Lo que creemos
El Señor nos ha dado una ley de salud
Una de las grandes bendiciones que recibimos al venir a la tierra fue nuestro cuerpo físico. Nuestro cuerpo es sagrado, y es tan importante que el Señor lo llama templo de Dios (véase 1 Corintios 3:16). Además, Él nos dice que ninguno de Sus mandamientos es temporal, sino que todos Sus “mandamientos son espirituales” (D. y C. 29:35). De manera que Sus mandamientos relacionados con nuestra salud física también son para nuestro bienestar espiritual (véase D. y C. 89:19–21).
Dado que nuestro Padre Celestial desea que cuidemos de nuestro cuerpo, Él ha revelado información fundamental sobre cómo hacerlo. Gran parte de esa información se encuentra en Doctrina y Convenios 89 y se conoce como la Palabra de Sabiduría.
Allí aprendemos en cuanto a varias cosas que debemos hacer y que no debemos hacer para que nuestro cuerpo se mantenga en buena salud. El espíritu de la ley consiste en consumir alimentos nutritivos y refrenarnos de cualquier cosa que cree hábitos o que sea dañina para nuestro cuerpo. Entre las cosas que el Señor nos manda no permitir que entren en nuestro cuerpo se encuentran el alcohol y el tabaco, que son drogas (véase D. y C. 89:5–8). No debemos usar ningún tipo de droga, salvo cuando se requiera como medicamento. Las personas que abusan de drogas legales o ilegales deben buscar ayuda a fin de que su cuerpo pueda quedar limpio de nuevo y libre de la adicción. Cuando el cuerpo está limpio, es más receptivo al Espíritu Santo.
El Señor también establece que no debemos tomar “bebidas calientes” (D. y C. 89:9). Los profetas han explicado que esto se refiere al café y al té, que contienen sustancias nocivas. Debemos evitar todas las bebidas, ya sean frías o calientes, que contengan sustancias nocivas.
También debemos evitar cualquier cosa que sea perjudicial para nuestro cuerpo, como comer en exceso o negarnos a comer suficientes alimentos saludables a fin de cuidar nuestra salud.
Además de lo que no debemos hacer, la Palabra de Sabiduría nos indica cosas que sí debemos hacer. Varias de ellas se describen aquí:
Aquellos que obedezcan la ley de salud del Señor “recibirán salud en el ombligo y médula en los huesos; y hallarán sabiduría y grandes tesoros de conocimiento, sí, tesoros escondidos; y correrán sin fatigarse, y andarán sin desmayar” (D. y C. 89:18–20).
En la Palabra de Sabiduría y otros pasajes de las Escrituras, el Señor ha revelado normas relacionadas con la salud:
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Las frutas, las verduras y las hierbas saludables deben usarse “en su sazón” y “con prudencia y acción de gracias” (véase D. y C. 89:10–11).
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La carne roja y la carne de las aves se han “dispuesto para el uso del hombre, con acción de gracias; sin embargo, han de usarse limitadamente” (D. y C. 89:12).
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“Todo grano es bueno para alimentar al hombre” (D. y C. 89:16).
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No debemos trabajar “más de lo que [nuestras] fuerzas… [nos] permitan” (D. y C. 10:4).
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Debemos desarrollar hábitos apropiados de descanso para que “[nuestros] cuerpos y [nuestras] mentes sean vigorizados” (D. y C. 88:124).