Voces de los Santos de los Últimos Días
Bienvenida, Christine
Ocho años después de la muerte de mi padre, me hizo recordar el amor de Dios por mí.
Cuando mi padre murió, el 20 de junio de 2010, yo solo tenía 19 años; se celebraba el Día del Padre en los Estados Unidos. La muerte de mi padre me impactó profundamente y dejé de asistir a mi iglesia de manera gradual. ¿Cómo se suponía que fuera a la iglesia y le pidiera guía a Dios si Él no me había escuchado cuando más lo necesitaba? Sentí que Él me había abandonado.
Unos años más tarde, me mudé a Londres, Inglaterra, para asistir a una escuela de posgrado. Un frío día nevado, mientras caminaba hacia el campus, escuchaba un musical en mis auriculares cuando dos misioneros se me acercaron y se presentaron.
Los élderes Hathaway y Porter me preguntaron qué estaba escuchando. Cuando les dije que estaba escuchando el musical El Libro de Mormón, los ojos se les salieron de asombro. Ambos comenzaron a compartir sus testimonios acerca del libro y me dieron una copia. Al comenzar a leer el Libro de Mormón, me di cuenta de que Dios me estaba dando una señal, indicándome que era tiempo de volver a Él, pero de una manera nueva.
Al día siguiente, los misioneros me enseñaron el Plan de Salvación. Durante esa lección, el élder Porter dijo: “Al final, tendremos la oportunidad de estar con nuestras familias otra vez”. Esa era la doctrina más poderosa que había oído: tendría la oportunidad de estar con mi padre de nuevo. En ese momento, supe que deseaba aprender más. Mi amor por Dios y la confianza en Él comenzaron a volver poco a poco.
Fui bautizada el 15 de abril de 2018. Siempre recordaré lo tibia que estaba el agua; fue como si Dios me estuviera dando un gran abrazo y me dijera: “Te extrañé, Christine. Bienvenida”. El recordatorio del amor de Dios fue maravilloso. El Barrio Hyde Park 1 también me dio la bienvenida y me ayudó en mi trayecto.
Si me hubieran preguntado hace una década si podría amar a Dios otra vez, probablemente habría dicho: “¡No!”, pero eso cambió cuando me enseñaron el plan de salvación de Dios.
Poco después, asistí al Templo de Londres, Inglaterra, y llevé el nombre de mi padre conmigo. Cuando una persona fue bautizada y confirmada de forma vicaria a favor de mi padre, supe que había avanzado un paso más para estar con él otra vez.
Sé que me reuniré con mi padre de nuevo. Ahora, mi amor por Dios florece cada día.