Una oración para estar a salvo
“Yo oro cada día con fe y hablo con el Padre. Él me escucha cuando oro con fe” (canción “Oro con fe”, Liahona, Sección para los niños, marzo de 1991, pág. 5).
¡Me encanta la naturaleza! Me gusta oír el canto de los pájaros, el susurro de las hojas en el viento y el sonido del mar.
A veces mi familia va a la playa con otras familias. Los papás juegan al voleibol, y las mamás se sientan debajo de las sombrillas y juegan con los niños pequeños.
Una tarde, estaba muy emocionada cuando llegamos al océano. Las olas estaban tranquilas y había pequeños charcos por toda la costa. Corrí hacia el agua; quería nadar como un pez y buscar caracoles de mar.
“¡Quédate cerca, Sueli!”, dijo mi madre, mientras reunía a todos los niños pequeños bajo la sombra de la gran sombrilla.
“Sí, mamá”, dije mientras metía los dedos de los pies en la arena mojada.
Busqué caracoles e inspeccioné los animalitos que había en las piscinas de marea o lagunas a lo largo de la costa. Al nadar en una de las lagunas, me di vuelta para mirar hacia donde estaba mi familia. Podía ver las sombrillas en la distancia, y me di cuenta de que me había alejado demasiado. Intenté nadar hacia la orilla, pero la marea había subido. El agua se hacía más profunda mientras yo luchaba por salir.
Me empecé a cansar, y sabía que estaba en peligro. Todo lo que se me ocurría era recibir ayuda del Padre Celestial. Hice una oración en mi mente. Tan pronto como terminé de orar, una manó me agarró del brazo y me llevó a un sitio seguro. Era uno de los amigos de mi padre. Estoy agradecida porque el Padre Celestial contestó mi oración y extendió Su mano al mandar a alguien para ayudarme.
La siguiente vez que fui al océano, me mantuve cerca de mi familia, así como me puedo mantener cerca del Padre Celestial por medio de la oración.