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Seis razones para mantener la esperanza de un matrimonio feliz
Tenemos todos los motivos para seguir trabajando por lograr un matrimonio y una familia eternos.
“[C]omo miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”, enseñó el élder Richard J. Maynes cuando era miembro de los Setenta, “entendemos y creemos en la naturaleza eterna de la familia. Este entendimiento y creencia deben inspirarnos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para establecer un hogar centrado en Cristo”1. Entonces, ¿qué sucede cuando:
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se presentan otras personas diciéndonos (falsamente) que el matrimonio y la paternidad se están volviendo obsoletos en la sociedad actual,
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empezamos a dudar de los matrimonios felices debido a experiencias familiares propias o de otras personas,
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nos desanimamos cuando las bendiciones del matrimonio o de los hijos no llegan cuando esperamos?
En cada uno de estos casos, podemos confiar en la hermosa naturaleza de las verdades del Evangelio sobre el matrimonio y la familia. Podemos seguir demostrando fe en el Padre Celestial y en Jesucristo al “ten[er] esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas” (Alma 32:21; véase también Éter 12:6). Podemos edificar un cimiento firme sobre verdades eternas acerca de la familia que nos mantengan centrados en nuestras metas y perspectiva eternas. Por ejemplo, considera la fortaleza, el propósito y la esperanza que pueden surgir al estudiar y aceptar estos seis principios (entre otros).
La familia es fundamental en el plan de salvación y exaltación de Dios
En el corazón de la proclamación sobre la familia se encuentran las verdades de que “el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos”2. Muchos pasajes de las Escrituras nos recuerdan la importancia de que los hombres y las mujeres sean sellados como esposo y esposa (véanse, por ejemplo, Génesis 2:18; 1 Corintios 11:11; 4 Nefi 1:11; Moisés 3:18). Esencialmente, “[l]a tierra fue creada y esta Iglesia fue restaurada para que las familias pudieran formarse, sellarse y recibir la exaltación por la eternidad”3, enseñó el presidente Russell M. Nelson.
El presidente Nelson también explicó por qué el sellamiento en el templo es tan crucial:
“[E]l matrimonio entre el hombre y la mujer es sagrado y ordenado por Dios [véase Doctrina y Convenios 49:15–17]. También reafirmo la virtud del matrimonio en el templo; es el tipo de matrimonio más elevado y perdurable que nuestro Creador ofrece a Sus hijos.
“Mientras que la salvación es un asunto individual, la exaltación es un asunto familiar. Solo quienes se hayan casado en el templo y cuyo matrimonio esté sellado por el Santo Espíritu de la promesa continuarán como cónyuges después de la muerte [véanse Doctrina y Convenios 76:53; 132:7] y recibirán el más alto grado de gloria celestial o la exaltación”4.
Al procurar obtener y honrar un matrimonio celestial, estamos progresando en nuestras funciones eternas y en los convenios de exaltación.
El matrimonio es una sociedad con Dios
El matrimonio puede pasar rápidamente de sentirse abrumador a sentirse como un gran privilegio y oportunidad cuando recordamos que no se trata solo de que un hombre y una mujer tengan éxito juntos. Más bien, procuran tener éxito en una asociación con el Padre Celestial también. El presidente Nelson enseñó: “A fin de ser merecedores de la vida eterna, debemos hacer un convenio eterno y sempiterno con nuestro Padre Celestial [véase Doctrina y Convenios 132:19]. Esto significa que el matrimonio en el templo no es solo entre esposo y esposa, sino que es una sociedad que incluye a Dios [véase Mateo 19:6]”5. Y cuando estamos en colaboración con Dios, somos bendecidos con acceso a Su poder para bendecir nuestros esfuerzos al deliberar en consejo con Él.
Como enseñó el élder Ulisses Soares, del Cuórum de los Doce Apóstoles: “Mediante el sellamiento en el templo, una mujer y un hombre entran en el santo orden del matrimonio en el nuevo y sempiterno convenio. Por medio de este orden del sacerdocio, reciben bendiciones eternas y poder divino para dirigir sus asuntos familiares mientras viven de acuerdo con los convenios que han hecho. A partir de ese momento, avanzan de manera interdependiente y en colaboración plena con el Señor, especialmente en lo que respecta a cada una de sus responsabilidades divinamente asignadas de cuidar y presidir en su familia”6.
El matrimonio y la familia pueden brindar el gozo y las bendiciones más grandes
Los profetas han hablado en muchas ocasiones acerca de las bendiciones que se reciben mediante los sellamientos en el templo y las familias eternas. Por ejemplo, este tipo de matrimonio y familia puede proporcionar:
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“[L]a fuente de nuestro mayor gozo”7
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Una “total comprensión de […] bendiciones […] más allá de nuestro entendimiento terrenal”8
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“[U]na parte fundamental de la preparación para la vida eterna”9
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“[M]ayores posibilidades de obtener la felicidad que cualquier otro tipo de relación humana”10
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“[L]a base del orden social, la fuente de la virtud y el cimiento de la exaltación eterna”11
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“[U]n don preciado del cielo”12
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“[L]a más profunda y dulce de todas las emociones”13
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“La obra más importante del Señor que harán”14
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“[L]os máximos tesoros en la tierra y en el cielo”15
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“[L]as bendiciones supremas”16
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“[L]a causa más importante de nuestra vida […]. Si nos dedicamos a esta causa, mejoraremos todos los demás aspectos de nuestra vida”17
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“[U]n sagrado privilegio que [nos] enseñará a llegar a ser más como Dios”18
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“[L]a fuente de nuestro progreso y gozo eternos [y] el orden de nuestro Padre Celestial”19
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“[U]na relación de amor duradera [y] más perfecta”20
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“[U]na fuente de satisfacción incomparable, aun de gozo”21
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“[L]a gran bendición que son los hijos y de la felicidad que nos traerán en esta vida y en las eternidades”22
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“[U]na colaboración verdadera y equitativa”23
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“[U]nidad que enseña el Salvador”24
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“[M]ás gozo en nuestro camino hacia a la vida eterna”25
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“[N]uestra capacidad de servirnos los unos a otros y unidos […] multiplica[da] de forma significativa”26
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Ser “muy, pero muy felices eternamente”27
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“[Más] gozo y realización en la vida terrenal”28
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“[U]no de los gozos más extraordinarios de la vida”29
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Una experiencia “gratificante” y “maravillos[a]”30
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Ser guiados por el “Señor […] a lo largo de […] experiencias juntos”31
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“[E]l entorno ideal para vencer cualquier tendencia a ser egoísta o egocéntrico”32
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“[L]a oportunidad de tener la mejor experiencia de amor y preparación para una vida fructífera”33
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“[E]l ambiente ideal en el cual pueden honrar los convenios que hicieron con Dios”34
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“El adversario nunca tendrá poder para debilitar los cimientos de su unión eterna”35
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“[U]na perla de gran precio, un tesoro de valor infinito”36
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“[U]na senda divinamente ordenada […]; no existe ningún otro tipo de relación que pueda aportar tanto gozo, generar tanto bien ni producir tanto refinamiento personal”37
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“[L]a verdadera felicidad en esta vida y en la eternidad”38
4. Las familias proporcionan el mejor entorno para el éxito
El matrimonio entre un hombre y una mujer no solo proporciona un progreso eterno, sino que también proporciona el mejor entorno para criar hijos y bendecir a las sociedades. El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó: “La familia edificada en el matrimonio de un hombre y una mujer proporciona el mejor entorno para que el plan de Dios prospere: el entorno para el nacimiento de hijos que vienen con pureza e inocencia de Dios, y el ambiente para el aprendizaje y la preparación que necesitarán a fin de tener una vida terrenal de éxito y obtener la vida eterna en el mundo venidero. Se necesita una cantidad mínima de familias edificadas en ese tipo de matrimonio para que las sociedades sobrevivan y progresen. Es por eso que las comunidades y las naciones por lo general han fomentado y protegido el matrimonio y la familia como instituciones privilegiadas; nunca ha tenido que ver solo con el amor y la felicidad de los adultos”39.
El presidente M. Russell Ballard, Presidente en Funciones del Cuórum de los Doce Apóstoles, también enseñó:
“Cuando la gente hace compromisos familiares y religiosos con los principios del Evangelio, comienzan a mejorar espiritual y, a menudo, también temporalmente.
“Y claro está que las sociedades en general se fortalecen a medida que las familias se hacen más fuertes. Los compromisos familiares y los valores son la causa básica. Casi todo lo demás es efecto. Cuando las parejas se casan y contraen compromisos mutuos, aumentan en gran medida sus posibilidades de bienestar económico. Cuando los niños nacen dentro del matrimonio y tienen a los dos, a una mamá y a un papá, sus oportunidades y su probabilidad de éxito en el trabajo aumentan considerablemente. Y cuando los integrantes de la familia trabajan y juegan juntos, los vecindarios y las comunidades prosperan, las economías mejoran, y se requieren menos subsidios del gobierno y menos programas costosos”40.
5. Podemos cambiar los modelos familiares
Incluso si provienes de un hogar donde el amor y la armonía no fueron la base del matrimonio, recuerda que puedes crear un ambiente centrado en Cristo en tu hogar. El élder Christofferson enseñó: “Ustedes pueden convertirse en la generación, tal vez la primera de su familia, donde los modelos divinos que Dios ha ordenado para las familias cobren verdadera forma y bendigan a todas las generaciones después de ustedes”41.
Y como se aconseja en Para la Fortaleza de la Juventud: Una guía para tomar decisiones: Recuerda que “[t]u Salvador conoce tu situación y te ama. Sé paciente, continúa guardando los mandamientos de Dios y sé un buen ejemplo para tu familia. Establece relaciones con tu familia del barrio. Prepárate ahora para edificar tu propia familia basada en las enseñanzas de Jesucristo”42.
Podemos recibir gran consuelo al saber que el Señor nos guiará en nuestros deseos justos de un matrimonio fuerte y que Él proporcionará los recursos y la fortaleza que necesitamos para crear “felicidad en la vida familiar”43, aun cuando no sea lo que hemos experimentado en el pasado.
6. Podemos confiar en las bendiciones prometidas que vendrán
Incluso para aquellos que se esfuerzan por lograr un matrimonio eterno, no todos recibirán esa bendición en esta vida. Pero podemos recibir consuelo en esta promesa del presidente Nelson, cuyo principio también ha sido enseñado por muchos otros profetas: “Comprendo que hay muchos miembros adultos de la Iglesia que no están casados. Por causas ajenas a ellos, hacen frente a las pruebas de la vida solos. Recordemos que, a la manera del Señor y en Su debido tiempo, no habrá ninguna bendición que les sea retenida a Sus santos fieles”44.
Al esperar en el Señor esas bendiciones, podemos “ha[cer] con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance” y luego “permanecer tranquilos” y “ver la salvación de Dios y que se revele su brazo” (Doctrina y Convenios 123:17). Y podemos prepararnos para recibir la bendición más grande que se nos ofrece: la exaltación en la vida venidera.