A continuación hay tres relatos de las Escrituras sobre personas que han visto al Padre:
Pero como dijo Jesús: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14:9 ).
“Una de las grandes y fundamentales doctrinas de esta Iglesia es nuestra creencia en Dios el Eterno Padre. Él es un ser real y personal; Él es el gran Gobernador del universo, y no obstante, Él es nuestro Padre y nosotros somos Sus hijos.
“Nosotros le oramos a Él, y esas oraciones son una conversación entre Dios y el hombre. Estoy seguro de que Él oye nuestras oraciones y las contesta ”.
Presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008), “Las cosas de las que tengo convicción”, Liahona , mayo de 2007, pág. 83.
“El Padre es el único Dios verdadero. Esto es seguro: nadie lo superará , ni nadie ocupará su lugar… Él es Elohim, el Padre. Él es Dios; como Él hay uno sólo”.
Véase presidente Boyd K. Packer, Presidente del Quórum de los Doce Apóstoles, “El modelo de nuestro progenitor”, Liahona, enero de 1985, pág. 56.
Cuando Dios el Padre habla, da testimonio de Su Hijo Amado, Jesucristo. Por ejemplo:
“En todo lo que Jesús vino a hacer y a decir… Él nos estaba enseñando quién es y cómo es Dios nuestro Padre Eterno, y cuán intensamente se dedica a Sus Hijos en toda época y en toda nación. Con palabras y con hechos, Jesús intentaba revelarnos y darnos un conocimiento personal de la verdadera naturaleza de Su Padre, nuestro Padre Celestial”.
Véase élder Jeffrey R. Holland, del Quórum de los Doce Apóstoles, “La grandiosidad de Dios”, Liahona , noviembre de 2003, pág. 70.
“Consideremos el excelente concepto que enseña ese himno predilecto titulado ‘Soy un hijo de Dios’ (Himnos, 1992, N° 196)… He aquí la respuesta a una de las principales preguntas de la vida: ‘¿Quién soy yo?’. Soy un hijo de Dios, con linaje espiritual de padres celestiales. Esa ascendencia determina nuestro potencial eterno ; y ese poderoso concepto es un potente confortante. Puede fortalecernos para escoger la rectitud y cultivar lo mejor que hay en nosotros”.
Véase élder Dallin H. Oaks, del Quórum de los Doce Apóstoles, “Conceptos excelentes”, Liahona, enero de 1996, pág. 28.