Los diezmos tenían prioridad
Carrie Dalby Cox, Alabama, EE. UU.
En el verano de 2006, mi esposo trabajaba como camionero. Ya que él estaba lejos de casa por unas dos semanas a la vez, la responsabilidad de pagar las cuentas era principalmente mía. Debido a la naturaleza de su trabajo, los ingresos variaban de un mes al otro, de modo que establecer un presupuesto para los gastos era difícil.
Ese mes de julio, el cheque que recibió fue menos de lo acostumbrado y menos de lo que yo había planeado. Después de depositar el cheque, comparé la cantidad de dinero que había en el banco con nuestra lista de gastos. Llegué a la conclusión de que para pagar todo, incluso el diezmo, nos faltarían treinta dólares. Éramos pagadores de un diezmo íntegro, pues habíamos aprendido la dura lección unos años antes cuando nos atrasamos con el pago de los diezmos. El no pagarlos no era una opción.
Recordé haber oído relatos de personas que, cuando el dinero era escaso, habían pagado los diezmos primero y habían recibido dinero de maneras milagrosas. Por lo general, yo hacía los pagos de las cuentas en el orden en que vencían, por lo que rara vez el cheque del diezmo era el primero; sin embargo, ese día decidí que tenía que hacer el cheque del diezmo primero, con la seguridad de que el Señor nos proporcionaría una manera de pagar las cuentas.
El siguiente lunes recibí la noticia de que una clase en la que había inscrito a mi hijo mayor se había cancelado y nos devolvían el cheque que había hecho el mes anterior por 20 dólares. Al hacer el balance de mi chequera para agregar esos 20 dólares, me di cuenta de que la semana previa había cometido un error de 23 dólares en mis cálculos. Además, dos días después recibimos un cheque de 36 dólares de la oficina del pediatra como reembolso por una factura en la que habíamos pagado de más. Ahora, en lugar de que nos faltaran 30 dólares, nos sobraban casi 50 dólares.
El Señor había cumplido Su promesa hecha en Malaquías 3:8–12, de que si pagábamos el diezmo, Él derramaría bendiciones. Sé que fuimos bendecidos por haber decidido seguir el mandamiento del Señor de pagar el diezmo primero.