¡Sin poder entrar!
Estaba helando, y el aire frío golpeaba a la familia Stevenson en las mejillas y la nariz. Después de un divertido día esquiando, caminaron por la nieve hacia el auto; estaban ansiosos de meterse al auto y calentarse con la calefacción.
Cuando el élder Stevenson se metió las manos en el bolsillo, ¡las llaves del auto no estaban! “¿Dónde están las llaves?”, pensó. Todos esperaban ansiosos a que abriera el auto, pero sin las llaves, ¡no podían entrar!; no podían abrir la puerta ni encender el auto, y tampoco podían encender la calefacción.
Lo primero que hizo el élder Stevenson fue hacer una oración. Pidió al Padre Celestial que les ayudara a encontrar las llaves del auto; después, intentó recordar dónde podrían habérsele caído. De pronto, recordó un salto que hizo al esquiar temprano ese día. “Tal vez las llaves estén ahí en la nieve”, pensó.
Algunas personas de la familia volvieron a la cima de la cuesta con el élder Stevenson e hicieron el recorrido de descenso con él, pero para cuando llegaron a la base, el sol empezaba a ponerse. Buscaron las llaves mientras oscurecía, y para su gran sorpresa, ¡las encontraron justo antes de que oscureciera más!
Al orar y encontrar las llaves del coche, el élder Stevenson recordó que el Padre Celestial no nos dejará afuera en el frío; Él da las llaves y la autoridad del sacerdocio a los líderes de la Iglesia para que nos ayuden a guiarnos a todos a salvo de vuelta a casa con Él.