Jóvenes
Orar para que haya paz
La autora vive en Arizona, EE. UU.
Mis padres con frecuencia asistían a reuniones después de los servicios de la Iglesia, y yo cuidaba a mis tres hermanos menores y los ayudaba a preparar su almuerzo, aunque a menudo andaban malhumorados y hambrientos. Por lo general, si empezaban a pelear, podía resolver el pequeño desacuerdo rápidamente, pero a veces era difícil mantener la paz una vez que había comenzado una pelea, porque yo me alteraba.
Una tarde, mis hermanos estaban teniendo muchas dificultades para llevarse bien, y descubrí que mis esfuerzos para establecer la paz solo empeoraron las cosas, porque yo estaba molesta; de modo que preparé mi propio almuerzo y permanecí en silencio. Finalmente, dije: “Voy a orar; ¿pueden permanecer en silencio un minuto?”. Una vez que se apaciguaron, pedí una bendición sobre los alimentos. Antes de terminar la oración, añadí: “Y por favor ayúdanos a ser pacificadores”.
Al principio, pareció que no oyeron y comenzaron a pelear de nuevo, lo cual me molestó, pero sabía que tenía que mostrarme lo más cariñosa y tranquila que fuese posible, porque acababa de orar para que hubiese paz. Después de un minuto, me sentí muy tranquila; comí sin decir nada, y los chicos finalmente dejaron de pelear. Me di cuenta de que la paz que sentí fue una respuesta a una sencilla oración; había orado para ser una pacificadora, y mi Padre Celestial me había ayudado a mantener la calma cuando la tentación era dar gritos. Sé que Él verdaderamente nos puede dar paz.