mi familia y yo tomamos unas vacaciones desde nuestro hogar en Arizona a la zona central de los Estados Unidos. Atravesamos varios estados, entre ellos Kansas, Texas, Arkansas, Misuri e Illinois.

Fueron unas buenas vacaciones. Aprendimos a disfrutar de nuestra mutua compañía durante los largos trayectos en la camioneta de un lugar a otro.

Una noche, al llegar a un restaurante, estábamos todos ansiosos por comer algo. Salimos de la camioneta y de repente tuve una silenciosa pero a la vez poderosa impresión que me indicó que me fijara en la rueda trasera. Empecé a caminar hacia el restaurante pero no podía deshacerme de ese sentimiento. Miré hacia atrás por encima del hombro y me detuve. La impresión me vino a la mente: “Inspecciona la rueda trasera”. Fue tan fuerte que no la pude ignorar.

Me acerqué a la parte trasera de la camioneta y oí un sonido que parecía un silbido. Efectivamente, la rueda trasera derecha tenía una fuga y se estaba desinflando rápidamente. Corrí a buscar a mi papá, quien ya había entrado en el restaurante con el resto de la familia.

Mi padre llevó la camioneta a una estación de servicio cercana antes de que la rueda se desinflara por completo. Puesto que la rueda no sufrió daño, la reparación fue rápida y barata; y pudimos arreglar la rueda minutos antes de que cerrara la estación de servicio. No sé qué habría pasado si yo hubiera ignorado aquella impresión, pero sí sé que gracias a que hice caso, nos fue posible seguir nuestro viaje a salvo y sin contratiempos.

Desde aquel incidente, siempre tengo la seguridad del poder del Espíritu Santo y de lo verdaderamente bendecidos que somos los miembros de la Iglesia de tener esa línea especial de comunicación. Estoy agradecido por esa experiencia, porque permanecerá conmigo, recordándome siempre que nuestro Padre Celestial ama y cuida a todos Sus hijos y está pendiente de ellos.