2013
Eso no es lo que me enseñaron
Agosto 2013


Eso no es lo que me enseñaron

Irene Taniegra, Filipinas

Un día en el trabajo, tuve que salir por unas horas para hacerme cargo de algunas diligencias importantes para mi madre. Fui a la oficina en la mañana y le dije a una compañera de trabajo que estaría ausente por la tarde. Durante un receso, ella me susurró: “Yo te puedo ayudar con el reloj que registra las horas”.

“No, gracias”, dije.

Al salir de la oficina para tomar el autobús, mi amiga me siguió hasta donde está el reloj registrador y en voz baja me dijo: “¿Por qué no marcas la entrada para el periodo de la tarde y luego yo inserto tu tarjeta cuando me vaya a casa?”.

Antes de que pudiera decir una palabra, ella agregó: “Mira, nos pagan menos que el salario mínimo, de modo que estaría bien hacerlo; es sólo una pequeña cantidad. Además, no somos las únicas que lo hacen”.

Me puse a pensar en lo que ella había dicho; tenía razón en algunas cosas y yo sabía que tenía buenas intenciones; pero eso no era lo que me habían enseñado en la Iglesia.

Haciendo acopio de toda mi fuerza y determinación le dije en voz baja: “Amiga, el Señor es bueno, y cuando Él nos bendice, recibimos de Él más que esa cantidad de dinero”.

Ella se fue algo molesta conmigo por haber rechazado su oferta. Al dirigirme hacia la parada del autobús, me preocupaba lo pequeño que sería el cheque de mi paga. Sabía que el mes siguiente tendría que dejar de comprar algunos alimentos.

Mientras caminaba, recordé las palabras de un himno: “Él nunca se olvida del mundo que formó, y quiere bendecirnos y darnos salvación”1; y también recordé la frase de otro himno: “Haz el bien, y siempre Dios te bendecirá”2.

Esas estrofas reforzaron mi decisión de no ceder a la tentación, sino confiar en las promesas del Señor.

Han pasado tres años desde aquel incidente y ahora tengo otro trabajo. El Señor definitivamente me ha bendecido. Tomó tiempo, pero la promesa de los himnos se hizo realidad y siento que seguiré recibiendo muchas bendiciones si continúo eligiendo lo correcto. Estoy agradecida por los himnos que me dan el valor de aferrarme a lo que es recto a los ojos de Dios.

Notas

  1. “La voz, ya, del eterno”, Himnos, Nº 145.

  2. “Haz el bien”, Himnos, Nº 155.