Respuestas de los líderes de la Iglesia
Cómo cambiar
Tomado de un discurso pronunciado en un devocional de la Universidad Brigham Young el 18 de marzo de 1980.
Cuando has pecado y reconocido la gravedad de tus errores, tu desafío más crucial será creer que puedes cambiar, que puede haber otro tú. Poner eso en duda es una estrategia diabólica diseñada para desanimarte y hacerte fracasar. Arrepentimiento no es una palabra que presagie algo malo. Es, después de la fe, la palabra más alentadora del vocabulario cristiano. ¡Puedes cambiar! Puedes ser cualquier cosa que desees ser en rectitud.
Si hay un lamento que no puedo aceptar es el mediocre, lastimero y marchito clamor: “Bueno, es que yo soy así”. Si hablamos de actitudes desalentadoras, esa es una que me desalienta a mí. Por favor, ahórrate el discurso de “Es que yo soy así”. Lo he escuchado de muchas personas que querían pecar y lo llaman psicología. Y uso la palabra pecar para abarcar una amplia gama de hábitos que conllevan desaliento, duda y desesperación.
Puedes cambiar cualquier cosa que quieras, y puedes hacerlo muy rápidamente. Creer que arrepentirse requiere años y años y eones de eternidad es otra diabólica falacia. Se necesita exactamente el mismo tiempo para arrepentirse, que lo que lleva decir “Cambiaré”, y decirlo de verdad. Claro que habrá problemas que solucionar y restituciones que hacer. De hecho, bien podríamos pasar el resto de la vida —y sería preferible que así fuera— probando que nuestro arrepentimiento es verdadero mediante un cambio permanente. Pero el cambio, el progreso, la renovación y el arrepentimiento te pueden llegar de un modo tan súbito como le llegó a Alma y a los hijos de Mosíah.
No me malinterpreten. El arrepentimiento no es fácil, no está libre de dolor, ni es conveniente; puede ser una copa amarga del infierno, pero solo Satanás te haría creer que el reconocimiento necesario y requerido del pecado es más repugnante que el encontrarnos permanentemente en él. Solo él diría: “No puedes cambiar; no cambiarás. Cambiar lleva mucho tiempo y es muy difícil; date por vencido; ríndete; no te arrepientas. Es que tú eres así”. Esa, amigos míos, es una mentira que nace de la desesperación. No la crean.