2023
Cinco recordatorios para compartir el Evangelio
Agosto de 2023


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Cinco recordatorios para compartir el Evangelio

Estas cinco ideas pueden ayudarnos a compartir el Evangelio de maneras normales y naturales e invitar a otras personas a venir a Cristo.

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Un collage de personas sirviendo de diferentes maneras

Como miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, tenemos la responsabilidad y la bendición de compartir el Evangelio con todos los hijos del Padre Celestial. El Padre Celestial ama a cada uno de Sus hijos perfectamente y desea que cada uno de ellos pueda recibir todas Sus bendiciones. Una manera de demostrar nuestro amor por Él es “[i]nvitar a todos a recibir el Evangelio, [lo cual] incluye:

  1. Participar en la obra misional y prestar servicio como misioneros.

  2. Ayudar a los miembros nuevos y a los que regresan a la actividad en la Iglesia a progresar a lo largo de la senda de los convenios”1.

Al amar y servir a nuestras hermanas y hermanos, estaremos llenos del deseo de ayudarles a experimentar el “sumo gozo” que proviene de vivir el evangelio de Jesucristo (Alma 36:24). Compartir el Evangelio a veces puede parecer abrumador, pero el Señor “nunca da mandamientos a los hijos de los hombres sin prepararles una vía para que cumplan lo que les ha mandado” (1 Nefi 3:7). Podemos confiar en que Él nos ayudará cuando escuchemos Su llamado de “[a]pac[entar] mis ovejas” (Juan 21:16–17).

Al esforzarnos por invitar a otras personas a venir a Cristo, podríamos considerar los siguientes principios.

Compartir el Evangelio como parte de nuestros convenios

El presidente Russell M. Nelson ha enseñado: “Cada persona que ha hecho convenios con Dios ha prometido preocuparse por los demás y servir a los necesitados. Podemos demostrar fe en Dios y siempre estar preparados para responder a quienes pregunten sobre “la esperanza que hay en [n]osotros” [1 Pedro 3:15]. Cada uno de nosotros tiene una función que desempeñar en el recogimiento de Israel”2.

Recuerden que no es necesario que seamos misioneros de tiempo completo para compartir el Evangelio. El presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, nos recordó que “cualquier persona, tenga o no un llamamiento oficial, puede estudiar el Evangelio y compartirlo a diario. ¡Recuerden que no se requiere una placa para llevar a cabo la obra misional!”3. Y el élder Neil L. Andersen, del Cuórum de los Doce Apóstoles, también nos ha enseñado: “Si ustedes no son misioneros de tiempo completo y no llevan una placa misional en la chaqueta, ahora es el momento de plasmar una en su corazón; como lo dijo Pablo: ‘no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo’ [2 Corintios 3:3]”4.

Al procurar compartir el Evangelio, estamos ayudando a cumplir nuestro convenio bautismal, el cual incluye “ser testigos de Dios en todo tiempo, y en todas las cosas y en todo lugar en que estuvieseis” (Mosíah 18:9).

Invitar a todos a venir a Cristo

Jesucristo “no hace acepción de personas” (Hechos 10:34). Así como invitó al joven rico hace mucho tiempo, Él invita a todos: “ven, sígueme” (Lucas 18:22). Podemos hacer lo mismo: invitar a todos y cada uno a seguir a Cristo sin juzgar quiénes creemos que aceptarían o no la invitación. Él es la respuesta que muchas personas están buscando.

Como el presidente Russell M. Nelson enseñó: “Su evangelio es la única respuesta cuando muchos en el mundo están aturdidos por el temor. Esto recalca la necesidad urgente de seguir la instrucción del Señor a Sus discípulos de ‘[ir] por todo el mundo y predica[r] el evangelio a toda criatura’ [Marcos 16:15, cursiva agregada]. Tenemos la sagrada responsabilidad de compartir el poder y la paz de Jesucristo con todos los que escuchen y todos los que permitan que Dios prevalezca en su vida”5.

Aquellos con quienes compartimos el Evangelio quizás acepten o no nuestras invitaciones o testimonios. Pero eso no determina nuestro éxito. Hacemos la obra de Dios al compartir.

Confiar en que el Espíritu Santo testificará

Compartir nuestras creencias más preciadas y sagradas puede ser intimidante a veces, pero el Señor promete que nos guiará y nos ayudará a comunicarnos de una manera que traerá el Espíritu. Podemos confiar en que el Espíritu Santo guiará nuestras palabras cuando abramos la boca para compartirlas. Nuestra función es compartir, y es la función del Espíritu Santo testificar de Jesucristo.

Como se nos enseña en Doctrina y Convenios 100:5–8: “Por tanto, de cierto os digo, alzad vuestra voz a este pueblo; expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis confundidos delante de los hombres;

“porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que habéis de decir.

“Mas os doy el mandamiento de que cualquier cosa que declaréis en mi nombre se declare con solemnidad de corazón, con el espíritu de mansedumbre, en todas las cosas.

“Y os prometo que si hacéis esto, se derramará el Espíritu Santo para testificar de todas las cosas que habléis”.

Recuerden lo que el élder Dieter F. Uchtdorf, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:

[C]onfíen en que el Señor obrará Sus milagros. Comprendan que no es su trabajo convertir a las personas; esa es la función del Espíritu Santo. Su función es compartir lo que guardan en el corazón y vivir de forma consecuente con sus creencias.

“De modo que no se desanimen si alguien no acepta el mensaje del Evangelio de inmediato. No es un fracaso personal.

“Eso queda entre la persona y el Padre Celestial.

“Su función es amar a Dios y amar a su prójimo, es decir: Sus hijos.

“Crean, amen, hagan”6.

Introduzcan el Evangelio de manera natural

Compartir el Evangelio no tiene que ser algo complejo. Podemos, como alentó el élder Uchtdorf, “invitar a las personas, de forma normal y natural, a venir y ver, venir y ayudar, y venir y pertenecer”7. Podemos encontrar maneras de hablar del Evangelio al hablar sobre nuestros intereses, nuestros pasatiempos, nuestras dificultades y las bendiciones que experimentamos por medio de la función que Jesucristo desempeña en nuestra propia vida.

El presidente Ballard nos aconsejó: “No tengas miedo de compartir con los demás tus historias, tus experiencias como seguidor del Señor Jesucristo. Todos tenemos experiencias interesantes que han influido en nuestra identidad. Compartir dichas experiencias es una buena manera de hablar con los demás sin intimidarlos. También puedes ayudar a corregir muchas percepciones erróneas sobre la Iglesia a través de tus esferas de influencia”8.

Si no te sientes seguro de tu capacidad para compartir el Evangelio, recuerda este consejo del élder Uchtdorf:

“El Señor nunca ha exigido esfuerzos misionales de expertos ni perfectos, sino que ‘el Señor requiere el corazón y una mente bien dispuesta’ [Doctrina y Convenios 64:34 […].

“Lo importante es que no se den por vencidos, que sigan intentando hacerlo bien. Con el tiempo, llegarán a ser mejores, más felices y más auténticos. Hablar con otras personas sobre sus creencias se volverá normal y natural. De hecho, el Evangelio será una parte tan importante y valiosa de su vida que no sería natural no hablar de ello con otras personas. Puede que eso no ocurra de inmediato; es un esfuerzo de toda la vida, pero ocurrirá”9.

Vivir el Evangelio para compartir el Evangelio

¿Han oído la frase “las acciones hablan más fuerte que las palabras”? El élder Gary E. Stevenson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó que “[s]iempre que mostramos amor cristiano por nuestro prójimo, predicamos el Evangelio, aunque no digamos una sola palabra”10.

El élder Stevenson también proporcionó un modelo sencillo para compartir el Evangelio: “[S]e puede cumplir con la gran comisión del Salvador mediante unos principios sencillos y fáciles de entender que se nos han inculcado desde la infancia: amar, compartir e invitar”11.

También podemos seguir el consejo del presidente Nelson de “h[acernos] cargo de [nuestro] testimonio”.12 Y como enseñó el élder Quentin L. Cook, del Cuórum de los Doce Apóstoles, el llegar a estar convertido también es una parte importante de vivir el Evangelio por medio del ejemplo: “A fin de que el mandato del Salvador de compartir el Evangelio llegue a formar parte de nuestro ser, debemos llegar a estar convertidos a la voluntad de Dios y debemos amar al prójimo, compartir el evangelio restaurado de Jesucristo e invitar a todos a venir y ver”13.

Al procurar “habla[r] de Cristo, […] regocija[rnos] en Cristo, predica[r] de Cristo [y] profetiza[r] de Cristo” (2 Nefi 25:26), podemos confiar en que Él nos ayudará. También podemos hallar fortaleza en esta promesa del élder Stevenson: “Los invito a considerar maneras de amar, compartir e invitar. Conforme lo hagan, sentirán gozo al saber que están dando oído a las palabras de nuestro amado Salvador”14.

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