¿Cómo ayudo a este niño?
¿Trabaja usted en la Primaria con niños que tienen discapacidades cognitivas? Aquí encontrará algunas ideas de cómo enseñarles.
Muchas maestras y líderes de la Primaria tienen preguntas en cuanto a cómo ayudar a los niños con discapacidades cognitivas como el autismo, el síndrome de Down o el trastrono por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). Puede que pregunten: ¿Cómo puedo enseñar a este niño? ¿Debería estar en la misma clase que los otros niños de su edad? ¿Puede participar en el Tiempo para compartir o en las actividades?
Debido a que soy madre de un niño que tiene autismo y maestra de la Primaria de niños que tienen discapacidades cognitivas, he aprendido mucho sobre cómo hacer frente a las necesidades de esos niños. Los siguientes principios son sólo algunos de los que he aprendido. Espero que les sean de ayuda a ustedes al esforzarse por prestar servicio e incluir a todos los niños de la Primaria de su barrio o rama.
Prestar servicio como lo hizo Jesús
Nuestro Salvador nos mostró cómo servir a los demás al adaptar Su mensaje y sus acciones a las necesidades individuales1. Por ejemplo, cuando visitó a los nefitas, reunió a los niños pequeños a Su alrededor y “[los] tomó… uno por uno, y los bendijo, y rogó al Padre por ellos” (3 Nefi 17:21; cursiva agregada). Entonces ángeles “cercaron a aquellos pequeñitos” con fuego celestial y “les ministraron” (3 Nefi 17:24).
Somos partícipes en el ministerio del Señor al enseñar a todos los niños. El élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, nos recuerda: “…a quienes se nos han confiado esos preciados hijos hemos recibido una sagrada y noble mayordomía, porque fue a nosotros a quienes Dios llamó para que rodeáramos a los niños de esta época con amor y con el fuego de la fe, así como con el conocimiento de saber quiénes son en realidad”2. Al cumplir con nuestra responsabilidad de ayudar a los niños con discapacidades, el Señor nos ayudará a adaptar nuestro servicio y enseñanza para satisfacer las necesidades de ellos.
Para comprender mejor esas necesidades, los maestros o maestras y las líderes de la Primaria podrían reunirse con el niño y con sus padres, lo cual también es un buen momento para que los maestros comiencen a hacerse amigos del niño. Con frecuencia, el mejor lugar para conocerse es en el hogar, donde el niño se siente cómodo y es más probable que establezca una conexión con personas nuevas.
Mantenerse informados y trabajar juntos
Los maestros y las líderes deberían tomarse el tiempo de aprender acerca de la discapacidad del niño. Un buen lugar para empezar es el sitio de la Iglesia: lds.org/disability (que se encuentra disponible en varios idiomas), donde pueden leer reseñas sobre discapacidades específicas, ver sugerencias de cómo enseñar y encontrar fuentes de recursos adicionales.
Después de explorar el sitio, los maestros y las líderes pueden volver a reunirse con los padres del niño para compartir ideas, analizar las preocupaciones que tengan y establecer metas. Los padres pueden compartir información acerca de sus hijos, la cual será útil para que los maestros sean eficaces, tales como ideas sobre cómo se comunica el niño, las actividades que le gustan y cuáles evitar, y cómo fomentar el comportamiento apropiado. Trabajar con los padres es esencial para establecer la unión, la cooperación y el diálogo continuos que son necesarios para servir en la mejor forma al niño que tiene discapacidades.
Los maestros y las líderes también deberían dialogar con los líderes del sacerdocio a medida que desarrollan maneras para prestar servicio al niño. Cuando a nuestro hijo le diagnosticaron autismo, no sabíamos cómo reaccionaría cuando pasara de la guardería a una clase de la Primaria con sus compañeritos. Una hermana de nuestro barrio que era maestra de escuela habló con el obispo y con la presidenta de la Primaria y se ofreció para ser la asistente de nuestro hijo. La presidenta de la Primaria, un miembro del obispado, mi esposo y yo nos reunimos con ella y nos habló sobre cómo ayudar a nuestro hijo. Establecimos metas y creamos un plan para ayudarlo a comprender la rutina de la Primaria. Muchas veces tuvimos que modificar un poco el plan a lo largo de los tres años, pero a medida que aprendió a comprender lo que sucedía a su alrededor, comenzó a interesarse más en relacionarse con los otros niños y a participar en las lecciones. El conocimiento y la dedicación de esa hermana establecieron una base sobre la cual nuestro hijo aún está cimentado. El amor y la amistad de ella le enseñaron que él es un hijo amado de Dios. Gracias a ello, él aún considera la Iglesia como un lugar donde puede ir y ser él mismo, y donde recibe amor.
Establecer amistad y confianza
Como maestros, podemos “…seguir el ejemplo del Salvador de ofrecer esperanza, comprensión y amor a los que tienen discapacidades”3. Al mostrar interés genuino en los niños con discapacidades, nuestra amistad con ellos aumentará.
Es posible que los niños con discapacidades cognitivas se comuniquen de manera diferente que los demás. Cuando los maestros se familiarizan con el estilo particular del niño para comunicarse, pueden establecer un vínculo de confianza y amistad, y ser instructores más eficaces. A continuación hallarán dos maneras de mejorar la comunicación:
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Mantenga su rostro al nivel del niño4. Cuando los adultos hacen esto, el niño se siente menos intimidado y más incluido. También ayuda a los niños a quienes les es difícil concentrarse cuando están en un grupo. Periódicamente, en el transcurso de la clase, la maestra o asistente puede captar la atención del niño y compartir con él una o dos frases acerca de la lección.
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Averigüe qué es lo que le interesa al niño. Los niños se sienten valorados cuando los demás muestran interés en cosas que a ellos les gustan. Los niños con discapacidades con frecuencia se apegan a ciertas cosas, como algún juguete, animal o juego en particular. El maestro puede pedir al niño que hable de lo que le interesa y hacer referencia a ello durante la lección. Aun cuando el niño no hable, el maestro todavía puede hablar de lo que al niño le interesa.
Integración
En la mayoría de los casos, al niño con discapacidades cognitivas se le debe asignar a su clase regular de la Primaria. Eso es importante tanto para el niño como para sus compañeros de clase. La integración lo ayuda a aprender la interacción social apropiada y el debido comportamiento en la Iglesia, y lo prepara para la transición a las clases de los jóvenes. Para los otros niños, el estar en la clase juntos proporciona oportunidades de servicio y de apreciar las perspectivas especiales que pueden brindar los niños con discapacidades. El pasar tiempo juntos también fomenta amistades, lo que constituye una parte importante del sentirse incluido y bienvenido en la Iglesia.
Cuando nuestro hijo estaba en edad preescolar, una niñita solía sentarse a su lado en la Primaria. Si él no iba a la clase, ella le hacía tarjetas y dibujos. Nuestro hijo no nos podía decir el nombre de la niña, pero la tomaba de la mano y la llamaba “mi amiga”. La amistad entre ellos le dio a ella oportunidades de servir y lo ayudó a él a sentirse contento de ir a la Iglesia.
Para facilitar que establezcan amistades, uno de los padres o el maestro podría presentar al niño a sus compañeros el primer día de clases y hablar acerca del niño como persona, compartir los talentos y las habilidades que tenga y sus actividades favoritas. Después pueden hablar sobre la discapacidad a fin de que los otros niños comprendan tanto las necesidades que él o ella tenga, así como cualquier comportamiento que pueda parecerles inusual. A menudo, si los padres y los líderes de la Iglesia son francos al explicar estas cosas, los otros niños se sentirán más cómodos al entablar amistad con él.
Se puede considerar la opción de ponerse en contacto con personas expertas que puedan ayudar a los maestros de la Primaria a establecer un plan para lograr que el niño participe más. A veces, la maestra de escuela del niño estará dispuesta a reunirse con los padres y las líderes de la Primaria para enseñarles qué técnicas han dado resultado con el niño en la escuela; es posible que incluso esté dispuesta a ir a la Iglesia y demostrarles ejemplos prácticos.
En algunos casos, se pueden hacer excepciones para que al niño se le enseñe en forma separada, o hacerse otros arreglos. La sección de la Primaria en “Servir en la Iglesia” de LDS.org proporciona más guía al respecto5.
Dar apoyo en el salón de clases
El hacer frente a las necesidades de todos los niños en cualquier clase de la Primaria puede presentar un desafío. Cuando un niño discapacitado es parte de ese grupo, tal vez se tenga que llamar a una maestra extra o a una asistente. En el caso de la maestra extra, ella también se turna para dar la lección y ayudar al niño; de lo contrario, se puede llamar a una asistente para que trabaje específicamente con el niño discapacitado. Las personas que trabajan en la Primaria deben coordinar el calendario de las lecciones, establecer un sistema de comunicación y analizar cómo manejarán las diferentes situaciones que se puedan presentar. Como siempre, la oración, la comunicación y la planificación son cruciales para tener una relación que funcione y para ofrecer una edificante experiencia de aprendizaje.
Cuando se llame a otro maestro o maestra, o asistente, se debe tener en cuenta que los padres están con el niño y enfrentan los desafíos de criar a un niño con discapacidades las veinticuatro horas del día. Es posible que necesiten la oportunidad de asistir a sus clases dominicales o trabajar en otros llamamientos; quizás ese corto descanso los ayude a renovar sus energías y a prepararse para enfrentar los retos de la siguiente semana.
Adaptar los planes de las lecciones
El Manual de la Iglesia enseña que “los líderes y los maestros deben incluir, tanto como sea posible, a miembros con discapacidades en reuniones, clases y actividades. Las lecciones, los discursos y los métodos de enseñanza deben adaptarse para atender las necesidades de cada persona”6. El enseñar lecciones de tal forma que satisfaga las necesidades de cada miembro de la clase requiere oración, creatividad y esfuerzo.
Para empezar, averigüe la forma en que el niño aprende mejor. El vínculo de recursos para los líderes y maestros de lds.org/disability contiene información sobre cómo adaptar las lecciones. Debajo del encabezamiento de cada discapacidad encontrará sugerencias adicionales. Otro recurso excelente es la sección de la Primaria en “Servir en la Iglesia” de LDS.org. Las adaptaciones que se hagan para los niños con discapacidades serán útiles para los otros niños también. Para mí, los siguientes enfoques han sido muy útiles:
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Visual: Muchos niños aprenden visualmente, lo que significa que las ilustraciones o los objetos los ayudan a comprender las ideas. Los maestros extra o asistentes pueden sentarse junto al niño con discapacidades y mostrarle láminas o dibujos a lo largo de la lección para ilustrar lo que se esté enseñando. Si al niño le gusta dibujar, tal vez le guste tener papel en blanco para compartir con el asistente. Juntos pueden dibujar objetos que se mencionen en la lección.
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Auditivo: A los niños que aprenden auditivamente les gusta escuchar relatos. También les encanta que los maestros usen la voz para darle expresión al relato: susurrando, dando un grito ahogado de asombro o acelerando el ritmo de su voz en las partes emocionantes. Es posible que los maestros tengan que simplificar o acortar los relatos de la lección para que el niño con discapacidades entienda y permanezca interesado. Pueden contar el relato y luego extraer los principios del relato y aplicarlos a situaciones reales de la vida o a una historia o un acontecimiento que le sea familiar al niño.
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Táctil: A los niños que aprenden por medio del tacto les gusta tener objetos que puedan palpar y sentir. Si el escenario de la historia es al aire libre, los maestros podrían llevar una piedra suave, una ramita o un animal de peluche para mostrar a medida que relatan la historia y luego pasar el objeto para que todos puedan verlo y examinarlo. Los trabajos manuales y las páginas para colorear también son elementos tangibles útiles.
Participar en el Tiempo para compartir y otras actividades
La participación es importante para los niños con discapacidades. Sean creativos para encontrar maneras de hacerlos participar en la rotación de la Escritura, de la oración y del discurso del Tiempo para compartir. Por ejemplo, si a un niño se le dificulta hablar, tal vez pueda usar ilustraciones para comunicarse. Puede que a algunos niños les guste la idea de pararse detrás del púlpito pero son muy tímidos para hablar o no quieren hacerlo; en ese caso, permitan que el niño esté de pie ante el púlpito y disfrute de estar allí mientras el padre o la madre exprese lo que se le haya asignado al niño. Para ayudar, él o ella podría mostrar láminas o demostrar cómo cruzar los brazos para la oración.
A continuación se encuentran otras actividades y los tipos de adaptaciones que podría tener en cuenta:
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Presentación de la Primaria en la reunión sacramental. Un niño con discapacidades tal vez necesite mayor apoyo y flexibilidad porque la presentación en la reunión sacramental no es parte de su rutina normal; el hacerlo participar en varias prácticas lo ayudará a adaptarse a los cambios. Es buena idea hacer que el niño se siente junto al asistente para que éste pueda indicarle cuando tenga que cantar o hablar. Si el niño se sobresalta fácilmente con el ruido o los estímulos visuales al estar frente a la congregación, reserven un banco del costado cerca del frente para el niño y su asistente. De ese modo puede colorear, mirar libros o salir al pasillo para un descanso sin distraer a los demás niños. Eso también le permitirá subir al estrado para cantar o decir su parte y luego volver al banco para calmarse. Quizás haya otro niño que no tenga problemas de sentarse en el estrado pero necesite algo con lo que juguetear, como por ejemplo dos o tres ganchos sujetapapeles o piedrecitas suaves para tener sobre el regazo. Eso será de ayuda para los niños que tengan dificultad para prestar atención cuando estén en grupos grandes.
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Tiempo para compartir. Si a la clase del niño se le da la asignación de participar en el Tiempo para compartir, asegúrese de que se incluya al niño con discapacidades de una manera en la que se sienta cómodo. Si la clase va a hacer una representación, se le podría dar una parte corta o una en donde no tenga que hablar; por ejemplo, sólo el hecho de disfrazarse como los otros niños lo ayudará a sentirse incluido. Es importante que el niño comparta experiencias con los otros niños para establecer relaciones.
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Otros programas. Si la Primaria va a participar en una actividad como un programa de talentos del barrio o de la rama, o un programa de Navidad, y el niño con discapacidades tiene problemas con el ruido o con cuartos llenos de gente, permitan que la clase del niño participe primero en el programa. De ese modo, los padres tendrán la opción de llevarlo a casa si se siente abrumado.
Cosechar las bendiciones
Gracias a mi hijo autístico, he adquirido una nueva perspectiva de lo que significa ser un hijo de Dios. He aprendido que el Padre Celestial realmente conoce y ama a cada uno de nosotros individualmente. Él conoce nuestras necesidades e inspira a los padres y a los líderes por medio del Espíritu Santo para cuidar y bendecir a nuestra familia y a los niños a quienes servimos. También he ganado un gran aprecio y amor por los maestros de la Primaria y líderes de la Iglesia de mi hijo que se han tomado el tiempo para hacerse amigos de él. Son ejemplos maravillosos del amor del Salvador.
Enseñar a un niño con discapacidades cognitivas requiere tiempo y esfuerzo adicionales, y a veces conlleva momentos de frustración; pero, por medio de la oración, la inspiración y la confianza en el Señor, podemos tener éxito al cumplir nuestra responsabilidad de ayudar a esos niños especiales.